El ¡®caso de la Guardia Urbana¡¯: tres amantes, tres dudas y un muerto
Arranca el juicio contra Rosa Peral y Albert L¨®pez, acusados de matar a Pedro Rodr¨ªguez, sin que se sepa c¨®mo, a qu¨¦ hora y por qu¨¦ le asesinaron
Cada uno sentado en una punta del banquillo, pero a una distancia a todas luces sideral, Rosa Peral y Albert L¨®pez se enfrentaron este lunes por primera vez al jurado que deber¨¢ decidir si son los asesinos de Pedro Rodr¨ªguez en el bautizado como el caso de la Guardia Urbana. El muerto y los dos acusados eran polic¨ªas locales de Barcelona y los tres formaban parte de un tri¨¢ngulo amoroso. Casi tres a?os despu¨¦s, el caso llega a juicio con tres dudas sin resolver: c¨®mo mataron a Pedro Rodr¨ªguez, a qu¨¦ hora y por qu¨¦. Los dos sospechosos admiten haber ayudado al otro a deshacerse del cuerpo, pero niegan ser los asesinos.?La sesi¨®n de este lunes se dedic¨® a la cuestiones previas a los interrogatorios.
Las dos acusaciones, el fiscal y la familia de la v¨ªctima consideran que Rosa y Albert mataron juntos a Pedro; la defensa de Rosa dice que lo asesin¨® Albert; y la de Albert, que fue Rosa. Durante el primer d¨ªa del juicio, los cuatro letrados solo coincidieron en una cosa: pedir a las cinco mujeres y cuatro hombres del jurado, con una media de 47 a?os, que se ¡°abstraigan de la prensa¡±. Rosa, coleta negra larga hasta la cintura y americana rosa, y Albert, barba poblada y traje ocre, intercambiaron notas con sus letrados, escucharon atentos e incluso ella se emocion¨® cuando se leyeron en la sala los planes de futuro que ten¨ªa con Pedro, su pareja, antes de ser asesinado.
¡°No crean en lo que les transmitan los acusados con sus miradas, con sus gestos o con su emotividad, porque todo eso est¨¢ preparado¡±, les advirti¨® en su turno el abogado de la familia de la v¨ªctima, Juan Carlos Zayas. ¡°Hasta vienen preparados para cuando tienen que llorar un poco para despertar la compasi¨®n¡±, subray¨® ante un jurado que acababa de ver a Rosa limpiarse las l¨¢grimas que le resbalaban por la mejilla. ¡°Les van a ver en su mejor momento. Nadie les ha visto en su peor momento: cuando mataron a Pedro¡±, insisti¨®.
En la primera sesi¨®n de este lunes, las partes hicieron diversas peticiones al juez. Las m¨¢s importantes hacen referencia a dos tel¨¦fonos m¨®viles, uno encontrado en la celda de Rosa el pasado 21 de diciembre, y otro de Albert L¨®pez. En el primer caso, el juez deneg¨® el vaciado del tel¨¦fono al considerar que ser¨ªa una ¡°investigaci¨®n prospectiva¡±, algo que proh¨ªbe la ley, para ver si encontraban conversaciones referentes al asesinato de Pedro. E insisti¨® en que el hecho de que ella no pudiese tener el tel¨¦fono en la c¨¢rcel no implica que se pueda acceder a su contenido. En el segundo caso, admiti¨® estudiar el tr¨¢fico de llamadas desde un n¨²mero que Albert L¨®pez contrat¨® con la compa?¨ªa Lycamobile. Esta ha tardado dos a?os en informar a la polic¨ªa de que el acusado era el titular del n¨²mero.
El juicio empez¨® puntual, con bastante p¨²blico y casi nadie de la familia de los dos implicados. Los testigos no pueden asistir a la vista hasta que no han declarado y buena parte del entorno de los acusados est¨¢ citada. En el primer d¨ªa se dej¨® entrever todo lo que se ir¨¢ desgranando en la Audiencia durante las siete semanas que durar¨¢ el juicio: la muerte de un mantero, que en realidad no era mantero, en una actuaci¨®n de Rosa y Albert, los antecedentes amorosos de Rosa, el supuesto car¨¢cter violento y agresivo de Albert y c¨®mo Pedro se interpon¨ªa en la vida de los dos acusados por motivos distintos, seg¨²n el abogado que haga uso de la palabra. Seg¨²n Rosa, Albert mat¨® a Pedro por celos porque la quer¨ªa para ¨¦l solo. Seg¨²n Albert, Rosa mat¨® a Pedro en defensa propia porque ¨¦l la maltrataba. Seg¨²n el fiscal, ambos le mataron para tener una vida juntos. Seg¨²n la familia de Pedro, ambos le mataron porque Pedro iba a dejar a Rosa y a explicar que Albert asesin¨® a un mantero.
El fiscal habl¨® al jurado admitiendo sus miedos, ¡°yo tambi¨¦n estoy nervioso¡±, y poniendo sus ¡°cartas sobre la mesa¡±. ¡°No hay m¨¢s testigos que los acusados¡±, dijo, motivo por el que no ha logrado saber con la investigaci¨®n la ¡°hora concreta¡± en la que asesinaron a Pedro, la ¡°forma¡± en c¨®mo se hizo y el porqu¨¦ lo hicieron. A pesar de eso, asegur¨® que no le cabe duda de que Albert y Rosa, de com¨²n acuerdo, le mataron, metieron su cad¨¢ver en el maletero de su Volkswagen Golf, lo llevaron a una pista forestal al lado del pantano de Foix y all¨ª lo quemaron. ¡°Desgraciadamente, el mal gratuito existe¡±, dijo. El fiscal pide 25 a?os de prisi¨®n para Rosa y 24 para Albert por asesinato con alevos¨ªa.
La abogada de Rosa, Olga Arderiu, pidi¨® que no se la condene ¡°por su curr¨ªculum sexual¡± que salpica toda la causa desde el principio. La mujer, de 36 a?os, era amante de Albert, de 39, y pareja de Pedro, de 38, en el momento del asesinato. Cuando ya estaba en prisi¨®n preventiva, se celebr¨® el juicio por la difusi¨®n de una foto suya de tipo sexual que implicaba a otro guardia urbano, que fue absuelto. El magistrado de la secci¨®n s¨¦ptima de la Audiencia de Barcelona, Enrique Rovira, tambi¨¦n insisti¨® en que no se juzgan aspectos de la vida personal de nadie. "No estamos ante un drama mexicano de muerte, celos y amor", opin¨® el letrado de Albert, Jos¨¦ Luis Bravo.
A diferencia de la mayor¨ªa de juicios, Rosa y Albert ser¨¢n los ¨²ltimos en declarar por petici¨®n propia. Lo har¨¢n cuando ya se hayan visto todas las pruebas contra ellos. Ambos han admitido haber ayudado al otro a deshacerse del cad¨¢ver. La batalla que libran en la Audiencia de Barcelona es quitarse el muerto de encima.
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