Andr¨¦s
Juntos haremos algo que no se ha hecho antes: llevar la poes¨ªa y la canci¨®n de autor a un escenario enorme ante miles de personas
Lo primero que debo pedirles es disculpas. No he venido aqu¨ª a hablar de mi libro, como com¨²nmente se dice, pero ser¨ªa hip¨®crita por mi parte hablar esta semana sobre cualquier otra cosa que no sea lo que me ocupa estos ¨²ltimos meses. Escribo esta columna hoy mi¨¦rcoles, aunque ustedes la vayan a leer cuando todo haya pasado, porque el jueves 21 de noviembre habr¨¦ estado con Andr¨¦s Su¨¢rez en el escenario del WiZink Center de Madrid haciendo algo que no se ha hecho antes: llevar la poes¨ªa y la canci¨®n de autor a un escenario enorme ante miles de personas. Madrid, no pod¨ªa ser otro lugar. He de hacerlo, y no por m¨ª, que las emociones me llegan a posteriori, sino por el compa?ero que llevo al lado, el capit¨¢n de todos mis barcos: Andr¨¦s. Se merece todos los homenajes del mundo. Porque no s¨®lo vamos a hacer historia. Tambi¨¦n vamos a hacernos felices.
Cuando me propuso hace cuatro meses en una comida en Torrelodones hacer un espect¨¢culo de m¨²sica de autor y poes¨ªa en el antes llamado Palacio de los Deportes, le dije que s¨ª. As¨ª de f¨¢cil: s¨ª. Igual que le hubiera dicho que s¨ª a hacer un recital en la Ant¨¢rtida e igual que le dir¨ªa que s¨ª a llevar Desordenados a todos los pa¨ªses del mundo. Exactamente igual que la banda nos dijo que s¨ª a nosotros. Su energ¨ªa, hiperactiva, casi hist¨¦rica, hambrienta y capaz de todo encaja con la m¨ªa, que es tranquila, perfeccionista, algo insegura y nerviosa y capaz cuando as¨ª la creen. ?l sabe que cuenta con mi s¨ª, no importa c¨®mo, no importa cu¨¢ndo, sabe que lo tiene. Y yo s¨¦ que nadie mejor que ¨¦l cuida de ello.
Lo que hemos conseguido, independientemente de lo que vivamos sobre el escenario, ya es hermoso. Hemos compartido decenas de entrevistas, kil¨®metros de atascos y nervios siempre en paralelo, nuevas ideas casi a destiempo, grandes platos de lentejas en casa, risas cuando su locura estalla, abrazos cuando la ansiedad le puede, madrugones para ensayar a dos grados en una nave industrial donde hac¨ªa un fr¨ªo que no se notaba cuando la banda se pon¨ªa a tocar.
Yo contin¨²o mir¨¢ndole con admiraci¨®n, as¨ª ser¨¢ siempre. Me gusta pensar que le sigo en vez de caminar a su lado, aunque s¨¦ que ¨¦l negar¨ªa lo ¨²ltimo, que nos colocar¨ªa en el mismo lugar, pero es que para m¨ª un sue?o es un sue?o hasta que se alcanza. Luego se convierte en otra cosa. Y Andr¨¦s es el mismo desde que cantaba hace a?os ante diez personas en el Libertad 8, as¨ª que no ser¨¦ yo quien le cambie.
Cuando le miro y asiente, s¨¦ que todo va bien. Si no lo hace, s¨¦ que no lo dejar¨¢ pasar sin arreglarlo. As¨ª es f¨¢cil hasta lo que yo cre¨ªa imposible: dar botes en un escenario, rapear un poema, llevar la palabra a un estadio.
Te quiero, Andr¨¦s. Lo hemos conseguido. Madrid me mata.
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