El cemento de nuestra historia
Una exposici¨®n recupera el papel de la empresa Portland Valderrivas en la transformaci¨®n de Vic¨¢lvaro
El sonido de la sirena constitu¨ªa todo un ritual en Portland Valderrivas. A las dos en punto, aquel molesto y penetrante eco alertaba a los trabajadores de esta cementera ubicada en Vic¨¢lvaro durante d¨¦cadas de que era la hora de comer. Tambi¨¦n avisaba a los alumnos del final de las clases y a las mujeres para que tuvieran listo el almuerzo porque sus maridos deb¨ªan volver al tajo. La llegada de la empresa en 1925 transform¨® la vida del pueblo, convertido en un distrito m¨¢s de la capital en los cincuenta.
Miles de personas de toda Espa?a se mudaron aqu¨ª en busca de trabajo y eso cambi¨® el paisaje. Las viviendas unifamiliares fueron dejando paso a inmensos bloques de pisos. Javier Garc¨ªa lleg¨® en 1945, con cinco a?os, cuando solo exist¨ªan cuatro viviendas. Su padre fue uno de sus primeros trabajadores y ¨¦l no ha conocido m¨¢s empresa que esta cementera, donde se ha jubilado. Ahora todos sus recuerdos se agolpan en una exposici¨®n que se puede visitar gratis de lunes a s¨¢bado hasta el 21 de septiembre en el Centro Social Polivalente de Vic¨¢lvaro (Avenida Real, 12).
Un enorme reloj de la marca Girod da la bienvenida al visitante. Durante a?os colg¨® de la fachada de sus oficinas, pero al ser demolida en los noventa, Portland lo don¨® a la parroquia de Santa Mar¨ªa la Antigua porque su reloj hab¨ªa sido destruido durante la Guerra Civil. Como no le vali¨®, esta a su vez lo cedi¨® a Vicus Albus, una asociaci¨®n de investigaci¨®n hist¨®rica de Vic¨¢lvaro fundada en 1982. Ellos son los responsables de este paseo por el pasado que emociona a j¨®venes y ancianos. En la sala pueden encontrarse fotos, paneles explicativos, mapas, planos, herramientas, carn¨¦s identificativos y algunos sacos de cemento de una f¨¢brica que consigui¨® ser referencia nacional.
Hay tambi¨¦n un proyector que emite tres v¨ªdeos sin descanso: uno con testimonios de vecinos, otro con la visita del ministro de Industria Gregorio L¨®pez-Bravo en enero de 1966 y un tercero con im¨¢genes de la concesi¨®n del t¨ªtulo de empresa ejemplar a Portland Valderrivas, otorgado por Franco el 18 de julio de 1964. La relaci¨®n entre la compa?¨ªa y Vic¨¢lvaro se inicia con la compra de los terrenos en 1922, aunque los primeros trabajos comienzan tres a?os m¨¢s tarde, como f¨¢brica de ladrillos. Como el negocio no arrancaba, pensaron en construirlos de cemento para aprovechar las canteras de caliza de la zona, cuenta el historiador Francisco Vicente. Sin embargo, optaron por el cemento tras comprobar que apenas exist¨ªan industrias en la pen¨ªnsula.
El desarrollo de la empresa, hoy parte de la constructora FCC, fue espectacular. La producci¨®n aument¨® de las 50.000 toneladas en sus inicios a las m¨¢s de tres millones en los a?os noventa. Todo eso gracias a una constante ampliaci¨®n de la f¨¢brica, que pas¨® de una chimenea a cinco. Ese crecimiento permiti¨® mejorar las condiciones de vida de los empleados y de sus familias, que encontraron en el complejo todo tipo de comodidades: m¨¦dicos, comedor, sal¨®n social, viviendas, piscina y colegio. Lourdes S¨¢nchez, de 59 a?os, fue una de sus alumnas. Hoy es maestra, pero no olvida sus ra¨ªces: ¡°Portland significa todo para m¨ª. Nos ha dado de comer y un futuro¡±. No faltaron, sin embargo, los vecinos que denunciaron la contaminaci¨®n que provoc¨® la f¨¢brica, que operaba las 24 horas.
Recuerdo lejano
El abuelo de S¨¢nchez ya trabaj¨® para la compa?¨ªa, aunque en el salto de Estremera, donde Portland construy¨® una hidroel¨¦ctrica para traer la electricidad hasta la f¨¢brica. Su padre tambi¨¦n era empleado de la cementera, pero falleci¨® en 1988 tras sufrir un ictus en plena jornada laboral. Hay varias fotos suyas por la exposici¨®n. Carlos Maldonado, de 57 a?os, relata que su padre trabaj¨® aqu¨ª medio siglo, pero que ¨¦l solo estuvo siete a?os: ¡°Jugaba al f¨²tbol con el equipo que patrocinaba la empresa y el director me contrat¨®. Se portaban bien y pagaban mejor¡±. Unas camisetas azules y diversas im¨¢genes repartidas por la sala rememoran el pasado balomp¨¦dico de la instituci¨®n.
Hoy todo eso es un recuerdo lejano. Portland se mud¨® a Morata de Taju?a en los noventa y el ¨²ltimo vestigio que quedaba en Vic¨¢lvaro, la quinta chimenea, de 90 metros y la m¨¢s alta, fue demolido en noviembre de 1999. Lo ¨²nico que permanece de aquella ¨¦poca es un cedro inclinado delante de un portal de la urbanizaci¨®n de Valderrivas, el complejo de 5.000 viviendas que hoy ocupa los viejos terrenos de la cementera.
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