Ejercicios de meditaci¨®n sonora con el torrencial Joan Valent
El compositor mallorqu¨ªn, tras ocho a?os de ausencia, elige la galer¨ªa madrile?a de Elena Ochoa para reflexionar sobre la fugacidad del ¨¦xito
Galer¨ªa de arte Ivorypress, en la franja noble del barrio de Cuatro Caminos. Joan Valent (Palma de Mallorca, 55 a?os) suplica entre bambalinas una toalla e intenta secar sin ¨¦xito el sudor que le brilla en la cara y enmara?a a¨²n m¨¢s la melena. Acaba de dirigir durante poco m¨¢s de media hora a su Ars Ensemble, una agrupaci¨®n camer¨ªstica de cuerda y piano, pero cualquiera le imaginar¨ªa inmerso en lo m¨¢s arduo del Camino de Santiago. As¨ª son los calores y ardores de la pasi¨®n, y Valent ejerce de hombre apasionado a tiempo completo, siempre con las semicorcheas rond¨¢ndole por la masa gris. ¡°Soy de ansiol¨ªtico diario: no para dormir, sino para vivir. Me encanta no parar¡±, se sincera con un verbo tan torrencial como sus partituras.
Nos encontramos en el cuartel general de la psic¨®loga Elena Ochoa y el arquitecto Norman Foster, responsables de este espacio para el arte contempor¨¢neo, los libros especializados y la cultura exquisita. El matrimonio es devoto del compositor mallorqu¨ªn desde que este se enclaustr¨® en las navidades de 2009 para escribir en un suspiro la banda sonora del documental ?Cu¨¢nto pesa su edificio, se?or Foster?. Pero hoy la arquitectura que entra en liza es la de los pentagramas. Despu¨¦s de ocho a?os de sequ¨ªa discogr¨¢fica, Valent -¨²nico espa?ol vivo en el cat¨¢logo del sello Deutsche Grammophon- ha alumbrado un trabajo de belleza seren¨ªsima, Poetic logbook, que suena por primera vez en la capital.
Se abre con una chacona para viol¨ªn solo: una audacia, una temeridad, el escalofr¨ªo para cualquier virtuoso. En las primeras filas brotan unas cuantas l¨¢grimas, pero, m¨¢s al fondo, caballeros muy bien trajeados y damas de tac¨®n alto se hacen part¨ªcipes de sus novedades vitales con el volumen propio de quien asistiera a un concierto de trash metal. El autor de la obra, que acumula muchos trienios, ha visto de todo y ya no sacraliza casi nada, se carcajear¨¢ despu¨¦s: ¡°?Y qu¨¦ esper¨¢bamos? Los burgueses y los vallecanos son iguales¡±.
?C¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª? Valent, compositor contempor¨¢neo laureado y alabad¨ªsimo al que no resultar¨ªa dif¨ªcil emparentar con Michael Nyman o Max Richter, debut¨® para la prestigiosa escuder¨ªa alemana en 2011 con Kaiassa, pero la crisis econ¨®mica se encarg¨® de arrasar festivales, giras, citas teatrales, casi todo. Aprovechando que su mujer es mexicana, emigr¨® a aquellas tierras y opt¨® por pagar las facturas gracias al cine. ¡°Las bandas sonoras no son un g¨¦nero menor¡±, avisa, ¡°pero s¨ª un viaje ajeno. Has de asumir el concepto de la vida, la moral y la ¨¦tica del director de la pel¨ªcula. He trabajado con Gonz¨¢lez I?¨¢rritu, Agust¨ª Villaronga, ?lex de la Iglesia, y son mentes de inteligencia fina, delicada y perversa¡¡±. Para De la Iglesia sigue escribiendo a¨²n, esta vez la m¨²sica de la serie 30 monedas, pero Poetic logbook supone recuperar la discograf¨ªa propia. O, en sus propias palabras, el ¡°regreso al infierno¡±. ¡°Cuando eres m¨¢s joven, tienes pretensiones de gloria¡±, asume, ¡°pero a estas alturas solo puedo identificarme con aquel verso estremecedor de Gil de Biedma: Que la vida iba en serio¡ La vanidad, a los cincuenta y tantos, se vuelve fl¨¢cida. En el Conservatorio nos preparan para ser genios, pero con la madurez reconoces tu propia mediocridad¡±. ?C¨®mo? ?Mediocre, el autor de Ars o Insula po¨¦tica? ¡°El ¨¦xito es inmediato y s¨®rdido. La satisfacci¨®n existe, pero dura poco. Solo eres consciente de que has escrito una peque?a p¨¢gina que se incorpora a la historia de la creaci¨®n musical en el breve lapso entre el ¨²ltimo silencio y el primer aplauso¡¡±.
La conversaci¨®n con Valent ¨Ccomo el sudor, como los llantos de sus violines¨C siempre acaba torn¨¢ndose arrebatada. En un mundo tan convulso y atropellado, le preguntamos, ?hay tiempo de orillarlo todo y dedicarle tres cuartos de hora a un disco de m¨²sica de c¨¢mara? ¡°En Europa se consolida una tradici¨®n creciente en ese sentido¡±, recuerda. ¡°Richter, Sven Helbig, J¨®hann J¨®hannsson¡ Somos el fruto de este devenir ca¨®tico, igual que la comida saludable, la slow life o esa explosi¨®n brutal de la espiritualidad. Pero yo no me considero as¨ª. Pienso en mis tres hijos y me da miedo el mundo, la aceleraci¨®n de los acontecimientos. Mi esposa es profesora de yoga y yo ni siquiera lo he practicado una sola vez¡ Simplemente, me encierro en el estudio, absorto y ausente. Ese es mi mejor ejercicio de meditaci¨®n¡±.
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