Pater Nucci que est¨¢s en Betanzos
El Rigoletto por excelencia de las ¨²ltimas d¨¦cadas se despide de Espa?a con un triunfal concierto en Betanzos
Leo Nucci se ha despedido de Espa?a y hay dos hechos bien destacables en la noticia. El primero es que no lo ha hecho en un gran auditorio ni en el escenario de un gran teatro de ¨®pera sino una iglesia conventual de una peque?a ciudad. No lo es menos el segundo: no bis¨® el d¨²o S¨¬, vendetta, ¨²ltima obra programada del concierto, en contra de su ya inveterada costumbre, especialmente desde que en 2009 protagoniz¨® el primer bis de la nueva ¨¦poca del Teatro Real de Madrid.
Betanzos ha venido conmemorando desde hace un a?o el 800? aniversario de su traslado desde Tiobre al antiguo Castro de Untia -su actual casco hist¨®rico, situado en lo alto de un promontorio entre los r¨ªos Mendo y Mandeo-. Desde este jueves, La iglesia de San Francisco de Betanzos puede a?adir a su larga historia haber sido escenario de la ¨²ltima actuaci¨®n en Espa?a del ¨²ltimo gran Rigoletto de nuestro tiempo.
El gran acto de clausura del octavo centenario del actual Betanzos comenz¨® con un discurso de su alcaldesa. Mar¨ªa Barral compendi¨® los actos conmemorativos de este centenario y agradeci¨® su esfuerzo a cuantos han colaborado en ¨¦l. Finalmente, expres¨® su reconocimiento a que una figura de la talla de Leo Nucci accediera a cerrar el centenario con este concierto.
El repertorio programado ten¨ªa dos centros -la m¨²sica de Verdi y la figura del padre- y un protagonista, Leo Nucci. Junto a este brill¨® la voz e interpretaci¨®n de Clara Jelihovschi Panas; ambos fueron acompa?ados por el conjunto Italian Opera Chamber Ensemble, habitual acompa?ante de Nucci en este tipo de conciertos. El conjunto ¨Ccuarteto de cuerda, piano, clarinete y arpa- interpret¨® el preludio al tercer acto de La traviata. El ambiente estaba creado; la magia pod¨ªa empezar.
Sali¨® Nucci y el templo se convirti¨® en aplauso; cant¨® Di Provenza il mar il suol y la magia dio comienzo: Leo Nucci se acababa de convertir en el Germont, duro, inflexible y un tanto ego¨ªsta padre. El toque m¨¢gico alcanz¨® a Clara Jelihoschi y sorprendi¨® a quienes no la conoc¨ªan. La limpieza y brillo de su voz encarnaron a Violeta Valery en el aria Addio, del passato de La traviata y la emoci¨®n de su canto embarg¨® al auditorio.
A partir de ah¨ª el padre Nucci tom¨® posesi¨®n de su trono betanceiro y dict¨® c¨¢tedra verdiana desde el Rodrigo del Don Carlo al Rigoletto que lo elev¨® a su sede mundial. Nucci conserva a sus 78 a?os una voz que muchos querr¨ªan tener a los cincuenta pero su maestr¨ªa no se reduce a lo vocal. Su dureza en Cortigliani, vil razza dannata se transform¨® en piedad paterna en Tutte le feste al tempio, con una Gilda de libro por parte de Jelihovschi, y en odio en el Si, vendetta. Quienes le vimos de frente no lo podremos olvidar. Su mirada llameante; unida a su canto explica, incluso a los m¨¢s reacios, por qu¨¦ ha sido ¨Cy es- el Rigoletto de absoluta referencia de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Jelihovschi fue compa?¨ªa ideal para el homenaje del Concello de Betanzos a la ciudad y a Nucci. Su interpretaci¨®n de Che cosa strana de Il sordo mostr¨® el precioso esmalte de su voz, su gran capacidad actoral y la belleza de la m¨²sica que Paolo Marcarini ha puesto al libreto con el que Nucci ha contribuido a celebrar el 250? aniversario del nacimiento de Beethoven. Un broche de oro a la colaboraci¨®n entre ambos desde tiempo inmemorial.
El Italian Opera Chamber Ensemble llen¨® San Francisco de bello sonido y buen hacer, destacando el solo de viol¨ªn de Pierantonio Cazzulani en la Meditaci¨®n de la Tha?s de Massenet. Tras el programa, el p¨²blico se entreg¨® a los artistas en una ovaci¨®n m¨¢s que c¨¢lida. Y lleg¨® la sorpresa: Nucci no bis¨® el Si vendetta. A cambio, cant¨® el Nemico della Patria de Andrea Chenier, Jelihovschi el Muzika de Valerile Dunarii y Nucci volvi¨® con Si, questo ¨¦ lo che cercabo, un canto al amor de Il sordo.
M¨¢s y m¨¢s aplausos lograron que un Nucci emocionado entonara junto a Jelihovschi una canci¨®n de despedida, pidiendo al p¨²bico que los acompa?ara cantando. Bastantes lo hicieron, a otros se lo impidi¨® la emoci¨®n. Fue hermoso pero innecesario: nadie podr¨¢ olvidar a Leo Nucci. Estar¨¢ presente en cuanto Rigoletto se escuche por el mundo adelante. Gracias, maestro, por tanto que nos dio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.