Retrato de un mir¨®n
Solitarios, inseguros, inadaptados. As¨ª son los hombres que graban de inc¨®gnito bajo las faldas de las mujeres
Suelen ser solitarios, inseguros, un tanto infantiles. En su mayor¨ªa, hombres de m¨¢s de 30 a?os criados bajo una fuerte represi¨®n moral, con un gran sentimiento de culpabilidad y verg¨¹enza hacia el sexo. Con el tiempo desarrollan obsesiones y comportamientos compulsivos con los que poder descargar toda esa opresi¨®n instintiva. Grabar de inc¨®gnito bajo las faldas de las mujeres en el Metro, el Retiro o un mercado concurrido de gente, explica una sex¨®loga, es su v¨ªa de escape, una forma de liberar al lobo de la ansiedad que les devora por dentro.
En las ¨²ltimas semanas la polic¨ªa ha detenido a tres hombres en Madrid por hacer lo que en ingl¨¦s se conoce como upskirting. Algunos de esos v¨ªdeos o fotos a veces acaban en la red, donde hay un p¨²blico que los tiene a su disposici¨®n en webs porno junto a otras categor¨ªas como el tr¨ªo o el bondage. Este tipo de v¨ªdeos, a veces reales, a veces fingidos por actores, acumulan millones de visitas.
En los tres casos de mirones detectados en Madrid hab¨ªa cierta planificaci¨®n y meditaci¨®n. No respond¨ªan a un acto impulsivo. Antes de echarse a la calle dise?aron la ruta, camuflaron las c¨¢maras y pasaron horas acechando a mujeres sin que fueran descubiertos. El ritual les resulta sagrado. La salida de casa con la c¨¢mara oculta y el regreso para repasar las im¨¢genes forman parte de su fantas¨ªa, de acuerdo al retrato que hacen de ellos los expertos. La sensaci¨®n de incertidumbre le a?ade intensidad a lo que ellos consideran una aventura er¨®tica.
Hasta que son atrapados. El s¨¢bado 7, un hombre de 35 a?os fing¨ªa comprar en el mercadillo de Aluche. Llevaba gafas de sol, pantal¨®n corto y zapatillas. Desprend¨ªa un aire adolescente. Cargaba una bolsa en una mano que le llegaba a la altura de las rodillas. En una ocasi¨®n err¨® el c¨¢lculo y se peg¨® demasiado a una mujer de mediana edad. Ella sigui¨® comprando pero la actitud de aquel hombre-ni?o le inquiet¨®. Cuando se cruz¨® con una pareja de polic¨ªas municipales les cont¨® sus sospechas.
Los agentes lo buscaron entre la multitud, hasta que dieron con ¨¦l. En un primer momento trat¨® de huir, pero desisti¨® al verse acorralado. En un acto reflej¨® que lo delat¨®, sujet¨® la bolsa entre los brazos, como si cargara un beb¨¦.
¡ª?Qu¨¦ lleva ah¨ª, caballero?
¡ªNada...
En la bolsa escond¨ªa una caja de zapatos. En uno de los lados hab¨ªa una apertura de un cent¨ªmetro y medio, por donde asomaba la lente de una Gopro. Permanec¨ªa sujeta en el interior por los papeles con los que se rellenan las cajas, como los paquetes de Amazon. Aunque estuvo esquivo en un primer momento, de repente el hombre la ense?¨® sin disimulo y confes¨® que grababa a mujeres sin que ellas lo supieran. Se abri¨® como el que acciona una escotilla y relat¨® que hab¨ªa dedicado la ma?ana a este acto de voyerismo. Llevaba encima una segunda c¨¢mara y una tarjeta de memoria por si se quedaba sin espacio.
Fue detenido por un delito contra la intimidad, seg¨²n explica por tel¨¦fono un portavoz de la Polic¨ªa Municipal de Madrid, y entregado despu¨¦s a la Polic¨ªa Nacional. Se pidi¨® una orden de entrada y registro en su casa, pero el juez la desestim¨® porque no lo consider¨® un delito grave. Nunca sabremos si guardaba una verdadera colecci¨®n.
¡°Para ellos, esto se convierte en una obsesi¨®n. Y en muchos casos dicen que es algo que no pueden reprimir. Son conscientes de su verg¨¹enza y tienen sentimientos de culpa, pero afirman que no pueden controlarse¡±, cuenta la sex¨®loga Adriana Royo, autora del libro Falos y falacias, que describe este comportamiento como una parafilia. ¡°No todas son patol¨®gicas ¡ªtodos tenemos un punto?voyeur y exhibicionista, por ejemplo con el uso de Instagram¡ª, pero s¨ª cuando existe angustia, obsesi¨®n persistente, o hay un deterioro de las relaciones afectivas, desajuste emocional o dificultad de mantener intimidad emocional o sexual con otra persona. Y este es el caso¡±.
No solo grabar les es placentero, a?ade Teresa Vaquero, psic¨®loga-sex¨®loga. Planificarlo, fantasear con que las mujeres grabadas participan en el juego, les resulta excitante. Vaquero cree que se trata de personas con mal concepto de s¨ª mismas. ¡°Muchas veces no han tenido relaciones de pareja normales, de amor, de respeto. Son muy inseguras, con complejos con el pene. Nunca se atreven. En ese sentido son como adolescentes de 12 a?os. Y salvo que sean antisociales o con problemas mentales, no suelen ser violentos¡±.
Su comportamiento obsesivo qued¨® reflejado con la detenci¨®n a mediados de agosto de un hombre de 53 a?os. Como si fuera un oficinista que atiende su trabajo con disciplina, estuvo al menos un a?o recorriendo la red de Metro sin descanso. En su caso no fue una detenci¨®n casual, sino que la polic¨ªa lo busc¨® a conciencia tras saber que en Internet hab¨ªa casi 300 v¨ªdeos de este tipo filmados en Madrid. Los sub¨ªa a la red con un perfil an¨®nimo al que segu¨ªan otros 3.519 usuarios. Sus v¨ªdeos se reprodujeron m¨¢s de 1,3 millones de veces.
Los investigadores han contabilizado m¨¢s de 555 v¨ªctimas, todas ellas mujeres, algunas menores de edad. En ocasiones las grababa en el transporte p¨²blico y las segu¨ªa durante un buen rato, hasta casa o el supermercado. Cada vez se acercaba m¨¢s. Adem¨¢s de las piernas, enfocaba la cara de las espiadas.? La polic¨ªa lo sigui¨® en el metro hasta que lo detuvo in fraganti. En ese momento cargaba una mochila negra y uno de sus bolsillos llevaba acoplado un tel¨¦fono m¨®vil.
En este caso el juzgado s¨ª autoriz¨® el registro de su casa, donde se encontraron horas y horas de grabaciones similares. Despu¨¦s, el hombre, de nacionalidad colombiana, fue enviado a prisi¨®n. La Polic¨ªa Nacional lanz¨® una nota de prensa llam¨¢ndolo ¡°uno de los mayores depredadores de intimidad de las mujeres¡±. As¨ª cay¨® el primer profesional conocido del upskirting en esta ciudad.
La acumulaci¨®n de detenidos en el ¨²ltimo mes no responde a un celo especial de las autoridades. ¡°Son casos inconexos¡±, explica el jefe de Delitos Tecnol¨®gicos de la Polic¨ªa Nacional, sentado al otro lado de la mesa. Su unidad se ocup¨® de detener a finales de agosto a un hombre de 44 a?os que se paseaba por el parque del Retiro con dos c¨¢maras de v¨ªdeo instaladas en su bicicleta plegable. A la vista, sin mayor disimulo. Una en la horquilla, la otra en el manillar.
Una pareja sentada en un banco que lo vio acercarse demasiado sospech¨® de ¨¦l y avis¨® a la polic¨ªa a caballo. Ese d¨ªa hab¨ªa grabado a mujeres con falda, a parejas tiradas en el c¨¦sped. En las im¨¢genes que le incautaron se le ve avanzar despacio, hasta llegar a la altura de la espiada, hasta que de repente acelera y se marcha. La actitud levantaba sospechosas. Era cuesti¨®n de tiempo que lo agarraran.
El hombre, una vez detenido en comisar¨ªa, permaneci¨® tranquilo. No parec¨ªa abochornado. Llam¨® a un abogado. Por la tarde se pidi¨® autorizaci¨®n al juez para registrar su casa. En unas horas fue concedida. La polic¨ªa lleg¨® a su casa cerca de las nueve de la noche. Los agentes se hicieron con port¨¢tiles, discos duros, USB y otras formas de almacenamiento de im¨¢genes que est¨¢n siendo estudiadas. De madrugada, despu¨¦s de horas revisando cajones, armarios, la comitiva judicial se march¨®. El hombre de la bicicleta se despidi¨® de sus padres, con los que vive todav¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.