Bola de Nieve se re¨ªa a carcajadas de felicidad

Hacer un homenaje a Bola de Nieve presenta una enorme dificultad: es imposible acercarse interpretativamente a un m¨²sico tan genial e irrepetible como ¨¦l sin caer en la parodia. Dificultad que conlleva ya una liberaci¨®n formal: no vale la pena intentarlo. As¨ª deben haberlo entendido Martirio y Chano Dom¨ªnguez en esta nueva colaboraci¨®n (la ¨²ltima fue hace quince a?os) en la que rinden pleites¨ªa al gran artista mundial, como dec¨ªa una de sus canciones, pero lo hacen a su manera, utilizando el repertorio de Bola pero haci¨¦ndolo suyo, llevando su esp¨ªritu hasta el escenario sin dejar de ser ellos mismos, sin concesiones.

Y en eso radica el gran inter¨¦s de esta nueva propuesta del d¨²o andaluz: un Chano apabullante en el piano y una Martirio dominando totalmente el escenario con un pu?ado de canciones que, aunque el original no pueda escapar de nuestro subconsciente, suenan frescas, dram¨¢ticamente alegres y terriblemente infecciosas.

Seguro que el jueves desde el Olimpo Ignacio Villa, Bola de Nieve para todo el mundo, se re¨ªa a carcajadas de felicidad como las que sol¨ªa desparramar sobre su piano.

Adem¨¢s en el Barts se conjuraron esa noche algunos esp¨ªritus yoruba ya que se trataba del mismo escenario que Bola de Nieve pis¨® a finales de los a?os cuarenta durante su ¨²nica visita a Barcelona cuando el local del Paralelo se llamaba Gran Teatro Espa?ol y ¨¦l aprendi¨® El desembre congelat que inmediatamente incorporar¨ªa a su repertorio en un chispeante catal¨¢n.

Comenz¨® la velada por todo lo alto con un Chano exuberante sobre el teclado pase¨¢ndose por esa tierra de nadie tan suya en la que confluyen todos los estilos y que esa noche desprendi¨® chispas latinas. Un soberbio aperitivo de lo que se nos ven¨ªa encima.

Y apareci¨® Martirio con vestido bordado en tonos oscuros y chispas brillantes, enormes collares negros de bolas, discreta peineta y flor roja tras la oreja. Al abrir los brazos parec¨ªa sacada de un p¨®ster de Mucha, solo desentonaban sus eternas gafas de sol. T¨² no sospechas abri¨® el recuerdo al gran Bola de. Seguir¨ªan otras canciones tan entra?ables como Si me pudieras querer, Ya no me quieres, Alma m¨ªa o Vete de m¨ª. Y entre ellas una interpretaci¨®n memorable de La paloma con letra de Rafael Alberti, otro admirador de Bola al que llamaba el Lorca negro, y que Chano y Martirio convirtieron en una oda a la paz.

Martirio se acerc¨® algo a la interpretaci¨®n del m¨²sico cubano cuando enton¨® sentada su entra?able Drume negrita a alguna negrita invisible mene¨¢ndose en su cuna o atac¨® para acabar oficialmente el concierto su desacomplejada versi¨®n en franc¨¦s de La vie en rose incluso coreada por el p¨²blico.Y con el ambiente totalmente caldeado lleg¨® en los bises un divertido Vito Manu¨¦ y el ritmo contagioso del Manisero marc¨® el colof¨®n final a una gran noche de recuerdos pero sobre todo de m¨²sica en tiempo presente, sin nostalgia alguna.

A lo dicho: seguro que escondido en alg¨²n rec¨®ndito rinc¨®n del Gran Teatro Espa?ol el esp¨ªritu de Bola se re¨ªa a carcajadas de felicidad.