Seis horas de batalla en Girona
Tras prender la primera barricada, el independentismo no es necesariamente la causa que mueve a los radicales
Son las ocho en el centro de Girona y los agentes de la Polic¨ªa Nacional toman posiciones tras la sede de la Subdelegaci¨®n del Gobierno. Algunos ya caminan arrastrando las botas. Son los mismos que la noche anterior cargaron hasta las dos de la madrugada contra los que a¨²n prend¨ªan barricadas; los mismos que apenas cinco horas despu¨¦s, todav¨ªa de noche, dispersaban una concentraci¨®n frente a la Delegaci¨®n de Hacienda. ¡°Est¨¢ noche va a ser larga. A¨²n m¨¢s que ayer¡±, preve¨ªa uno de esos agentes. ¡°Estamos a base de Red Bull y caf¨¦¡±.
La jornada de huelga general convocada contra la sentencia del proc¨¦s, un d¨ªa de manifestaciones masivas y pac¨ªficas, termin¨® tambi¨¦n en Girona en una batalla campal descontrolada durante seis horas. La mecha se prendi¨® alrededor de las 9.00 y no se apag¨® hasta las tres de la madrugada. Hubo 12 detenidos, el mayor n¨²mero tras Barcelona y Lleida, y fue necesario llamar a los antidisturbios de la Guardia Civil que, pertrechados con m¨¢scaras, dejaron el centro de la ciudad envuelto en una nube de gas que ard¨ªa en los ojos. ¡°Esto es muy fuerte, nunca hemos visto nada igual¡±, se repet¨ªan los mossos apartando piedras, palos y trozos de pared. ¡°Yo un pa¨ªs as¨ª no lo quiero¡±, se quejaba uno.
La situaci¨®n estaba desbocada al otro lado. Al menos 200 j¨®venes con el rostro cubierto tomaban una rotonda, bloqueaban los accesos y arrancaban de cuajo se?ales de tr¨¢fico. Agazapados entre coches y ¨¢rboles atacaban a los antidisturbios con pedruscos, granadas de humo, petardos, palos... ¡°Veniu, som gent de pau¡±, cantaban con iron¨ªa algunos de ellos. Los agentes, venidos de todas partes de Espa?a y sin conocer el terreno, fueron. Varias veces. Se hincharon a lanzar pelotas de goma. Tambi¨¦n gas lacrim¨®geno. Pero acababan retrocediendo. Hubo un momento en el que los manifestantes consiguieron avanzar hasta la sede de los juzgados, donde se coordinaba el dispositivo policial, y forzaron a agentes y periodistas a correr. Reventaron con un mazo una parte de la pared, apedrearon dos coches de la polic¨ªa auton¨®mica y lanzaron al aire palos de un pu?o de grosor y m¨¢s de un metro de longitud.
Ah¨ª ya no hab¨ªa esteladas al cuello. Ni solo se hablaba en catal¨¢n. Eran estudiantes rebotados, desempleados; antisistema; j¨®venes inmigrantes; ni?os; un chico con un porr¨®n de vidrio en la mano al que la movida le pill¨® en plena borrachera... Algunos iban protegidos, otros estaban en chanclas. En ese estado de caos y adrenalina, el independentismo ya no era la causa que mov¨ªa a la masa. ¡°Aqu¨ª se han juntado muchas cosas¡±, lamentaba un agente de la polic¨ªa catalana. Tras la barricadas, hay una realidad social compleja y silenciosa hasta ahora.
Los Mossos han asumido un papel dif¨ªcil en esta crisis. Al actuar en coordinaci¨®n con la Polic¨ªa Nacional, las pintadas contra ellos se han multiplicado por las paredes de Girona. ¡°Los Mossos tambi¨¦n son fuerzas de ocupaci¨®n¡±, se lee en uno de los puentes del r¨ªo Onyar. Los agentes reconocen el desgaste. ¡°Ya sab¨ªamos que nos quedar¨ªamos en una posici¨®n inc¨®moda entre unos y otros. Nuestro papel es muy desagradecido, pero no podemos dejar de actuar¡±, mantiene uno de los mandos. Privados adem¨¢s de material antidisturbios como gas y pelotas de goma, los Mossos ven c¨®mo sus proyectiles de foam sirven de poco en estos escenarios. ¡°Disparo, el t¨ªo me mira y se encoge de hombros. Con que ponga un trozo de cart¨®n delante ya lo para¡±, contaba ayer uno de los agentes. Esas balas de gomaespuma, no obstante, produjeron ayer una herida abierta a un fot¨®grafo al que tuvieron que dar tres puntos de sutura.
Los tres cuerpos de seguridad comenzaron a retirarse poco antes de las tres de la ma?ana. Infiltrados, un grupo de mossos consigui¨® detener en un par de horas a ocho personas, incluido el del mazo, y la revuelta perdi¨® fuelle. Por fin Joan Sebasti¨¤ y su hijo universitario pudieron salir de la marquesina de autob¨²s que los protegi¨® durante horas. Volvieron a casa agotados y frustrados tras su jornada de huelga. ¡°Las cosas podr¨ªan solucionarse hablando¡±, reflexiona el padre. ¡°Desandar este camino va a ser ahora muy dif¨ªcil¡±.
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