Cuando el bolso estampado se convirti¨® en podcast
M¨¢s all¨¢ de sus telas estampadas, las madrile?as hermanas Zubizarreta han creado con su firma Zubi una comunidad que se aglutina en su espacio de Zurbano
Cuando poco despu¨¦s de entrar la luminosa tienda de Zubi, en Zurbano, 22, sus propietarias, Elena y Mercedes Zubizarreta, acompa?an al visitante hasta la planta inferior, estudio, taller y epicentro neuronal de la marca, la sensaci¨®n es de un cierto poder. De sentirse un privilegiado. De entrar al coraz¨®n del universo en el que se idean y fabrican sus famosos bolsos estampados. Pero cuando empiezan a contar la cantidad de cosas que se hacen all¨ª, de planes que se perge?an y de amigos que pasan, a uno se le pasan las mariposas. Pero se le vienen las ganas de saber.
Mer y Elena, las Zubis, no pod¨ªan ser m¨¢s iguales y m¨¢s opuestas. La una, morena, de oscuro pelo corto y ojos vivarachos; la otra, con piel de porcelana, melena rubia y ojos azul transparente. Pero siempre conectaron en sus proyectos. Sobre todo desde verano de 2012 cuando la una, Mer, le regal¨® a la otra, Elena, un bolso de tela que cosi¨® a mano una noche con una bonita foto impresa, una foto de una playa de Varadero que ellas mismas hab¨ªan hecho y que Mer retoc¨® y satur¨® de color en la era preinstagram. Fue un ¨¦xito en la fiesta del cumplea?os del d¨ªa siguiente. Hicieron algunos bolsos m¨¢s m¨¢s. Vendieron 50 en el sal¨®n de Mer. Y luego otras 200 m¨¢s durante el verano. ¡°Y ya ah¨ª montamos una empresita¡±, cuenta Elena, que segu¨ªa trabajando en una farmace¨²tica. Pero se fueron a una feria textil de Par¨ªs. Y volvieron con un encargo de 3.000 bolsos para entregar en Jap¨®n en cuatro meses. El resto es historia desde hace ocho a?os, con mochilas y bolsos de todo tipo, una tienda, media docena de empleadas, una l¨ªnea de ropa y un taller con cinco mujeres en Almonacid del Marquesado, Cuenca. Y sobre todo con una inmensa capacidad para crear comunidad.
Porque Zubi nunca quiso ser una marca de bolsos. O no solo. Ellas buscan hacer comunidad, ense?ar el pan que comen, contar la pena que les da que retiren un vestido, explicar la ilusi¨®n que les hace exponer en una galer¨ªa. Su perfil de Instagram, lleno de mensajes de normalidad e inspiraci¨®n, roza los 50.000 seguidores, como si de una influencer en toda regla se tratara. Pero el ¨¦xito m¨¢s inesperado ha llegado gracias a su podcast. ¡°Es que Zubi no es un producto, es una misi¨®n¡±, gesticula Mer. ¡°Existe para hacer la vida de las mujeres mejor. Es ser mejores, crear, compartir¡±.
Por eso crearon hace tres a?os su programa de radio, primero con algunos amigos que se prestaron a pasar por all¨ª. Con gente a la que admiraban. Luego, tirando de contactos y conocidos y clientas. ¡°No hab¨ªa ni categor¨ªa en iTunes¡±, recuerda Mer. ¡°Yo le dije que mientras que costara poco¡ Y nada, fueron 100 euros de grabadora¡±, hace cuentas Elena. Lo que jam¨¢s calcularon era el r¨¦dito: m¨¢s de 60 programas y de 300.000 escuchas. Y ni un duro: ¡°Somos nuestras propias patrocinadoras¡±, r¨ªen sobre un proyecto que casi nadie entend¨ªa y del que fueron pioneras (¡°Nadie sab¨ªa qu¨¦ era eso, no sab¨ªan ni c¨®mo se dec¨ªa¡±, reconocen).?
Y as¨ª naci¨® y as¨ª ha crecido Charlando con Zubi. De forma tan natural como la suya, sin una estrategia clara, de forma tan org¨¢nica como las palmeras que llevan retirando sus pouch, sus carteras, desde la primera colecci¨®n y que no piensan retirar, caigan las modas que caigan. ¡°Por aqu¨ª ha pasado, b¨¢sicamente, gente que nos gusta, como Leonor Watling o Amparo Llanos, de Dover. Y gente de marcas a las que admiramos, como Suma Cruz, Sally Hambleton, Abe the Ape, Nacho Aguayo¡ Se trata de charlar de algo, de profundizar. Es muy inspirador, emocionante¡±.
Al final, ese audio y la tienda se acaban cruzando en la vida de estas madrile?as. ¡°Hay quien nos escucha y dice: ¡®Vengo a compraros un bolso porque me hab¨¦is ayudado much¨ªsimo con el podcast¡±. Y, tres a?os despu¨¦s, eso a¨²n las sorprende y las emociona.
No pretenden dejarlo, ni parar. Les apetece seguir con ello. Seguir so?ando con proyectos, no fara¨®nicos, pero s¨ª sorprendentes, como los talleres de acuarela, de bullet journal o de comida californiana que organizan. De lo que les apetece, b¨¢sicamente. O con los destinos en los que se basar¨¢n los estampados de sus nuevos bolsos, cuyas fotos siguen haciendo ellas mismas, como hace ocho a?os. ¡°Me encantar¨ªa ir a Groenlandia, ver el azul de esos glaciares, lo m¨¢s salvaje¡±, sue?a Mer. ¡°Y a Australia. O a los polos. Lo m¨¢s desconocido¡±, le replica Elena. O con los proyectos para poner en valor a sus cinco costureras de Almonacid. Esas, las m¨¢s cercanas a ellas, ¡°las que de verdad concilian, unas superwoman¡±, defienden ellas. Las que, por mucho que les rueguen, se niegan y requeteniegan a salir en el podcast. Para hablar ante los micros y ya est¨¢n ellas.
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