Mr. Kilombo, el terapeuta sonriente de la guitarra en ristre
Miki Ram¨ªrez recoge los frutos de media vida sobre las tablas estrenando esta noche ¡®Cortocircuitos¡¯, su quinto LP
Lo m¨¢s dif¨ªcil, con gente como Miki Ram¨ªrez, es calcular la edad. A un artista que estrena este viernes su quinto disco y al que hemos visto involucrado en las m¨¢s diversas aventuras (en particular, sus seis a?os como escudero de Macaco) se le presuponen unos cuantos trienios a las espaldas. Sin embargo, el rostro terso y esa sonrisa permanente hacen sospechar de su militancia milenial. ¡°Est¨¢ bien, est¨¢ bien: soy como Naranjito, de 1982¡±, desembucha este madrile?o de la Alameda de Osuna al que ¡°los sudores de la m¨²sica¡± le han permitido hacerse un nombre como Mr. Kilombo e incluso comprarse ¡°un peque?o cuchitril¡± a un paso de Tirso de Molina. ¡°Bueno, sin dramatizar: tampoco es como el famoso minipiso de 30 metros cuadrados en el que El Kanka se instal¨® en Madrid¡±, se carcajea. ¡°Desde que no alquilo una habitaci¨®n y pude tirar el tabique, no se vive mal del todo¡¡±.
Miki es as¨ª, como le est¨¢n intuyendo ahora mismo: un tipo radiante. Pero concienzudo. Un currante tenaz que siempre quiso dedicarse a esto y al que nada le llovi¨® del cielo. Le incomoda un poco el aura de positivismo que le persigue, esa sensaci¨®n algo beat¨ªfica de que le pone buena cara incluso a los sinsabores cotidianos, quebrantos sentimentales y dem¨¢s calamidades. ¡°La etiqueta de optimista me horroriza¡±, advierte. ¡°En ocasiones abordo temas dif¨ªciles y no siento ninguna necesidad de encontrarle el lado bueno a todo lo que me suceda. Quiz¨¢ sea que ahora se tiende a exagerarlo todo, a cantarle al desamor en plan ¡®Me muero sin ti¡¯. Yo no creo en eso en absoluto; como mi discurso es m¨¢s matizado, quiz¨¢ me haga parecer positivo¡±.
Puede que parte de la culpa la tenga tambi¨¦n Sinmigo, un tema de su anterior trabajo (Invencibles, 2016) en que aborda con elegancia los buenos deseos hacia la pareja despu¨¦s de que la relaci¨®n embarranca (¡°Quiero que ames libre aunque sea sinmigo¡±). Lo m¨¢s curioso de esta pieza, m¨¢s tarde regrabada junto a Rozal¨¦n y que ronda los ocho millones de escuchas en Spotify, es que estuvo a punto de no ver la luz. ¡°No era nada contundente en el contexto de un disco muy en¨¦rgico¡±, se sincera Kilombo. ¡°Ni siquiera ten¨ªa un estribillo claro ni una producci¨®n lujosa, y abordaba una cuesti¨®n tan personal que me produc¨ªa pudor. Pens¨¦ en guard¨¢rmela como un placer privado. Por suerte, algunos buenos amigos me convencieron de lo contrario¡¡±.
Sinmigo no solo ha abierto puertas que antes solo de atisbaban, sino que acaba de incorporarse al repertorio de los concursantes de Operaci¨®n Triunfo, un logro parad¨®jico para un artista tan alejado de esa ¨®rbita. ¡°Una vez que las has publicado, las canciones pasan a ser del aire. No necesitan que les pidas permiso para ser cantadas¡±, argumenta Miki con su sempiterna cordialidad. ¡°Eso s¨ª: si alguna vez me hubiera planteado presentarme a OT, s¨¦ que no me habr¨ªan cogido jam¨¢s. No soy un cantante de gorgoritos¡±.
Muchas de las nuevas canciones de Cortocircuitos, el nuevo elep¨¦, sonar¨¢n esta noche por vez primera en la sala But. Pero no se molesten: pese a que el ¨¢lbum no ver¨¢ la luz hasta dentro de siete d¨ªas, las 1.200 entradas est¨¢n agotad¨ªsimas desde hace tiempo. ¡°No tengo ni idea de por qu¨¦ me he hecho popular¡±, reconoce ¨¦l. ¡°Quiz¨¢ influya que siempre me ha gustado este oficio, incluso cuando no hab¨ªa m¨¢s de ocho espectadores en la sala, y nunca me he angustiado ni desesperado por llegar m¨¢s lejos¡±. Ha escrito y tocado para otros artistas, adem¨¢s de apuntarse tantos importantes en publicidad: suyo era Qu¨¦ bien se te ve, aquel tema que son¨® hasta el infinito en los anuncios de esos grandes almacenes en los que est¨¢ pensando. Pero nunca le faltaron ni inquietudes ni planes B. Miki se licenci¨® en Comunicaci¨®n Audiovisual por la Complutense y dos d¨¦cadas atr¨¢s ¡°hac¨ªa programas de radio muy gamberros en horario de madrugada¡±, un detalle que desconoc¨ªa hasta su propia representante. ¡°S¨ª, s¨ª. Se llamaban Yo qu¨¦ s¨¦, en Cadena 100, y Ya te digo, en Onda Cero. A veces incluso escrib¨ªa cancioncillas sobre asuntos de actualidad. La primera de todas iba del No a la guerra: no s¨¦ c¨®mo fui capaz de buscarle un punto humor¨ªstico a aquello. Luego las cantaba en el Libertad 8 o en El B¨²ho Real, romp¨ªa el papel con la letra manuscrita¡ y las olvidaba para siempre¡±.
Ahora, claro, la audiencia es mucho m¨¢s amplia y la responsabilidad, exponencialmente mayor. ?Nervios? ¡°No lo entiendo, pero cada vez van a peor¡±, admite Miki. ¡°Con 18 a?os sub¨ªa al escenario con una mezcla de efusividad y hormonas revolucionadas. Ahora tal vez disfrute m¨¢s, pero a posteriori. La calma te la acaba proporcionando el propio instrumento¡±. Y concluye: ¡°Igual que hay gente que practica kick boxing o se lanza a correr por el monte, yo cojo la guitarra y ese contacto ya se convierte en algo terap¨¦utico. Por eso, cuando alguien me dice que una de mis canciones le ha sanado, s¨¦ que es posible. Aunque me resista a creerlo¡±.
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