La ¨²ltima misa clandestina de Josep Benet
Torra convierte el centenario del senador de la Entesa dels Catalans y padre del concepto ¡®un sol poble¡¯ en un acto independentista y de homenaje a Pujol
En plena Guerra Civil, y hasta que en 1938 no fue movilizado (y despu¨¦s herido) como miembro de la quinta del biber¨®, Josep Benet (Cervera, 1920 - Barcelona, 2008) particip¨® en Barcelona en alguna misa clandestina. Era l¨®gico (y valiente) trat¨¢ndose de quien, criado entre el ambiente obrero del barrio de Sant Andreu y la escolan¨ªa de Montserrat, hab¨ªa adquirido su primer compromiso militante durante la Rep¨²blica en la Federaci¨® de Joves Cristians de Catalu?a (Fejoc). Vendr¨ªan m¨¢s compromisos, pero con carn¨¦ solo se concretar¨ªan en la clandestina Uni¨® Democr¨¤tica de los 40, de la mano de Maurici Serrahima y F¨¨lix Millet, y en la afiliaci¨®n honor¨ªfica a CCOO que recibi¨® en casa, poco antes de morir, de Joan Coscubiela y ?ngel Rozas.
Por el camino, la trayectoria de un Benet abogado, historiador y activista antifranquista fue patri¨®tica y pol¨ªticamente intensa, rica y llena (si bien siempre pobre y austera). As¨ª lo explic¨® en una larga glosa la tarde del mi¨¦rcoles, en el Palau de la Generalitat, el historiador y comisario del Any Benet Josep Maria Sol¨¦ y Sabat¨¦, que us¨® una cita del personaje para resumir su pensamiento: ¡°Socialista democr¨¢tico, nacionalista catal¨¢n, defensivo y no agresivo, y cat¨®lico¡±.
Ante el presidente Quim Torra, los expresidentes de la Generalitat Jordi Pujol y del Parlament Joan Rigol, y de Florencia Ventura, viuda de Benet, intervino tambi¨¦n su bi¨®grafo, un ponderado Jordi Amat que puso en valor la idea benetiana de un solo pueblo. Habl¨® igualmente el historiador Jaume Sobrequ¨¦s, poco riguroso cuando explic¨® la historia de la Entesa dels Catalans y del Benet senador m¨¢s votado de Espa?a el 1977. Y m¨¢s fan¨¢tico cuando menospreci¨® al Benet candidato a la Generalitat por el PSUC en 1980 y, sobre todo, cuando arranc¨® los ¨²nicos aplausos espont¨¢neos al clamar por los ¡°presos pol¨ªticos¡± y lamentar que Benet ¡°no lleg¨® a tiempo de vivir el boom independentista que tan feliz lo habr¨ªa hecho¡±.Si en Historia siempre es resbaladizo entrar en ucron¨ªas o hacer hablar a los muertos, es en cambio pertinente hacerse preguntas clave (Benet lo hac¨ªa en sus libros) que en el homenaje quedaron en el aire. ?Qu¨¦ hubiera opinado Benet de la confesi¨®n del Pujol corrupto? Sobrequ¨¦s no se lo pregunt¨® porque se confundi¨® de homenaje cuando pontific¨® delante de ¨¦l que ¡°Pujol es el pol¨ªtico m¨¢s importante de Catalu?a del siglo XX¡±. Y Torra, que cerr¨® el acto citando un art¨ªculo de Benet donde apelaba a no desfallecer ¡°hasta que el pueblo de Catalu?a no consiga su libertad total¡±, tampoco respondi¨® si en 1977, a?o en que confes¨® que lo hizo por primera vez como en la canci¨®n de La Trinca, vot¨® a Benet o a Llu¨ªs Maria Xirinacs.
Adem¨¢s de lo que se dijo, y a pesar de la solemnidad y la n¨®mina (corta) de asistentes al sal¨®n Sant Jordi (Rafael Rib¨®, Pere Portabella, Xavier Folch, Joan B. Culla...), el acto acab¨® teniendo un extra?o tono de misa casi clandestina para el autoconsumo procesista, sector JxCat (no fue nadie destacado de ERC). Contribuy¨® a ello una convocatoria por estricta invitaci¨®n personal que, am¨¦n de a familiares y amigos, s¨®lo debi¨® llegar al mailing de las medallas de oro de la Generalitat, a tenor de lo que indicaba un cartel de protocolo. En ambientes acad¨¦micos, culturales o pol¨ªticos vinculados a Benet no se avis¨® del acto. Y su eco medi¨¢tico ha sido discreto. Como lo fue Raimon al marchar con su mujer Analisa al final del acto, tan contrariados por lo o¨ªdo como por haber tenido problemas de acceso. A pesar de presentar la invitaci¨®n como medalla de oro, le hicieron identificarse con el DNI en la puerta de la Generalitat. Aquella por donde entra cualquiera a colgar una pancarta, pero donde nadie conoc¨ªa al cantante retirado, desde el 2017, en un silencio que parece ya antiguo y muy largo.
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