Adi¨®s al cacique m¨¢s pol¨¦mico de la historia
Falleci¨® Jorge Vergara N¨²?ez, el oficial de Ej¨¦rcito que se convirti¨® en el ¡®brazo armado¡¯ de Colo Colo en su per¨ªodo m¨¢s fecundo. Ayud¨® a ganar la Libertadores, pero fue el gestor de las barras bravas organizadas desde la instituci¨®n
En junio de 1986, el f¨²tbol chileno estaba a punto de quebrarse. Cinco clubes -entre los que estaban Colo Colo, Universidad Cat¨®lica y Universidad de Chile- ven¨ªan promoviendo una renovaci¨®n de los reglamentos. Quer¨ªan terminar con la vieja Asociaci¨®n Central de F¨²tbol (ACF) para crear un nuevo organismo, vender los derechos de televisi¨®n, distribuir proporcionalmente los ingresos y que las recaudaciones fueran ¨ªntegramente para los cuadros locales. La resistencia del resto de los clubes era total cuando Miguel Nasur, el presidente de la ACF, cit¨® a un consejo de clubes.
En la vieja sede de Erasmo Escala y Cienfuegos se reunieron todos los presidentes para discutir el tema. En medio de la asamblea, un inesperado visitante se hizo sentir. En las afueras del recinto apareci¨® la barra brava de Colo Colo. Inquietos por la presi¨®n, sumada a la del Gobierno militar a trav¨¦s de la Direcci¨®n General de Deportes, todo se resolvi¨® muy r¨¢pido. Se cre¨® la actual Asociaci¨®n Nacional de F¨²tbol Profesional (ANFP) y se modificaron los estatutos. La Garra Blanca, la barra brava del club, se retir¨® en paz.
Jorge Vergara N¨²?ez, ex oficial de Ej¨¦rcito e hincha colocolino de toda la vida, se atribu¨ªa esa movida, clave en la historia del club. Colo Colo, bajo la administraci¨®n de dos empresarios j¨®venes y atrevidos -Peter Dragicevic y Eduardo Menichetti- aumentar¨ªa de manera sustantiva sus ingresos por concepto de televisi¨®n, recaudaciones y venta de jugadores. Vendi¨® publicidad y obtuvo de inmediato el t¨ªtulo de campe¨®n. Ese a?o 1986, Vergara N¨²?ez demostraba no s¨®lo su enorme conocimiento de los nuevos reglamentos -que ayud¨® a redactar-, sino adem¨¢s sus t¨¢cticas para conseguir objetivos.
La tr¨ªada directiva logr¨® conquistas in¨¦ditas. Trajo al t¨¦cnico campe¨®n del mundo Mirko Jozic para hacerse cargo de las divisiones juveniles, contrat¨® figuras estelares y construy¨® el anhelado estadio de Pedreros. En 1991, en la c¨²spide de su gesti¨®n, obtuvo por primera vez para Chile la Copa Libertadores de Am¨¦rica.
Para lograrlo hubo que mover muchas piezas, como el mismo Vergara N¨²?ez confesaba. Debi¨® aprender de los dirigentes argentinos a negociar arbitrajes, controles doping, seguridad en los recintos y calendarios. Para lograrlo arm¨® una red de influencias y presiones, donde la Garra Blanca, la barra brava del club, ocupar¨ªa un lugar preponderante al alero de la instituci¨®n.
Nada fue igual desde entonces. Colo Colo se enfrent¨® a los directorios de la ANFP de manera constante y pol¨¦mica. En 1991, Vergara dio la orden de no recibir la Copa de Campe¨®n obtenida en Coquimbo, porque su deseo era hacerlo jugando de local la semana siguiente: la dej¨® abandonada en la puerta del vestuario. Cuando quer¨ªa un jugador para el club -como Patricio Y¨¢?ez, por ejemplo- no trepidaba en utilizar diversos trucos o malabares para conseguirlo. Y los enemigos que fue gestando trataron vanamente de pasarle la cuenta.
Sobrevivi¨® a la enemistad entre Dragicevic y Menichetti -enfrentados a la elecci¨®n m¨¢s re?ida y cruenta en la historia del club-, pero su poder absoluto culmin¨® en 1998 cuando los vientos comenzaron a soplar en contra. Las deudas acumuladas por el club comenzaron a hacerse insostenibles y los v¨ªnculos de las barras bravas con las directivas de ya era dif¨ªcil de soslayar.
Con la quiebra de Colo Colo, la llegada de un s¨ªndico y la transformaci¨®n en sociedades an¨®nimas deportivas impulsada por el Gobierno, llegaron nuevos empresarios que limitaron su papel a asesor externo. Sigui¨® colaborando con otros clubes tambi¨¦n, pero su esplendor se fue apagando y su nombre provocaba m¨¢s descr¨¦dito que adhesi¨®n o temor.
Desde entonces dividi¨® al mundo del f¨²tbol entre quienes le atribuyeron un rol activo e importante en la mejor ¨¦poca de Colo Colo y aquellos que jam¨¢s le perdonaron las malas artes, los enga?os a la prensa, la presi¨®n a trav¨¦s de los barristas y su estilo prepotente y burlesco para sacar partido al poder¨ªo de la instituci¨®n.
Con su fallecimiento se reabri¨® la pol¨¦mica. Ya sea en el bando de los buenos o los malos, nadie pudo negar en el curso de su despedida que fue uno de los m¨¢s influyentes directivos que tuvo el f¨²tbol chileno en los ¨²ltimos cuarenta a?os, pero con toda seguridad, no habr¨¢ homenajes en el adi¨®s de Jorge Vergara N¨²?ez.
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