1,6%
Seguramente, con el Gobierno de Torra y Aragon¨¨s se ha tocado el c¨¦nit de la desconfianza ciudadana en la capacidad y en la voluntad de encarar las cuestiones pol¨ªticamente relevantes para la ciudadan¨ªa
El n¨²mero que aparece como titular de este art¨ªculo no se refiere a ninguna presunta mordida (por otra parte, ser¨ªa una cifra demasiado baja), sino al porcentaje de la ciudadan¨ªa catalana que cree ahora mismo que el Govern de la Generalitat actual est¨¢ resolviendo los problemas reales del pa¨ªs. Los datos son del CEO, el centro de investigaci¨®n del gobierno auton¨®mico. Por lo tanto, pese a la crudeza del dato y aunque estemos en plena ¨¦poca de fake news, nadie puede argumentar esta vez que tengan un sesgo prejudicialmente contrario al Ejecutivo.
Los n¨²meros se pueden mirar de muchas maneras: esa cifra se puede leer tambi¨¦n como un 98,4%. As¨ª formulado, ese porcentaje significa que una parte extremadamente mayoritaria de catalanas y catalanes considera que el gabinete de Torra, simplemente, no sirve. Una parte de la opini¨®n p¨²blica y publicada de convicciones independentistas ha tenido a bien resaltar c¨®mo estos datos desconocen el contexto de excepcionalidad marcado por la situaci¨®n judicial de una parte de la clase pol¨ªtica de los partidos que ahora mismo dan apoyo al Gobierno.
¡°Una parte extremadamente mayoritaria de catalanas y catalanes cree que el gabinete de Torra no sirve¡±
Bien mirado, los mismos estudios recogen en cierta manera la cuesti¨®n, introduciendo una pregunta m¨¢s precisa sobre si la ciudadan¨ªa cree que el Ejecutivo no ser¨ªa capaz de abordar los problemas reales en todos los supuestos o bien si con m¨¢s tiempo podr¨ªa enfrentarse a ellos. Aqu¨ª tambi¨¦n los datos son demoledores: un 61,6% considera que el Govern simplemente no sabe ni sabr¨¢, y solo un 30,6% conf¨ªa en que podr¨ªa hacerlo disponiendo de m¨¢s tiempo. Ha habido un empeoramiento destacado de estos datos con respecto al a?o pasado, cuando el 53,1% cre¨ªa que el Govern no ser¨ªa capaz de ser efectivo en ning¨²n caso, frente a un 46,9% que le conced¨ªa m¨¢s tiempo. Y en ¨¦poca del Govern de Puigdemont, en 2016, el 44% subrayaba la incapacidad total de abordar los problemas reales, frente a un 39,2% que cre¨ªa tener confianza en que en el futuro lo har¨ªa.
Seguramente, con el Gobierno de Torra y Aragon¨¨s se ha tocado el c¨¦nit de la desconfianza ciudadana en la capacidad y en la voluntad de encarar las cuestiones pol¨ªticamente m¨¢s relevantes para la ciudadan¨ªa, pero los datos demuestran una tendencia muy clara: hay que remontarse a 2011 para encontrar una inversi¨®n en la dimensi¨®n de los dos grupos. En ese a?o turbulento, en que la crisis econ¨®mica mostraba toda su crudeza, las movilizaciones ciudadanas llenaban las calles y el ¡°gobierno de los mejores¡± de Artur Mas practicaba los primeros y m¨¢s duros recortes en Espa?a, eran m¨¢s ¡ªun 44,9%¡ª los que confiaban en que con tiempo el Gobierno podr¨ªa ser efectivo al encararse a las cuestiones reales que preocupan a la poblaci¨®n, frente a un 42,3% que se demostraba del todo esc¨¦ptico.
¡°Est¨¢ en peligro la propia supervivencia del autogobierno por el descr¨¦dito acumulado¡±
La serie hist¨®rica de estos datos parece ser sumamente significativa: se puede concluir que en los a?os del proc¨¦s la confianza ciudadana en la capacidad de los gobiernos catalanes de encarar con ¨¦xito sus problemas se ha deteriorado de manera evidente. Parecer¨ªa que aquellos que a lo largo de los a?os han reivindicado toda la soberan¨ªa para las instituciones catalanas se hayan demostrado a los ojos de la ciudadan¨ªa como los menos capaces de utilizar de forma efectiva aquella de la que ya dispon¨ªan.
En estos a?os, todos ahogados en medio de torrentes de ret¨®rica, se ha pasado por alto una cuesti¨®n fundamental: m¨¢s all¨¢ de la dimensi¨®n simb¨®lica y cultural, una motivaci¨®n fundamental de la raz¨®n de poder disponer de instituciones propias tiene que ver tambi¨¦n (y sobre todo) con su operatividad, con la solvencia a la hora de gestionar los servicios p¨²blicos, de dise?ar pol¨ªticas que ¡ªaunque naturalmente reflejen las diferencias ideol¨®gicas entre los diferentes partidos¡ª est¨¦n orientadas al conjunto de la ciudadan¨ªa. Por ello estos datos deber¨ªan alertar a todos aquellos ¡ªpol¨ªticos, opinadores y electores¡ª que crean en la existencia de unas instituciones catalanas.
Lo que est¨¢ en peligro, en definitiva, es la propia supervivencia del autogobierno: no tanto o no solo por las convicciones centralistas de los gobiernos estatales del pasado y por c¨®mo han gestionado las relaciones con las instituciones catalanas, sino por el propio descr¨¦dito que estas ¨²ltimas se han granjeado entre la ciudadan¨ªa durante esta larga etapa de gobiernos independentistas. Este es probablemente el tema m¨¢s decisivo de la pr¨®xima disputa electoral: para defender las instituciones catalanas, hay que hacer primero que funcionen.
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