Brexit: la puerta de Europa est¨¢ abierta
La realidad es dura: la salida del Reino Unido de Europa es el primer gran fracaso de la Uni¨®n Europea, porque afecta directamente a su composici¨®n
En medio del ruido de las querellas hisp¨¢nicas, s¨®lo las cat¨¢strofes naturales y las epidemias, en un per¨ªodo al que ya llaman Antropoceno, consiguen hacerse espacio en la opini¨®n p¨²blica. Todo lo que parece descontrolado asusta y los gobernantes especulan a menudo con el p¨¢nico. En este contexto ni siquiera la materializaci¨®n del Brexit ha merecido demasiada atenci¨®n. Puede alegarse que el proceso ha sido largo y fatigante y que el resultado estaba tan anunciado que ya hab¨ªa deca¨ªdo como noticia. Pero deteng¨¢monos en la simple literalidad de los hechos: el Reino Unido abandona Europa despu¨¦s de 47 a?os, siendo el primer pa¨ªs que se va. Es decir, que una de las tres principales potencias europeas, junto con Francia y Alemania, que durante la II Guerra Mundial lleg¨® a ser la ¨²nica democracia vigente en Europa abandona el proyecto compartido que se gest¨® precisamente para acabar con la historia de guerra y conflictos que ha sido la vieja Europa.
A los que duden de la importancia de este acontecimiento, un detalle significativo: La democracia brit¨¢nica ten¨ªa la reputaci¨®n de ser el r¨¦gimen m¨¢s estable que alumbrado la modernidad. Su bipartidismo ha vivido guerras, imperialismos, crisis y conflictos de todo tipo sin apenas alterarse. Y en ello se funda la autoestima que los ingleses no pierden nunca. Incluso la mayor¨ªa de los contrarios al Brexit piensan que esta vez tambi¨¦n saldr¨¢n adelante. Pero ha sido nada m¨¢s y nada menos que la salida de Europa la que ha hecho tambalear las dos piezas fundamentales de este sistema pol¨ªtico, los dos partidos de la alternancia, conservadores y laboristas. Y ha abierto brechas ins¨®litas en el sistema pol¨ªtica brit¨¢nico. Que dos demagogos como Nigel Farage y Boris Johnson hayan llevado la voz cantante no parece digno de la gran tradici¨®n brit¨¢nica. Algo debe tener la pertenencia a Europa que salir de ella haya da?ado tanto la imagen de un r¨¦gimen considerado ejemplar.
El Reino Unido no enga?a. Siempre ha estado con un pie fuera. No quiso entrar en la moneda ¨²nica y naveg¨® con un ojo puesto al otro lado del Atl¨¢ntico. Siempre ha mirado al continente con distancia, porque los brit¨¢nicos han visto una barrera cultural entre ellos y los europeos. Su pensamiento pragm¨¢tico que ha alimentado al capitalismo liberal, encuentra dificultades para entender tanto las querencias metaf¨ªsicas y las pasiones rom¨¢nticas de los alemanes como la florida raz¨®n republicana francesa. Nunca se han considerado de la familia. Y si la ruptura ha llegado ahora es porque las grandes transformaciones del mundo ¡ªel fin del capitalismo industrial, la globalizaci¨®n digital y financiera, y la crisis de referencias culturales de una ciudadan¨ªa que siente que el suelo se mueve pero no sabe hacia d¨®nde¡ª han provocado un repliegue generalizado sobre los viejos espacios propios. En el Reino Unido tambi¨¦n. En tiempos de mudanza ha preferido protegerse en casa. El Brexit por tanto es menos original de lo que algunos pretenden, la diferencia es que el Reino Unido tiene poder (y c¨®mplices) para irse y los dem¨¢s so?adores de ¡°los nuevos pasados¡± no est¨¢n en condiciones de conseguirlo.
La realidad es dura: la salida del Reino Unido de Europa es el primer gran fracaso de la Uni¨®n Europea, porque afecta directamente a su composici¨®n. Pero, sobre todo, porque deja constancia del gran problema pendiente: la incapacidad de construir una estructura supranacional de gobierno que supere la condici¨®n de tratado intergubernamental entre Estados, que es lo que ha sido siempre, y que le condena al bloqueo y al retraso en la toma de decisiones, debilitando considerablemente su posici¨®n como potencia. Dicen que Europa no puede ser de otra manera. Sabemos perfectamente que nunca ser¨¢ una naci¨®n de Estados, al modo de los Estados Unidos de Am¨¦rica. Est¨¢ formada por naciones con demasiada historia, con demasiados recelos y resentimientos acumulados, que nunca renunciaran a su afirmaci¨®n patri¨®tica. Pero, precisamente por esto, era y es necesario construir una estructura pol¨ªtica -no estrictamente burocr¨¢tica- que refuerce el v¨ªnculo con la ciudadan¨ªa y que tenga la legitimaci¨®n suficiente para imponer determinadas decisiones sin vetos ni unanimidades. Dicen que el Brexit servir¨¢ para poner un candado en Europa. Pero si el Reino Unido salva el futuro inmediato con cierto ¨¦xito, la puerta ya ha sido abierta. Y otros, menos poderosos y m¨¢s fantasiosos, pueden tener la tentaci¨®n de seguir el ejemplo.
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