Coque Malla: Int¨¦rprete total
Como en su ¨²ltimo ¨¢lbum, todo en el cantante suena ahora grande, ambicioso, sin recursos que escatimar, como en el concierto de anoche de Valencia
El poder¨ªo esc¨¦nico de Coque Malla es tan incontestable que se da por garantizado. Pero adem¨¢s de eso, se encuentra ahora mismo instalado en una racha que le permite levantar a un auditorio entero de cerca de dos mil personas a la cuarta canci¨®n de la noche, siendo adem¨¢s esta de nueva factura pero erigida en cl¨¢sico instant¨¢neo desde el primer segundo en que se empez¨® a difundir: Un lazo rojo, un agujero, con su cadencia bailable y sus hechuras de sonido Philadelphia, con su swing y con su soul, puso en ebullici¨®n un recinto al que, en realidad, no le hac¨ªa falta caldearse demasiado porque el madrile?o ya hab¨ªa salido al escenario a porta gayola, sin escatimar ni un gramo de entrega desde el minuto uno, con la insultante confianza de quien lleva pisando escenarios desde la adolescencia, las ha visto de todos los colores y ha paladeado la madurez creativa y el amplio respaldo del p¨²blico merodeando los cincuenta tacos, muy lejos de la estampa postadolescente, casi peterpanesca, que cultiv¨® en los tiempos de Los Ronaldos y algo m¨¢s all¨¢.
Coque Malla
Palau de les Arts de Valencia,
S¨¢bado 7 de diciembre de 2019
Pocos dominan las tablas como ¨¦l, pocos se manejan con ese porte actoral (de casta le viene). Coque Malla es un int¨¦rprete en el m¨¢s amplio sentido de la palabra, no importa si el discurso lo lleva ya aprendido de casa, porque acaba convenciendo. Lo m¨¢s rese?able es que lo hace con una amplitud de registros de lo m¨¢s solvente, la que se cifra en dos ¨¢lbumes tan ricos, diversos y exuberantes como El ¨²ltimo hombre en la tierra (2016) y el reciente ?Revoluci¨®n? (2019), el d¨ªptico que marca su cima como solista. Si le da por marcarse un improbable h¨ªbrido entre Radiohead y el Sgt Peppers de los Beatles, le sale una Am¨¦rica de lo m¨¢s apa?ada. Si rescata el folk rock ya a?ejo de La Carta y lo refuerza con una inyecci¨®n el¨¦ctrica a lo Crazy Horse (papel aqu¨ª destacado para la guitarra de Toni Brunet y para el resto de su banda), resulta cre¨ªble. Tambi¨¦n si recupera el vals a lo Neil Hannon de El ¨²ltimo hombre en la tierra, o si incurre en el blues el¨¦ctrico y arrastrado de Todo el mundo arde. No digamos ya cuando revive el hervor de Me dej¨® marchar apelando al esp¨ªritu de su amigo Iv¨¢n Ferreiro en aquel dueto que llev¨® al v¨ªdeo de su alianza en directo hasta los siete millones de visualizaciones. No importa que algunos de sus pr¨¦stamos o de sus hallazgos personales sean escasamente novedosos. En sus manos, cuajan. Como en su ¨²ltimo ¨¢lbum, meticulosamente producido y rebosante de arreglos, todo en Coque Malla suena ahora grande, ambicioso, sin recursos que escatimar. Pero cualquier fregado en el que se le ocurra meterse ahora mismo se salda con el cr¨¦dito robustecido.
Si hubiera que ponerle alg¨²n pero a su concierto de anoche en Valencia, ser¨ªa cierto baj¨®n de intensidad durante el tramo ¨C coronado por los aires mexicanos de Hace tiempo, tan comunes a Sabina o a Urquijo que son ya un lugar demasiado com¨²n ¨C en el que decidi¨® bajar el pist¨®n y sentarse en un taburete. Pecata minuta, claro, porque luego enlaz¨® (tras rendir tributo a Jaime Urrutia con La sangre de tu tristeza) los tres aldabonazos de rock deslenguado y stoniano de rigor de la ¨¦poca de Los Ronaldos (Quiero que estemos pegados, Gu¨¢rdalo y Por las noches) junto al preceptivo repunte de No puedo vivir sin ti, a modo de fin de fiesta. En h¨²medas salas de rock o en auditorios suntuosos, ya sea de vaquero o de etiqueta, lo haga manteniendo a su parroquia de toda la vida o bien ampli¨¢ndola con nuevos p¨²blicos, en este momento no hay quien le tosa.
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