Fallece Roser Rahola, un ¡®homenot¡¯ de la edici¨®n
Fund¨®, a la muerte de su esposo e historiador, el sello Vicens Vives, renovador de los libros de texto en Espa?a
¡°Siempre calla, no dice nunca nada, r¨ªe, no se pierde una palabra de la conversaci¨®n. Es casi seguro que su marido no tiene ning¨²n misterio para ella. Entre ellos no hay sombra alguna, ninguna iron¨ªa ¨Ccosa rara. Cuando Vicens presenta su habilidad matizada de candor, su mujer est¨¢ especialmente satisfecha¡±. As¨ª defini¨®, al estilo de sus grandes?homenots, Josep Pla a Roser Rahola i d¡¯Espona, esposa del historiador Jaume Vicens Vives, a los que trat¨® con tanto cari?o como conspiratoria intensidad antir¨¦gimen a finales de los a?os 50. ¡°Cierto, mostraba un aspecto t¨ªmido, era peque?a, retra¨ªda, y le gustaba escuchar m¨¢s que hablar, pero era de car¨¢cter decidido, hiperactiva y dotada de una gran habilidad emp¨¢tica¡±, amplia el retrato su hijo Albert Vicens, cerrando el foco m¨¢s en la mujer que en la Espa?a de 1961, tras la inopinada muerte de su marido un a?o antes, fund¨® la editorial Vicens Vives, llamada a abrir las ventanas de la modernidad de la edici¨®n del libro de texto. Un esp¨ªritu que no la abandon¨® en 105 a?os, pero el f¨ªsico dijo basta el pasado mi¨¦rcoles en Barcelona, donde naci¨® en 1914.
El car¨¢cter se forja, pero tambi¨¦n tiene algo de biol¨®gico. Su padre, Baldiri Rahola, primo del que fuera ministro Pere Rahola, era un abogado de ¡°esp¨ªritu volteriano¡±, como se autodefin¨ªa, de un nacionalismo culto y centrado (Acci¨® Catalana), administrador de una familia de peque?os armadores de Cadaqu¨¦s que dio an¨®malamente para la ¨¦poca educaci¨®n universitaria a sus siete hijos; su madre, Roser, proven¨ªa de una rancia familia noble de Vic, linaje de escudo, car¨¢cter fuerte tamizado por un asma que la mostraba tranquila, imagen que, como el nombre, quiz¨¢ tambi¨¦n incorpor¨® de manera inconsciente la hija. Nada extra?o, pues, que en 1933 Roser Rahola estudiara Filosof¨ªa y Letras en la Universidad de Barcelona y participara en el crucero universitario por el Mediterr¨¢neo de 1933, icono de los nuevos aires republicanos.
En aquella universidad se cruzar¨ªa en una asignatura con un brillant¨ªsimo y apuesto profesor, Jaume Vicens Vives, con el que se casar¨ªa entre las mismas paredes del centro, el 20 de agosto de 1937, en una ceremonia civil oficiada por el historiador Pere Bosch i Gimpera. Un momento de felicidad que tornar¨ªa pronto en calvario por la Guerra Civil espa?ola: en pleno viaje de novios Vives ser¨ªa llamado a filas para ir al frente y con la victoria franquista la boda civil muta en un acto nulo oficiado por un ¡°rector rojo¡±. ¡°Mi madre siempre vivi¨® marcada por el miedo de esos tiempos¡±, recuerda hoy su hijo. Momentos dif¨ªciles: faltos de dinero, van a comer a casa de los padres de ella y en la suya se arriman al balc¨®n para tomar el sol de invierno y ahorrarse la calefacci¨®n. Luego est¨¢ la espada de Damocles de una potencial detenci¨®n, que se traduce en la sistem¨¢tica visita del polic¨ªa de la Brigada Pol¨ªtico-Social que llegaba a casa a primera hora de la ma?ana y al que Roser indefectiblemente recib¨ªa, gracias a esa trabajada empat¨ªa, con una taza de caf¨¦ y una conversaci¨®n falsamente distendida mientras su marido escrib¨ªa encerrado en su despacho. Ante el anuncio de una posible detenci¨®n inminente, sin titubear lleg¨® a quemar cartas y documentos de su esposo en los que analizaba los Fets de Maig de 1937.
Con valent¨ªa reclam¨® a su padre la misma ayuda financiera que ¨¦ste le iba a dar a su hermano Frederic, tras regresar del exilio, para crear una editorial de cromos. En su caso, lo ped¨ªa para hacer mapas mudos y venderlos en las escuelas, algo que hab¨ªa hablado en casa con un marido que intentaba sobrevivir a la depuraci¨®n franquista. Al final, en octubre de 1942 Frederic y el matrimonio converger¨ªan esfuerzos y nacer¨ªa, en una habitaci¨®n de la casa de la pareja, Ediciones Teide, donde Roser se encargaba de una parte de la edici¨®n, ensobrando los mapas y vendi¨¦ndolos. Ser¨ªa un buen entrenamiento para, cuando tras el mazazo de la inopinada muerte del historiador con apenas 50 a?os, dejar Teide y, para mantener el legado intelectual de un esposo con quien estuvo f¨ªsica e intelectualmente siempre a su lado, fundar, junto a su hijo mayor Pere, la editorial Vicens Vives en 1961, empresa en la que se ir¨ªan embarcando el resto de sus hijos: Anna, Albert, Roser y Adela.
Curtida en las famosas reuniones que su marido manten¨ªa en su despacho-biblioteca familiar con gente del mundo cultural y sociopol¨ªtico y en las que siempre estaba presente (incluso en el famoso encuentro en el que Vives impresion¨® a Josep Tarradellas en un hotel de Par¨ªs en noviembre de 1959), Roser Rahola se movi¨® con habilidad extrema por los pasillos de los ministerios de educaci¨®n franquistas entre los a?os 60 y los primeros tras la muerte del dictador, un mundo de hombres, gruesos proyectos justificativos, concursos, filtraciones sobre contenidos de programas educativos y planes de estudio, justificantes de precios de venta¡ y notable negocio. A la capital iba al menos una vez al mes, en estancias de tres d¨ªas, cogiendo en un curioso ritual a la ida un tren nocturno y a la vuelta un avi¨®n de h¨¦lice. As¨ª, muchos a?os y, en total, casi cuatro d¨¦cadas de labor al frente de Vicens Vives con sus hijos que convirtieron el sello en un referente de la renovaci¨®n de los libros de texto en los a?os 70, dando entrada a j¨®venes historiadores y consolidando una notable implantaci¨®n empresarial en toda Espa?a e, incluso, en Am¨¦rica Latina. Colecciones como la de Biografies catalanes o la Historia social y econ¨®mica de Espa?a y Am¨¦rica se compaginaron con una colecci¨®n de toda la obra dram¨¢tica de Shakespeare al catal¨¢n o la edici¨®n de El se?or de los anillos de Tolkien en unos majestuosos vol¨²menes.
Empresaria reconocida por la Asociaci¨®n de la Peque?a y Mediana Empresa (1991) o Creu de Sant Jordi de la Generalitat (1994), estuvo al frente hace justo una d¨¦cada de los actos del centenario del nacimiento y del cincuentenario de la muerte de Vicens Vives, memoria y actitud que fue recompensada con el retorno del t¨ªtulo de la Baron¨ªa de Perpi?¨¢n que ya hab¨ªa ostentado su familia. Como ¨²nico gran hobby, tras la muerte de su esposo acrecent¨® su voracidad lectora por la Filosof¨ªa cl¨¢sica, con Plat¨®n y S¨®crates a la cabeza. Poca novela: ya lo hab¨ªa sido bastante su vida. Un aut¨¦ntico homenot si Pla se hubiera fijado m¨¢s en las mujeres y, en particular, en una que era fuera de serie. Ayer y hoy.
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