Incertidumbres y esperanzas ante el plebiscito constitucional en Chile
La postergaci¨®n de sentidas demandas que llevaron a la revuelta popular genera riesgos de un nuevo estallido social
Hace m¨¢s de 20 a?os, Ulrich Beck afirmaba que la sociedad contempor¨¢nea estaba sometida a un cambio radical producto de cinco procesos interrelacionados: la globalizaci¨®n, la individualizaci¨®n, la revoluci¨®n de los g¨¦neros, el subempleo y riesgos globales, tales como la crisis ecol¨®gica y el colapso recurrente de los mercados financieros. Hoy podr¨ªamos agregar las pandemias y la crisis de la democracia amenazada por los populismos fundamentalistas de distintos signos. La construcci¨®n de una segunda modernidad requer¨ªa, seg¨²n Beck, responder simult¨¢neamente a todos estos desaf¨ªos.
Chile no ha estado ajeno a estos procesos, que convergen con desaf¨ªos propios de un pa¨ªs emergente. Pese a avances logrados desde la recuperaci¨®n de la democracia, no se han resuelto problemas tales como la desigualdad y la alta concentraci¨®n de la riqueza y el ingreso, la mala calidad y la desigualdad de la educaci¨®n, las bajas pensiones de un sistema privado guiado por el lucro, un sistema dual de salud, el abuso y la connivencia entre el poder econ¨®mico y pol¨ªtico. La creciente irritaci¨®n y descontento de la ciudadan¨ªa culmin¨® en el estallido social de octubre del 2019, inesperado para muchos, que expres¨® la magnitud de la crisis pol¨ªtica, social e institucional que atravesaba el pa¨ªs alcanz¨¢ndose el cl¨ªmax de incertidumbre jur¨ªdica y pol¨ªtica.
En ese contexto se inici¨® un proceso de reconstrucci¨®n de las bases de la convivencia y reducci¨®n de la incertidumbre. Su primer hito fue el Acuerdo pluripartidario por la paz social y la nueva Constituci¨®n del 15 de noviembre de 2019, que permiti¨® canalizar institucionalmente el conflicto hacia un proceso constituyente. Crucial en la construcci¨®n de este Acuerdo fue el entonces diputado y actual presidente de la Rep¨²blica Gabriel Boric que, pese a objeciones de algunos sectores de la izquierda, puso su r¨²brica, d¨¢ndole un sello definitivo al camino que tomar¨ªa ese sector pol¨ªtico. Evidentemente, el acuerdo no borr¨® la honda fractura social y polarizaci¨®n entre quienes quer¨ªan una nueva constituci¨®n, y aquellos que defend¨ªan la columna vertebral de la vigente. El segundo hito fue el denominado ¡°plebiscito de entrada¡±, en el cual una mayor¨ªa de 80% rechaz¨® la constituci¨®n de Pinochet y encarg¨® la elaboraci¨®n de una nueva constituci¨®n a una convenci¨®n constitucional elegida. Conforme a la reforma constitucional que viabiliz¨® el acuerdo del 15 de noviembre, esta convenci¨®n fue paritaria, con representaci¨®n de los pueblos originarios, y un mecanismo electoral que facilitaba la participaci¨®n de los independientes para asegurar la legitimidad del proceso a la luz de la deslegitimaci¨®n que sufr¨ªan los partidos.
Tener derecho a voz por vez primera, condujo a los representantes de los pueblos originarios y de los movimientos sociales a promover la reiteraci¨®n en la propuesta constitucional, muchas veces in¨²til e inocua, de sus demandas. Ello facilit¨® que la extrema derecha desarrollara una campa?a centrada en mentiras. La exigencia de dos tercios de los votos para incorporar cada art¨ªculo hizo necesario minuciosas negociaciones para concordar el texto constitucional.
El 4 de septiembre tendr¨¢ lugar el ¡°plebiscito de salida¡±, en el cual los ciudadanos aprobar¨¢n o rechazar¨¢n la Constituci¨®n propuesta por la convenci¨®n. Ambas opciones entra?an no solo diversas valoraciones del texto constitucional, sino tambi¨¦n consecuencias respecto del camino para superar la crisis que evidenci¨® el estallido social y la posibilidad de construir un pacto social por el progreso econ¨®mico y social inclusivo.
La propuesta de nueva constituci¨®n enfrenta las incertidumbres por dos v¨ªas. Se inserta en el proceso de construir una salida democr¨¢tica e institucional, y se hace cargo tanto de las incertidumbres que evidenci¨® el estallido social, como de los grandes desaf¨ªos de una nueva modernidad. Con el Estado social y democr¨¢tico de derecho aborda la grave fractura social; con la paridad, in¨¦dita en el mundo, responde a las demandas de las mujeres; con la preocupaci¨®n por el medioambiente, genera un marco para enfrentar el cambio clim¨¢tico; con la promoci¨®n de una econom¨ªa basada en el conocimiento, la prioridad que se le da a la educaci¨®n y un rol m¨¢s activo del Estado se responde la p¨¦rdida de dinamismo y estancamiento de la productividad que la econom¨ªa arrastra desde hace 15 a?os. Con el reconocimiento de la plurinacionalidad y la interculturalidad aborda la exclusi¨®n hist¨®rica de los pueblos originarios y encara la creciente violencia en la Araucan¨ªa; con el Estado Regional, el presidencialismo atenuado, el bicameralismo asim¨¦trico y la incorporaci¨®n de mecanismos de democracia directa enfrenta la crisis de representatividad del sistema pol¨ªtico y refuerza la democracia representativa.
La derecha y un grupo denominado ¡°amarillos¡±, compuesto por exintegrantes de la centroizquierda, muchos vinculados con grandes grupos econ¨®micos del pa¨ªs, y premunidos de una trayectoria pol¨ªtica pendular que evoca la de Ciudadanos en Espa?a, critican que la nueva constituci¨®n, al reconocer la plurinacionalidad, reformar el sistema pol¨ªtico fund¨¢ndolo en un Estado Regional, en un mayor equilibrio entre el Poder Ejecutivo y el Poder legislativo e introducir elementos de democracia directa, genera incertidumbre, afecta la inversi¨®n y, por tanto, la posibilidad de financiar el establecimiento del Estado social y democr¨¢tico de derechos. El rechazo elude las causas del estallido social, del estancamiento de la capacidad de crecimiento de la econom¨ªa en los ¨²ltimos 15 a?os y del deterioro medioambiental. Pese a que sostiene que su triunfo reducir¨¢ las incertidumbres, su victoria implica mantener la Constituci¨®n vigente que coadyuv¨® a la fractura social y al estallido y mantiene la indefinici¨®n constitucional. Por la correlaci¨®n de fuerzas en el Congreso, la continuidad del proceso quedar¨¢ en manos de una derecha desafecta a los cambios constitucionales y que buscar¨¢ usar mecanismos de veto. La postergaci¨®n de sentidas demandas que llevaron a la revuelta popular genera riesgos de un nuevo estallido social.
An¨¢logamente al Brixet y al ¡°trumpismo¡± en EE UU, las ¡°fake news¡± promovidas por la ultraderecha, las redes sociales y algunos medios de prensa, explotan los miedos que genera el violento conflicto en la Araucan¨ªa, la creciente amenaza del narcotr¨¢fico y del crimen organizado y los shocks migratorios. Tambi¨¦n buscan crear una falsa ¡°realidad alternativa¡±: la nueva constituci¨®n, se?alan los partidarios del rechazo, hace de los ind¨ªgenas un grupo privilegiado y a los chilenos ciudadanos de segunda clase (pese a que las regiones donde viven los ind¨ªgenas sean las m¨¢s pobres del pa¨ªs); ¡°que si tu casa tiene una habitaci¨®n libre, la ocupar¨¢ un inmigrante¡±; ¡°que el aborto ser¨¢ posible hasta los nueve meses¡±; ¡°que las viviendas no ser¨¢n de propiedad privada y que podr¨¢n expropiar las segundas viviendas¡±; ¡°que cualquier cambio constitucional requerir¨¢ la aprobaci¨®n de los pueblos originarios¡±.
La reposici¨®n del voto obligatorio debiera aumentar significativamente la participaci¨®n electoral, lo que ha generado una gran interrogante respecto del resultado del plebiscito. Es incierto el n¨²mero de electores adicionales, su composici¨®n y su orientaci¨®n pol¨ªtica. Las encuestas pronostican el triunfo del Rechazo; la movilizaci¨®n social y los modelos de inteligencia artificial, el del Apruebo. Habr¨¢ que esperar la noche del 4 de septiembre para conocer la respuesta definitiva de la ciudadan¨ªa.
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