La cena de Nochebuena de los sintecho en el Senado
La C¨¢mara alta acogi¨® un convite dedicado a los m¨¢s vulnerables, pero solo dos senadores se unieron a los voluntarios del padre ?ngel para servir las mesas
Mar¨ªa Elena Garc¨ªa, de 63 a?os, atesora cuatro invitaciones. Cuatro boletos para el convite de Nochebuena organizado cada a?o por Mensajeros de la Paz en Madrid, que se le antojan un recuerdo digno de conservar. El papel ha sobrevivido a varios traslados de pensi¨®n y supone, quiz¨¢, la reminiscencia de una vida anterior. Porque esta cena la anima, de nuevo, a pintarse los labios de rojo, recogerse el cabello con horquillas, lucir sus pendientes favoritos y celebrar estas fechas. A pesar de tenerlo todo en contra.
El evento se ha organizado otros a?os en el palacio de Cibeles o el Museo del Prado y su quinta edici¨®n tiene lugar en el Senado. Bajo la mirada de los art¨ªfices de la Transici¨®n, retratados por el pintor Hern¨¢n Cort¨¦s Moreno, 150 invitados dejan sus abrigos en el ropero de la entrada y desfilan por los pasillos de la C¨¢mara alta hasta sentarse en el comedor. Algunos duermen en la calle, otros pagan una habitaci¨®n con la Renta M¨ªnima de Inserci¨®n (RMI) de 425 euros o viven en alguno de los pisos que oferta la asociaci¨®n del padre ?ngel, capell¨¢n de la parroquia de San Ant¨®n e impulsor de la iniciativa: ¡°Estos d¨ªas de fr¨ªo oir¨¢n en muchos albergues que no hay sitio para ellos, por eso queremos hacerles un hueco en el Senado¡±, explica el sacerdote.
Gracias a la @FundacionLaLiga, @LaLiga, @MacroEsp, @rdelacalle y el @Senadoesp que nos han permitido que casi trescientas personas puedan tener una Nochebuena digna en la C¨¢mara y en San Ant¨®n. pic.twitter.com/4pd0BhXUJJ
— Mensajeros de la Paz (@Padre__Angel) December 25, 2019
En la mesa contigua a la de Mar¨ªa Elena se sienta Musa, un guineano de 27 a?os que lleg¨® a la ciudad hace tan solo mes y medio. Aqu¨ª ha conocido poco techo, pero mucho suelo; el de las aceras y los recovecos donde se refugia para pasar la noche. Quer¨ªa disfrutar de la cena con comodidad y se ha dado una ducha caliente en la casa de ba?os. No es el ¨²nico: todos ellos han querido cuidar su aspecto. Y esperan expectantes el men¨² del chef con una estrella Michel¨ªn Rodrigo de la Calle. Los platos, anunciados en una carta individual, prometen ser un tratado de materia prima y sencillez.
Pero primero, con los comensales ya distribuidos por la sala, llega Pilar Llop, presidenta del Senado, que agradece a Mensajeros de la Paz su labor: ¡°El primer asunto que se me present¨® sobre la mesa cuando fui elegida presidenta de esta instituci¨®n fue precisamente la petici¨®n del padre ?ngel de poder celebrar aqu¨ª la cena de Nochebuena. Aquella demanda se aprob¨® por unanimidad¡±, anota. Y agrega: ¡°Yo s¨¦ que con esto no solucionamos nada, pero creo que este es un gesto, una llamada de atenci¨®n para poner el foco sobre las necesidades de personas que pasan por graves dificultades y que necesitan de la atenci¨®n de las Administraciones p¨²blicas¡±.
Tras estas palabras, Llop saluda, mesa por mesa, uno por uno, a los comensales. Se vive alguna escena cat¨¢rtica, como cuando Yasmin del Rosario abraza a la presidenta y rompe a llorar. La chilena sexagenaria explica despu¨¦s a este diario que, de no ser por la invitaci¨®n, ella cenar¨ªa un bocadillo al raso: ¡°Es f¨¢cil recurrir a lugares comunes y decir que todos los pol¨ªticos son malos¡±, defiende. Cuando comienzan a pasar los entremeses ib¨¦ricos coronados con almendras, varias c¨¢maras de televisi¨®n dejan de grabar. Los senadores de distintos grupos que serv¨ªan de s¨¦quito a Llop se retiran. Solo dos de ellos, ataviados con el chaleco amarillo de voluntario, se quedan y sirven las mesas.
Son Antonio Guti¨¦rrez y Josefa Inmaculada Gonz¨¢lez, que ocupan sus esca?os por Sevilla y Huelva, respectivamente. Los dos socialistas andaluces pasan estas fechas lejos de sus familias y han querido arrimar el hombro. Ella cree que se trata de una oportunidad para ¡°escuchar a los ciudadanos m¨¢s necesitados¡± y acercarles las instituciones. ?l apunta que se trata de una acci¨®n propia de cualquier comunidad bien ensamblada: ¡°Seamos o no cargos electos, ayudarnos los unos a los otros es una cuesti¨®n de humanidad¡±. Uno y otro obvian el hecho de que son los ¨²nicos representantes p¨²blicos en la estancia.
La crema de romanesco ya se ha retirado de las mesas y llega el coquelet, un pollo sacrificado antes de llegar al kilo de peso, lo que garantiza una carne firme y jugosa. El plato va acompa?ado de pur¨¦ de patatas con trufa. Le seguir¨¢ una tarta de manzana con helado de turr¨®n. De la cocina entran y salen como rel¨¢mpagos los voluntarios. Laura Benito, una estudiante de 15 a?os, hoy hace pr¨¢cticas de camarera, acompa?ada de su madre: ¡°Cuando pensamos en la Navidad, lo normal no es acordarse de quienes no tienen tantas razones para celebrar. Vivimos de espaldas a su realidad¡±, asegura. Despu¨¦s de la cena, ella se reunir¨¢ con los suyos. Los comensales a los que sirve no pueden decir lo mismo. Algunos volver¨¢n a encontrarse con las mordidas del fr¨ªo. Y aguardar¨¢n a coleccionar la invitaci¨®n del a?o que viene.
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