En un momento crucial
Las maquinarias de los partidos han querido curarse en salud buscando el respaldo de sus afiliados. Se vende como un acto de colaboraci¨®n cuando es solo una coartada para poder negociar con mayor exigencia
Y el militante habl¨®. Con el apoyo masivo a las propuestas de las direcciones de los partidos, sus bases han dado luz verde a la negociaci¨®n para el primer gobierno de coalici¨®n de la historia de la democracia espa?ola reciente. La m¨¢s larga, la m¨¢s productiva, la m¨¢s rentable que ahora aparece como la m¨¢s convulsa, la m¨¢s amenazada y puede que la m¨¢s vulnerable. Por los peligros globales y por la mala gesti¨®n local, por los vicios propios y la p¨¦rdida de virtudes ajenas. Todo a la vez. Pero especialmente por las tendencias que pretenden incidir en una alteraci¨®n del fondo manteniendo las formas y recuperando aquella sugerencia del fiscal del Consejo de Castilla cuando parec¨ªa conveniente ¡°dar instrucciones y providencias muy templadas y disimuladas de manera que se consiga el efecto sin que se note el cuidado¡±. Y si aquel documento secreto del 29 de enero de 1716 ten¨ªa por destino Catalu?a, trescientos a?os despu¨¦s, son las multinacionales fuerzas econ¨®micas ultraliberales apoyadas por las autarqu¨ªas pol¨ªticas las que trabajan para conseguir lo que durante tanto tiempo han anhelado: que la apariencia enmascare la intenci¨®n a fin de no perder el control largamente ostentado.
Estamos en la encrucijada. Como si el destino nos hubiera situado bajo la influencia de una conjunci¨®n astral negativa. La que advierte de determinados riesgos para la estabilidad y que incide en la necesaria revisi¨®n y mejora de un sistema perfectible que algunos quieren alterable. En el sentido se?alado o en su contrario. Instalarnos en una asamble¨ªsmo permanente donde nadie asume una responsabilidad concreta porque esta descansa en el colectivo. Todos sabemos, sin embargo, que a la hora de la verdad tambi¨¦n ah¨ª se imponen las trampas, las falsedades y las mentiras. Condici¨®n humana, resistencia, inter¨¦s. Sobran ejemplos.
Ante un reto de tama?a dimensi¨®n, las maquinarias de las formaciones pol¨ªticas han querido curarse en salud buscando el respaldo de sus afiliados. Una tendencia que se vende como un acto de colaboraci¨®n imprescindible cuando es solo una coartada para poder negociar con mayor exigencia y menor margen. Y es curioso que quienes se llenan la boca de participaci¨®n siguen tomando la mayor¨ªa de sus decisiones tanto o m¨¢s importantes que ¨¦sta, a puerta cerrada y procurando que no trasciendan. Y as¨ª, all¨ª donde hoy se proclama la transparencia, ma?ana se seguir¨¢ trabajando en la oscuridad apelando a la responsabilidad.
El electorado insisti¨® en su dictamen del mes de abril, frustrado por las t¨¢cticas m¨¢s que por estrategias
No se trata de aguarle la fiesta a nadie, sino de contextualizar un acto que tiene m¨¢s de temor que de osad¨ªa. Porque cuando los liderazgos son fuertes, las ideolog¨ªas s¨®lidas y las decisiones a tomar convencidas y convincentes, este tipo de acciones no se contemplan. Creen que con las explicaciones que se dan es suficiente. As¨ª fue y as¨ª nos pareci¨® durante cuatro d¨¦cadas.
Lo mismo y por id¨¦ntica raz¨®n podr¨ªamos convenir con relaci¨®n a los votantes. Hoy tenemos que unos doscientos cincuenta mil participantes vinculados a PSOE ¡ªPSC incluido¡ª, Unidas Podemos ¡ªComunes contemplados¡ª y Esquerra Republicana de Catalunya, han decidido en nombre de unos once millones de ciudadanos que el 10 de noviembre optaron conjuntamente por estas siglas y lo que representaban. De aquellos resultados, por otra parte sobradamente analizados, se sacaron unas conclusiones. La m¨¢s reiterada fue que el electorado insisti¨® en su dictamen del mes de abril, frustrado por las t¨¢cticas m¨¢s que por estrategias y por la ambici¨®n m¨¢s que por la convicci¨®n. En cualquier caso, aqu¨ª estamos. Observando c¨®mo, de nuevo, unos pocos deciden por unos muchos. Porque si las elecciones no se ganan ni se pierden gracias o a pesar de los militantes sino del volumen de ciudadanos que hace su aportaci¨®n personal e intransferible, podr¨ªa deducirse que las acciones de sus consecuencias deber¨ªan consultarse a los mismos que con su voto han provocado esta circunstancia.
Es un absurdo, por supuesto. Una provocaci¨®n que viene a substituirse por las encuestas que pulsan los deseos ciudadanos. Y como resulta que estas no lo ven tan mal como dif¨ªcil se lo plantean quienes deben ejecutar la voluntad popular, estos se curan en salud reduciendo el c¨ªrculo a los propios para simular que ellos compendian las intenciones de los extra?os. Y tampoco es as¨ª. Cada uno decide lo que quiere y sabe por qu¨¦ lo hace. Encontrar¨ªamos tantas razones como votantes. Especialmente cuando buena parte de ellos, cansados y aburridos, agotaron las existencias de pinzas para llev¨¢rselas a la nariz a la hora de poner su papeleta en el sobre. ?C¨®mo nos divertir¨ªamos si la ley electoral permitiera incluir una redacci¨®n justificativa junto al sufragio!
Ante tanta imposibilidad, solo cabe exigir menos simulacro y m¨¢s coraje, audacia y valent¨ªa. Cualidades indispensables para el liderazgo. Aquel estadio que va unido al riesgo y a la asunci¨®n de sus consecuencias. Que all¨ª estaremos los electores para corregirles cuando nos devuelvan la vez. ?O no se trataba de esto?
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