Un poco de Kiko basta
El cantante andaluz de Figueres se renueva otra vez con nuevo disco, ¡®Sombrero roto¡¯
Con Kiko Veneno es muy f¨¢cil ser ego¨ªsta y desear que no haga m¨¢s canciones para que su enorme repertorio de cl¨¢sicos inmarchitables, cr¨®nicas diminutas de vidas cotidianas explicadas con gracejo, no tenga que hacer hueco a nuevas canciones que aspiran a la misma condici¨®n. Un autor con tan dilatada carrera como ¨¦l quisiera ser fijado por el ego¨ªsmo del fan en una especie de foto fija en la que apenas cambie nada para as¨ª seguir escuchando de por vida en un repertorio apenas sin cambios ese ramillete de canciones. Pero como es l¨®gico, Kiko (Jos¨¦ Maria L¨®pez Sanfeliu; Figueres, 1952) no quiere ser una instant¨¢nea congelada en el tiempo que lame y relame su historia, sino que aspira a renovarse tal y como lo ha hecho de nuevo con Sombrero roto, el disco que la noche del s¨¢bado present¨® en la Sala Apolo de Barcelona en un d¨ªa, como record¨® al comienzo del concierto, en que el Betis hab¨ªa vuelto a ganar.
As¨ª las cosas, las canciones de este disco ¡ªrevestido con arreglos electr¨®nicos de corte popular, muy poco estilizados y directos, con predominio de cajas de ritmo¡ª ocuparon la parte central del repertorio, sonando la gran mayor¨ªa de sus canciones, de las que brillaron Chamariz, la toma ac¨²stica en el primer bis de Obvio y Vidas paralelas, quiz¨¢s la composici¨®n que m¨¢s huele a cl¨¢sica en su nuevo material, una preciosidad que habla de un peque?o gran amor que nunca tendr¨¢ lugar. Eso s¨ª, Kiko (la cabra tira al monte) no adapt¨® estas canciones al sonido electr¨®nico del disco, sino que reson¨® m¨¢s o menos igual que el Kiko el¨¦ctrico de toda la vida, ese construido a partir de guitarras, hasta cuatro, y f¨ªa el ritmo a una bater¨ªa de las de siempre. En ese sentido no hubo tanta renovaci¨®n y Kiko, en eso s¨ª, se mantuvo apegado en lo sustancial a su propia tradici¨®n.
La noche, que se cerr¨® con el Volando voy, no fue entonces generosa en himnos, representados por Los delincuentes, tema del que proviene el t¨ªtulo del ¨²ltimo disco, Lo que me importas eres t¨², Coge la guitarra o Joselito, acompa?adas por la recuperaci¨®n roquera de Traspaso, canci¨®n en nada relacionada con el Kiko de Sombrero roto.
El p¨²blico, variado porque s¨ª, con j¨®venes de menos de treinta conviviendo con se?ores de barrio con sombrero y verdaderas abuelitas, se uni¨® a la fiesta desde el comienzo porque Kiko, flexible y h¨¢bil con la lengua, torpe palo tieso con el cuerpo, tiene esa credibilidad que da la cultura popular, esa en la que nada desde que su cabello era negro. Ahora sigue viviendo en el cambio, algo muy de celebrar en un artista con los sesenta estrenados tiempo ha, un artista de los de antes que se compra una americana para la gira con el nombre del disco escrito en la espalda y que pese al calor no se quit¨® ¡°porque mis dineros me ha costado¡±, dijo. El Kiko de siempre en un concierto que no se recordar¨¢ como uno de sus mejores en Barcelona. Aunque como dec¨ªa un viejo eslogan publicitario, un poco de Kiko basta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.