¡°Tomar ca?as es un acto pol¨ªtico¡±
La periodista inglesa Leah Pattem recorre en su blog 'Madrid No Frills' historias curiosas y homenajea a bares legendarios
Ve en Madrid una intersecci¨®n perfecta entre sus dos culturas. Leah Pattem, nacida hace 34 a?os en Newcastle, encuentra en esta ciudad la mezcla de devoci¨®n por las tabernas y de pasi¨®n por la comida que hered¨® de su familia, mitad india, mitad inglesa. Vive estable en Lavapi¨¦s desde hace seis a?os, despu¨¦s de una visita fugaz de juventud en la que decidi¨® que tendr¨ªa que pasar una temporada aqu¨ª. Colabora como freelance con varios peri¨®dicos extranjeros y es autora del blog Madrid No Frills (Madrid Sin Adornos). A trav¨¦s de esta plataforma cuenta historias curiosas de la ciudad y homenajea a los bares legendarios de barrio, amenazados por la gentrificaci¨®n, ese t¨¦rmino anglosaj¨®n que tanto se usa ¨²ltimamente.
?C¨®mo se lanz¨® a escribir sobre Madrid de esta forma?
Vi que en las gu¨ªas no sal¨ªan los bares de toda la vida, solo sacaban los sitios cool sin alma. Y hay que celebrar la existencia de ellos, porque est¨¢n en peligro de extinci¨®n y no los apoya ninguna instituci¨®n, solo los clientes: en nuestras manos est¨¢ su supervivencia.
?Qu¨¦ le atrae tanto de ellos?
Que concentran el alma de la ciudad. Y que se forma una comunidad curiosa. Hay quien bebe solo y enseguida se relaciona con la gente de alrededor. Eso es algo muy raro en Inglaterra, donde, si bebes solo, o eres un alcoh¨®lico o tienes alg¨²n tipo de desgracia. Aqu¨ª es f¨¢cil conversar con el camarero y estar acompa?ado. Adem¨¢s, es algo que tiene mucho que ver con la clase trabajadora: es parte de sus vidas, de salir de trabajar y pasarse por un bar antes de volver a casa.
?Y se est¨¢n perdiendo?
S¨ª, claro. Los bares de toda la vida no tienen ning¨²n apoyo. Y son un museo del pasado, del presente y del futuro. Cuando escribo sobre ellos es porque no quiero que se desvanezca lo que significan: la representaci¨®n de la vida en Espa?a.
?Qui¨¦n tiene la culpa?
El problema es la desregulaci¨®n, producto del capitalismo. El turismo tiene que ver, pero menos. Estamos en un sistema que no protege estos espacios ni la cultura en general. Si no controlan los precios de los alquileres, solo los podr¨¢n pagar aquellos locales modernos o falsos, pensados para enga?ar a la gente de fuera o de aqu¨ª, y nos quedaremos con unas ciudades iguales. En las tabernas castizas se puede ver el paso de varias generaciones. Reflejan c¨®mo es la sociedad. Cada vez que perdemos un bar, se pierde un trozo de identidad. Hago una lista con los que cierran y no para de aumentar.
?Hay soluci¨®n?
Hay dos actores fundamentales. Los individuos y las instituciones. Estas tienen que protegerlos con leyes. Nosotros tenemos que ir, porque nos representan a nosotros y a la gente de Madrid, a su alma. Tomar una ca?a es un acto pol¨ªtico.
?Es optimista, a pesar de todo?
S¨ª, porque hay movimientos que no quieren perder su pasado y que est¨¢n empezando a concienciar sobre los comercios locales. Es interesante, porque lo hacen los j¨®venes. Sorprende que sea justo la generaci¨®n que ha vivido mejor que sus abuelos, pero peor que sus padres y que tiene mucha m¨¢s incertidumbre econ¨®mica.
?Qui¨¦nes son sus lectores o seguidores principales?
Hay m¨¢s espa?oles que extranjeros. Puede que sean el 75%. Quiz¨¢s porque se les da otro punto de vista de su entorno.
?C¨®mo transita la ciudad?
Pues voy a bares o restaurantes t¨ªpicos cinco o seis veces a la semana. Y no me llevo el trabajo fuera de casa: me gusta mucho observar, hablar. Ser parte del ecosistema. A veces miro el m¨®vil, claro, pero normalmente quiero mirar, como en los aviones o autobuses, que siempre me asomo por la ventana. Nunca voy con los cascos de m¨²sica. Aqu¨ª suelo pasear por los barrios obreros. El centro no tiene ning¨²n atractivo para m¨ª: solo se puede ir de compras y no lo piso para nada.
?Ve mucha diferencia con Reino Unido?
All¨ª tambi¨¦n se est¨¢n perdiendo muchos sitios. Es el mundo en que vivimos. Por eso quiero hacer algo de justicia. Porque dar a conocer estos sitios es representar la historia que no hemos experimentado, pero queremos conservar.
Curiosidad por la Guerra Civil
Le asombra el enfrentamiento fraternal de un mismo pa¨ªs. ¡°Nosotros tuvimos una guerra, pero est¨¢bamos todos en el mismo bando¡±, dice. Le llama la atenci¨®n que no haya apenas alusiones a ese pasado. ¡°Hay b¨²nkeres o restos de la contienda sin placas ni explicaciones, como si no se quisiera recordar¡±, lamenta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.