La huelga de los autobuses que cubren la sierra Oeste se enquista y ya dura tres meses
El conflicto laboral por los horarios de los conductores afecta a 26 municipios
Un torrente humano colapsaba el jueves la isla 1 del intercambiador de Moncloa. Los viajeros del autob¨²s 664, uno de los que conecta Madrid con San Lorenzo de El Escorial, formaban una cola casi kilom¨¦trica para acceder al veh¨ªculo mientras rumiaban sus quejas. Eran poco m¨¢s de las seis de la tarde y la espera para algunos superaba los 55 minutos, el tiempo que se tarda en completar el trayecto por carretera. La imagen se repite desde hace tres meses, cuando los 150 trabajadores de Irubus-Alsa, la empresa que da servicio a 26 municipios de la sierra Oeste, iniciaron una huelga que parece no tener fin.
Los paros puntuales se convocaron en octubre para protestar por el incumplimiento de los bloques de turno, un pacto de horarios laborales que sindicatos y empresa firmaron en marzo y que comenzaron a aplicarse en abril. Sin embargo, la mejora dur¨® poco. Los primeros cambios se produjeron el 20 de mayo, cuando la compa?¨ªa modific¨® unilateralmente algunos de los bloques horarios pactados, explican los empleados. En junio hubo otros tres cambios y en julio, m¨¢s de lo mismo. En octubre la compa?¨ªa elimin¨® el sistema, dividido en 14 franjas horarias. Cada trabajador escog¨ªa una y la empresa se compromet¨ªa a cumplirla.
Los responsables de Irubus-Alsa rechazan hacer declaraciones hasta que exista un acuerdo que ponga fin al conflicto. No obstante, la compa?¨ªa asegura que no ha incumplido ning¨²n pacto. Este martes ambas partes deben personarse en el juzgado n¨²mero 3 de lo Social de Madrid para dirimir el conflicto. Las posturas est¨¢n tan alejadas que los empleados optaron a finales de noviembre por contratar mediadores externos para negociar. Ser¨¢n ellos quienes afronten sus honorarios. "Tenemos inter¨¦s en que todo esto acabe. Somos los principales afectados, aunque quienes m¨¢s lo sufren son los usuarios", reconoce un conductor. Sin embargo, en la asamblea de trabajadores celebrada el viernes, estos decidieron no aceptar la ¨²ltima propuesta de la compa?¨ªa y seguir con la huelga.
"Los empleados no aprueban un acuerdo parcial. La oferta debe incluir las reivindicaciones en cuanto a bolsa de vacaciones y c¨®mputo diario de las horas de conducci¨®n (ahora se cuentan de forma bisemanal). Pese a que el pulso contin¨²a, las tensiones se han reducido. En las primeras semanas de huelga, la empresa denunci¨® ataques en sus veh¨ªculos, unos hechos que condenan los empleados. Irubus-Alsa conecta la capital con otras 26 localidades de la Sierra Oeste, en la que viven m¨¢s de 200.000 personas. Entre los municipios de la ruta destacan El Escorial, Galapagar, Las Rozas o Villanueva de la Ca?ada. Cada d¨ªa viajan en sus l¨ªneas m¨¢s de 15.000 personas.
No todos los vecinos han sido perjudicados por la huelga. Juan Antonio D¨ªaz, uno de los 16 taxistas de San Lorenzo de El Escorial, reconoce que el n¨²mero de viajes durante estos tres meses ha aumentado un 30%. "Los clientes nos avisan para distancias cortas, pero tambi¨¦n para ir a Madrid porque temen perder citas m¨¦dicas". "Estoy indignada. Dependemos de estos autobuses para todo. En muchas ocasiones, llegar a tu destino se convierte en una odisea", se queja Lara Fern¨¢ndez, de 45 a?os, antes de subir al autob¨²s. Otra usuaria, Mar¨ªa S¨¢nchez, est¨¢ "irritada" porque el Gobierno regional, de quien depende el servicio, no haya tomado cartas en el asunto. "No le importamos nada a la empresa ni a la Comunidad. Debe intervenir para acabar con el colapso".
Durante estos meses han sido varios los municipios afectados que han pedido una reuni¨®n con el consejero del ramo, ?ngel Garrido, para instarle a buscar una soluci¨®n urgente. Incluso se han dirigido al Consorcio Regional de Transportes para que medie en el conflicto. Los trabajadores de Irubus-Alsa ya protagonizaron otra huelga similar hace dos a?os. Se inici¨® en octubre de 2017 y la desconvocaron definitivamente en enero del a?o siguiente. Para conseguirlo fue necesaria la mediaci¨®n del Instituto Laboral de Madrid.
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