Las encuestas en Chile dan ventaja al rechazo a la nueva Constituci¨®n con una gran cantidad de indecisos
Los ¨²ltimos sondeos, hasta el 19 de agosto, dejaban a 1 de cada 7 votantes en la indecisi¨®n, un volumen mayor al 10% de ventaja que mantiene el ¡°no¡± en un patr¨®n de voto marcado por la polarizaci¨®n
Las encuestas en Chile no auguran mayor¨ªas abrumadoras para la nueva Constituci¨®n. Ninguna de las realizadas hasta el pasado 19 de agosto vaticinaban m¨¢s de un 44% para la aprobaci¨®n del nuevo texto, presentado al presidente Gabriel Boric el 4 de julio pasado. Y la media del ¡°apruebo¡± nunca lleg¨® tampoco a la mitad m¨¢s uno de los votantes. De hecho, nunca durante 2022 estuvo tan alta como a inicios de a?o (47,2%). Pero desde entonces baj¨®, encontrando su m¨ªnimo en julio (31,7%). En ese mismo mes se recuper¨® hasta estabilizarse en el 37,8%. El rechazo tampoco ha llegado en su media a superar claramente el 50%, aunque lo roz¨® en ese mismo mes de julio. Hoy queda en un 46,7%. Ambos resultados, y la distancia de nueve puntos, a la sombra del 15,5% de indecisos que a¨²n quedaban el 19 de agosto. Un volumen que es especialmente decisivo en una elecci¨®n que ser¨¢ obligatoria para toda la ciudadan¨ªa. Los chilenos deben tomar parttido o asumir las consecuencias legales de no hacerlo, y les vuelve inevitablemente decisivos.
Bajo el derecho constitucional, las leyes supremas de los pa¨ªses pueden ser entendidas de m¨¢s de una manera. Una de las m¨¢s aceptadas es como un conjunto de normas m¨ªnimas para la convivencia, un marco para tramitar desacuerdos. Pero otra, igualmente presente en los procesos constituyentes, es la del m¨¢ximo deseable al que aspira la sociedad que se regir¨¢ por ella: una serie de derechos y deberes. Ambas aproximaciones coinciden en que lo deseable ser¨ªa que una Constituci¨®n contase con el apoyo abrumadoramente mayoritario de la poblaci¨®n que vivir¨¢ bajo su amparo. Es bajo esta l¨®gica, la del compromiso, que se impone la obligatoriedad del voto, pero la divisi¨®n que se adivina en las encuestas vuelve el mentado deseo de consenso en quimera. Y es que la ra¨ªz principal de esta divisi¨®n es la preferencia ideol¨®gica, o partidista.
Ning¨²n grupo de la ciudadan¨ªa est¨¢ tan sobre-representado en el ¡°no¡± como los que escogieron al ultraderechista Jos¨¦ Antonio Kast en la segunda vuelta de las pasadas elecciones presidenciales, seg¨²n la ¨²ltima entregade la encuestadora brasile?a AtlasIntel. Y lo mismo pasa con los del vencedor desde la izquierda, el actual presidente, Gabriel Boric, y el s¨ª. Otros factores importan, siendo especialmente interesante la din¨¢mica de edad: son los m¨¢s j¨®venes y los m¨¢s mayores quienes optan por aprobar el texto con mayor frecuencia, mientras que los de mediana edad est¨¢n m¨¢s en el rechazo. Una manera de leer esto, apenas una hip¨®tesis, es que quienes sufrieron durante m¨¢s tiempo la dictadura de Augusto Pinochet y quienes nunca la vivieron forman una coalici¨®n por superar la actual Constituci¨®n; por el contrario, los que estaban en su plenitud pol¨ªtica y ciudadana durante la transici¨®n a la democracia son quienes m¨¢s abogan por mantenerla. De nuevo, la ideolog¨ªa atravesar¨ªa el resto de factores.
En los datos del gr¨¢fico anterior tambi¨¦n se aprecia que los votantes en blanco o abstencionistas pero tambi¨¦n los de Boric est¨¢n sobre-representados en la indecisi¨®n respecto al refer¨¦ndum. Y que, de hecho, aunque los de Kast se van en bloque por el rechazo, los de Boric no lo hacen tanto por el s¨ª. Cuando se divide el voto por ideolog¨ªa declarada en lugar de recuerdo de voto, tal y como lo aproxim¨® la encuesta Pulso Ciudadano, resulta que la inclinaci¨®n de la izquierda por el ¡°apruebo¡± es tan clara como la que tiene la derecha por el ¡°rechazo¡±: es el centro el que est¨¢ dividido. La mitad en el no, y de la mitad restante, un tercio en el s¨ª, un 15% en la duda.
De juntar ambos gr¨¢ficos resulta la apreciaci¨®n de que el ¡°rechazo¡± tiene a casi toda la derecha, el ¡°apruebo¡± a la pr¨¢ctica totalidad de la izquierda pura, y es el centro junto a los no alineados y a los habitualmente indecisos ideol¨®gicamente los que concentran una mayor divisi¨®n que alimenta esos m¨¢s de dos millones de indecisos que a¨²n le quedar¨ªan a Chile.
Otra manera m¨¢s matizada de observar a este grupo es ofreciendo opciones de seguridad en el voto. As¨ª lo aproxim¨® la encuesta Pulso Ciudadano, resultando que efectivamente tanto las mujeres como los m¨¢s j¨®venes y los de nivel econ¨®mico menor tienen un suelo de voto menos firme. Tambi¨¦n, una vez m¨¢s, los no alineados ideol¨®gicamente. Esto es un patr¨®n com¨²n en casi cualquier proceso electoral en el mundo entero. La diferencia en Chile es, una vez m¨¢s, que en esta ocasi¨®n el voto es obligatorio.
Esta obligatoriedad de acudir a las urnas para quienes habitualmente no lo hacen (seg¨²n abundante evidencia desde la ciencia pol¨ªtica, casi siempre porque les resulta m¨¢s costoso o dif¨ªcil el acto de votar, empezando por encontrar el tiempo para poder informarse adecuadamente y terminando por desplazarse hasta el punto de sufragio) vuelve el resultado del refer¨¦ndum especialmente dif¨ªcil de pronosticar. De hecho, cuando la encuestadora Cadem preguntaba desde finales de abril hasta mediados de agosto qu¨¦ pensaban hacer a los indecisos, la mayor parte afirmaban que no asistir¨ªan a las urnas. Este porcentaje cambiaba del 57% al 72%, ciertamente, y casi siempre que se reduc¨ªa era porque se incrementaba la posibilidad de inclinarse por la aprobaci¨®n dentro de este grupo. Pero la posibilidad de no acudir a la cita segu¨ªa siendo mayoritaria.
Para la encuesta Signos, que decidi¨® una aproximaci¨®n distinta a esta pregunta forzando a los que respond¨ªan a indicar si se encontraban m¨¢s cerca de una u otra opci¨®n, el resultado fue de dos mitades.
En qu¨¦ punto entre estas dos mitades y cualquiera de las alternativas que se pintaron durante agosto en los ejercicios de Cadem terminar¨¢ Chile es especialmente dif¨ªcil de predecir dado lo novedoso no solo de la obligatoriedad, sino del propio ejercicio: por mucho que las l¨ªneas ideol¨®gicas y partidistas impriman su especial marca al patr¨®n de voto, una Constituci¨®n cerrada es un artefacto distinto a una elecci¨®n presidencial o incluso a la selecci¨®n de una convenci¨®n constituyente. Entre otras cosas, porque al tratarse de un texto concreto, obliga a cerrar m¨¢s las posibilidades de lo que suceder¨¢ desde el d¨ªa despu¨¦s.
El d¨ªa despu¨¦s
Es precisamente plante¨¢ndose ese interrogante que Cadem le propon¨ªa a la ciudadan¨ªa elegir entre cuatro opciones: tras el refer¨¦ndum, ?qu¨¦ considera mejor para Chile? Una aplicaci¨®n del texto tal cual, una modificaci¨®n siguiendo un voto positivo, un rechazo para buscar un nuevo texto, o mantener la Constituci¨®n vigente.
Los resultados tienen dos lecturas posibles. Bajo la ¨®ptica dicot¨®mica, que es la que se plantea inevitablemente en un refer¨¦ndum (s¨ª-no) el pa¨ªs est¨¢ dividido en dos mitades muy similares. Pero puede decirse igualmente con estas cifras sobre la mesa que una mayor¨ªa notable de dos tercios (67%) est¨¢ a favor de buscar un texto distinto en mayor o menor medida al actual, reformado (32%) o reformulado por completo (35%). Es decir, que lo m¨¢s parecido al consenso estar¨ªa en que el borrador en su forma actual no lo permite. La paradoja derivada es que no est¨¢ claro qu¨¦ texto alternativo podr¨ªa suscitarlo.
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