Los baches de la realidad
La cr¨ªtica de la dirigente chilena Piergentili a ¡®los monos peludos¡¯ repite en el espejo quiz¨¢s lo que es el principal defecto de la nueva izquierda en Chile como en Espa?a: la pasi¨®n que Freud llam¨® el narcisismo de las peque?as diferencias
?Qui¨¦nes son los monos peludos? Esta es la pregunta que muchos de los que observamos de demasiado cerca el debate pol¨ªtico chileno nos hemos hecho esta ¨²ltima semana. La presidenta del PPD Natalia Piergentili ¨Cun partido de centroizquierda que forma parte del Gobierno de Boric¨C se refiri¨® as¨ª a un sector indeterminado del electorado a la que la nueva izquierda buscar¨ªa satisfacer antes que al pueblo (al que, al juzgar por los resultados electorales, tampoco parece haber llegado ella). A no ser que ¨Csus palabras eran ambiguas al respecto¨C los monos peludos sean la propia nueva izquierda que se caracteriza por el uso y abuso de barbas y pelos por todos los rincones de sus generalmente arm¨®nicos rostros.
En su respuesta aprovechaba de lanzar un desprecio por las agendas ¡°sexogen¨¦ricas¡± y les compa?eres, generalizaci¨®n salvaje por la que debi¨® disculparse abundantemente. No pod¨ªa hacer otra cosa. Lo cierto es que los monos peludos y su Gobierno lo dirige una hist¨®rica del PPD, Carolina Toh¨¢, actual ministra del Interior. Acompa?ada est¨¢ en todos los grados de la administraci¨®n p¨²blica por toda suerte de militantes del socialismo democr¨¢tico, es decir, de la ex Nueva Mayor¨ªa, la coalici¨®n de Gobierno que permiti¨® que Piergentili fuera subsecretaria en el segundo Gobierno de Michelle Bachelet, ideol¨®gicamente casi id¨¦ntico a este de Gabriel Boric.
Es del todo injusto decir que el Gobierno y su coalici¨®n no hayan aprendido las lecciones del 4 de septiembre pasado, cuando un 62% de los chilenos rechaz¨® la propuesta de nueva Constituci¨®n hecha por una convenci¨®n. Se le podr¨ªa criticar justamente de lo contrario: de lo r¨¢pido que arriaron las banderas de las convicciones que estaban al centro de su programa. Lo cierto que los consejeros m¨¢s cercanos al Gobierno, como algunos de sus ministros y subsecretarios, no pertenecen siquiera al sector autoflagelante de la Concertaci¨®n (los que pens¨¢bamos que se pod¨ªa haber hecho m¨¢s y m¨¢s r¨¢pido), sino del sector autocomplaciente de la misma (es decir, los que pensaban que hab¨ªa una continuidad m¨¢s que secreta entre las reformas econ¨®micas y pol¨ªticas de los finales de la dictadura con las transformaciones que consigui¨® la primera coalici¨®n que gobern¨® Chile entre 1990 y 2010).
As¨ª, la cr¨ªtica de Piergentili repite en el espejo quiz¨¢s lo que es el principal defecto de la nueva izquierda en Chile como en Espa?a: la pasi¨®n que Freud llam¨® el narcisismo de las peque?as diferencias. Lo que m¨¢s espantaba de la nueva izquierda cuando empez¨® era, justamente, la forma ruidosa y pol¨¦mica con que planteaba como nuevas y peligrosas ideas que eran parte de la herencia com¨²n de toda la centroizquierda hace m¨¢s o menos un siglo. Feminista era mi mam¨¢ y mi abuela, el cuidado de la naturaleza y el antirracismo est¨¢n en los programas escolares y preescolares desde mi infancia.
Es cierto: el patriarcado no muri¨®, ni el racismo, despu¨¦s de mayo del 68, pero muchas de las formas m¨¢s visibles y odiosas de estas se han convertido en vergonzosas y vergonzantes. Lo podr¨ªa confirmar cualquier pareja homosexual, cualquier hijo fuera del matrimonio, cualquier mapuche o aymara que haya vivido los ¨²ltimos 30 a?os en Chile. Esto era as¨ª al menos hasta que la nueva izquierda tom¨® el poder y la palabra. Porque la principal cr¨ªtica que se le puede hacer a la nueva izquierda en Chile como en Espa?a no es intelectual sino f¨¢ctica. O m¨¢s bien la debilidad intelectual de su entramado te¨®rico ha conseguido en la pr¨¢ctica legitimar, hacer atendible, hacer razonable, hacer gobernable, justamente el racismo m¨¢s evidente, la homofobia m¨¢s visible, la justificaci¨®n sin filtro de las diferencias sociales amparadas en el deseo por un mercado m¨¢s desregulado que nunca.
Sin Podemos no habr¨ªa habido VOX, y sin el Frente Amplio no habr¨ªa Republicanos. Es la idea de que la ¡°izquierda miente¡±, es decir, se contradice lo que les da alas a los que dicen ¡°la verdad que nadie se atreve a decir¡±. La nueva derecha encuentra en la nueva izquierda una continuidad m¨¢s que contradicci¨®n. Porque lo que separa a las feministas cl¨¢sicas de la izquierda espa?ola de las nuevas feministas a lo Irene Montero, es que estas ¨²ltimas no son ni feministas, ni de izquierdas. Lo que separa a los antirracistas cl¨¢sicos de los plurinacionales etnoc¨¦ntricos es que estos ¨²ltimos son racistas. Lo que separa al ecologista tradicional del vegano es que este ¨²ltimo no es ecologista, sino milenaristas.
La idea de que nacemos libres e iguales es el centro de cualquier izquierda de ayer, de hoy o de ma?ana. Cometemos siempre el error de pensar que esta es una intuici¨®n com¨²n ya asumida de alguna manera por todos. Lo cierto es que esta es una idea no solo compleja sino contraintuitiva, porque es f¨¢cil observar en la pr¨¢ctica que no nacemos ni libres ni iguales nunca. La derecha siempre ha hablado por los que no creen que sea ni bueno ni verdadero repetir esa ficci¨®n sin la que los de izquierda pensamos que no hay civilizaci¨®n posible. El problema moral e intelectual de la nueva izquierda es que opina en esto lo mismo que la derecha. Solo piensa que al hacer m¨¢s iguales a los que son oprimidos, o al dejarlo elegir su opresi¨®n, puede terminar con los baches de la realidad. La manera en que cada cual supera este bache, define el peso y el alcance de los que lo enfrentan esos monos peludos, que somos finalmente todos los seres humanos.
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