Nubes sin viento
La cantautora Angel Olsen enmudeci¨® Razzmatazz con las canciones de ¡°All mirrors¡±, saludado como uno de los mejores discos del pasado a?o
Cl¨¢sica, pero no apegada a la nostalgia, no teniendo por finalidad reconstruir un pasado que nadie de los que estaban vi¨¦ndola en Razzmatazz vivi¨®. O casi nadie, pues p¨²blico de edad provecta lo hab¨ªa, infiltrado entre una audiencia que desped¨ªa los treinta o ya se hab¨ªa acostumbrado a los cuarenta hace tiempo. Estar en la noche del domingo escuchado a Angel Olsen, norteamericana y cantautora, era tal que ba?arse en f¨®rmulas musicales ya conocidas, canciones tintadas de oscuridad rockera post Cocteau Twins como ¡°Lark¡±, preciosidades tocadas por el country de la guisa de ¡°Sister¡±, imaginables en el repertorio de Lucinda Wiliams, delicadezas marcadas por la intimidad y la sencillez de ¡°Windows¡± o piezas de dibujo complejo como ¡°Summer¡±, que bien podr¨ªa cantar Kate Bush. Todo cab¨ªa, todo cabe, en el repertorio de esta artista pautada por una voz de registro emocional y arropada por una banda que supo recrear las atm¨®sferas intimistas y sofisticadas por las que, lentamente, discurrieron sus canciones.
Y todo ello visto en sala, no entre las multitudes ruidosas de un festival, sino en un espacio en el que el silencio impon¨ªa su gravedad, solo roto por los aplausos que rubricaban cada canci¨®n de Angel Olsen, cercana y simp¨¢tica bajo ese peinado de sacerdotisa que remataba un vestido negro de flecos con sabor a?os veinte y unos botines plateados que pudo haber calzado Bowie. Todo como de ¨¦poca, canciones, aspecto, instrumentaci¨®n y escenograf¨ªa, una foto de una escalera se?orial propia de un recinto l¨ªrico o de un recargado palacio. Clasicismo para tiempos postmodernos, un recuerdo de lo que fuimos musicalmente ahora que no se sabe hacia d¨®nde vamos ¨Cen el supuesto de que sea necesario saberlo-.
Entre su repertorio, apenas catorce canciones, alguna en ac¨²stico, solo voz y guitarra como ¡°Unfuckteworld¡±, mayor¨ªa de temas de su ¨²ltimo trabajo, ¡°All mirrors¡±, situado en muchas listas como uno de los mejores del pasado a?o, representado por ocho composiciones con la instrumentaci¨®n delimitando el espacio. Cuerdas y teclados con el soporte de guitarra, bajo y una bater¨ªa tocada tambi¨¦n con escobillas, v¨¦ase ¡°Tonight¡±, al servicio de la voz de Angel, delicadeza que tambi¨¦n ara?a. M¨¢s bien hier¨¢tica en escena, como una especie de cari¨¢tide enlutada, que ni cuando las canciones se acercaban a la melod¨ªa pop, caso de ¡°Spring¡±, perd¨ªa un tono de abatimiento que habr¨¢ que entender como generacional y est¨¦tico, muy presente en ¡°All Mirrors¡±. Dif¨ªcil resistirse a formar parte de la madeja tejida por Angel Olsen de principio a fin de la noche, hilos en los que prenderse sin dejarse acuciar por la prisa, el tiempo o la urgencia que se antojan los peores enemigos de una m¨²sica pausada como el discurrir de las nubes en un d¨ªa sin viento.
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