Algo anda mal con @gabrielboric
Twitter ¡ªy las redes sociales en general¡ª ponen al sistema pol¨ªtico en estado de emergencia permanente, sumi¨¦ndolo en una irritabilidad poco fruct¨ªfera
Resulta a lo menos curiosa la manera en que el Presidente de la Rep¨²blica decidi¨® enfrentar un reportaje del diario La Tercera sobre el operativo policial por su visita al estadio Santa Laura, donde el mandatario lleg¨® a ver a su equipo de f¨²tbol, la Universidad Cat¨®lica. Siguiendo una estrategia que pocos recomendar¨ªan y con la cual ten¨ªa poco que ganar, el mandatario critic¨® p¨²blicamente al medio y asumi¨® el problema a nivel personal, pese a existir un comunicado oficial de Carabineros que explicaba la situaci¨®n. Pero, sobre todo, eligi¨® dar la pelea en Twitter, el m¨¢s horizontal y agresivo de los espacios virtuales. Es decir, no solo entr¨® en una pelea dif¨ªcil e innecesaria, sino que adem¨¢s lo hizo en una cancha hostil en la que nunca triunfa nadie, como no se puede triunfar en una guerra de escupitajos. Quien entra ah¨ª, de alg¨²n modo, acepta que saldr¨¢ a escupir y a ser escupido, lo que, en el mejor de los casos, sirve para entregarle munici¨®n a su barra brava y enardecer a sus adversarios. Lejos de aclarar el panorama y despejar inc¨®gnitas, hizo crecer una pol¨¦mica que nunca debi¨® existir.
No es la primera vez que Gabriel Boric recurre a esta v¨ªa para publicar su opini¨®n generando pol¨¦mica en el camino. Tuitero recurrente desde hace ya varios a?os, su paso por la red social hoy controlada por Elon Musk sirve de testimonio de las posturas del jefe de Gobierno al menos desde 2009. @gabrielboric ha comentado sobre lo humano y lo divino; sobre f¨²tbol, poes¨ªa y libros. Por eso, este enfrentamiento puntual est¨¢ lejos de ser una coyuntura olvidable o un traspi¨¦ generado por el apuro. Es, m¨¢s bien, el testimonio de una nueva izquierda cuya trayectoria pol¨ªtica se ha desplegado al alero de las redes sociales y su uso a ratos destemplado.
Pero ser¨ªa un error atribuir esto solamente a un error presidencial, a la torpeza de uno u otro dirigente; verborreicos, apuretes y desatinados han existido en todos los tiempos. Se trata de que la din¨¢mica de las redes induce a extremar el discurso, a comentar irreflexivamente la contingencia, a quedar cazados por s¨ª mismos. As¨ª, Twitter ¡ªy las redes sociales en general¡ª ponen al sistema pol¨ªtico en estado de emergencia permanente, sumi¨¦ndolo en una irritabilidad poco fruct¨ªfera. En este caso, ?contribuy¨® Gabriel Boric con su tuit a un debate p¨²blico m¨¢s informado? ?Puso el foco en donde deb¨ªa estar, calm¨® las aguas, habit¨® el cargo? ?No se rebaja Boric al pelear con la prensa por Twitter, no hab¨ªa nadie m¨¢s que pudiera abordar el problema por ¨¦l?
Parece que esta din¨¢mica tuitera acelera la incipiente polarizaci¨®n de ¨¦lites de nuestra dirigencia pol¨ªtica. Chile no es el ¨²nico lugar del mundo en que suceden estas cosas, desde luego. La mala experiencia del Gobierno de Donald Trump confirma, entre otros casos, el problema. Algo similar sucede con la posibilidad de hacer cualquier autocr¨ªtica, que ha vuelto a estar en la palestra a partir de las duras palabras de Natalia Piergentili, presidenta de un partido de la centroizquierda oficialista, frente a las posiciones m¨¢s identitarias que afloran en una de las coaliciones del Gobierno. Salvo algunos dirigentes de esta Administraci¨®n, que creen que el camino es radicalizar el programa, apretar los dientes e insistir en la f¨®rmula de primera vuelta presidencial en 2021, es dif¨ªcil dudar de la urgencia de revisar lo que es posible hacer desde La Moneda. Solo as¨ª podr¨¢n comprender por qu¨¦ las izquierdas han fracasado tan estrepitosamente en las dos ¨²ltimas elecciones. Pero ?qui¨¦n querr¨¢ exponerse a la vulnerabilidad que implica hacer esa autocr¨ªtica, si en cosa de minutos vendr¨¢ un ej¨¦rcito de trolls a despedazarte vivo, si los oponentes ¨Cy, en ocasiones, los propios¨C te acusar¨¢n de pusil¨¢nime, de d¨¦bil, de lo que sea, con tal de poner el pie encima?
?Acaso esto significa que debemos refugiarnos en el ostracismo, retir¨¢ndonos de Twitter y las redes sociales? No necesariamente (aunque el presidente Boric har¨ªa bien en moderar su uso). Sin embargo, s¨ª exige una mirada m¨¢s cr¨ªtica hacia el contexto en el que los pol¨ªticos eligen expresar sus ideas. El Presidente nos ha dado una lecci¨®n, aunque haya sido en el sentido opuesto del que ¨¦l pretend¨ªa. En este juego de escupitajos, nadie gana.
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