Valentina Correa y el crimen de su padre: ¡°Una vivencia traum¨¢tica me devolvi¨® la vida¡±
La hija del ingeniero Alejandro Correa, asesinado por un sicario en 2020 en el contexto de una toma de terreno de su propiedad, rechaza la leg¨ªtima defensa privilegiada que contiene la nueva ley de usurpaciones
¡°Un sicario mat¨® a mi padre, pero este texto no es una cr¨®nica policial ni un libro de autoayuda para superar el duelo. Es un ensayo testimonial sobre c¨®mo la reflexi¨®n sobre una vivencia traum¨¢tica me devolvi¨® la vida, a m¨ª, que amo la vida¡±.
Valentina Correa Uribe (Santiago, 1987) escribe un diario que, sin pausa pero tampoco apuro, alguna vez podr¨ªa convertirse en un libro. Lo hace desde el d¨ªa siguiente que asesinaron de dos disparos a su padre, el ingeniero comercial chileno Alejandro Correa (60), el 18 de mayo de 2020 en la puerta de su casa en Conc¨®n, un municipio costero a unos 130 kil¨®metros de Santiago, en el contexto de una toma de un terreno de su propiedad.
No quiere, como dice el primer p¨¢rrafo con que arranca el texto, que sea de autoayuda. Lo que busca es contar los hechos tal como sucedieron y c¨®mo es que su pap¨¢ fue asesinado por un sicario, un tipo de crimen inusual en Chile hasta hace tres a?os. Asumi¨® la vocer¨ªa en el caso y fue la intermediaria entre su familia y la Polic¨ªa de Investigaciones (PDI), y ella misma recopil¨® informaci¨®n para la Fiscal¨ªa. Fue cuando tom¨® dos decisiones mientras sosten¨ªa la mano de su pap¨¢, ag¨®nico en el hospital: as¨ª como le prometi¨® que har¨ªa justicia por el asesinato, tambi¨¦n decidi¨® que su vida, en adelante, no estar¨ªa cruzada por la amargura.
¡°En paralelo a la muerte est¨¢ la vida¡±, se recuerda Valentina en su diario. Y escribir, contin¨²a, ha sido todo este tiempo ¡°un ejercicio que reemplaz¨® muchas veces el llanto¡± o ¡°un llanto puesto en palabras¡±. Es un texto que crece todos los d¨ªas y que ha titulado Duelo por encargo.
Valentina estudi¨® salud integral, adem¨¢s de un mag¨ªster en intervenci¨®n social. Est¨¢ a punto de terminar Sociolog¨ªa en la Universidad de Chile, una carrera a la que decidi¨® entrar a los 30 a?os, cuando ya era parte de la Fundaci¨®n para la Confianza, una organizaci¨®n dedicada a tem¨¢ticas de prevenci¨®n e intervenci¨®n en casos de abuso sexual infantil y bienestar emocional y de la que fue, hasta hace unos d¨ªas, directora ejecutiva. Cuando su pap¨¢ fue asesinado, en medio del dolor, a las tres semanas retom¨® todas sus actividades, pero no como si no hubiese pasado nada. ¡°Quiz¨¢s mi vuelta al trabajo responde a mi condici¨®n humana de ser un animal laborans, como dir¨ªa Hanna Arendt, donde abandonando mi individualidad ¡ªmi duelo profundo¡ª para enfocarme en una funci¨®n, parte de un engranaje¡±, escribi¨® en su diario.
El asesinato de Alejandro Correa ha sido un hito en Chile, por su crudeza y por la historia que lo precedi¨®. El ingeniero fue gerente general de una empresa de transportes y, cuando ten¨ªa 36 a?os, compr¨® un terreno de 13 hect¨¢reas en la ciudad de Quilpu¨¦, en la regi¨®n de Valpara¨ªso, que sali¨® a venta en un remate. En la familia el sitio era visto como la gran inversi¨®n a futuro. Pero en 2017, un hombre, Renato L¨®pez, instal¨® al lado una empresa de rellenos y ocup¨® dos de sus hect¨¢reas. Primero Correa dialog¨® con ¨¦l. Incluso ambos tomaron un caf¨¦ en el que L¨®pez se comprometi¨® a devolver lo que tom¨®. Sin embargo, su siguiente paso fue poner una cerca. En 2019, el padre de Valentina decidi¨® interponer una demanda civil en su contra, mientras en paralelo el resto del terreno fue usurpado por un segundo hombre, Luis Alarco?n, que hizo una serie de loteos irregulares.
La primera semana de mayo de 2020, alertado por la segunda toma del sitio, Valentina redact¨® junto a su pap¨¢ una denuncia que enviaron la Fiscal¨ªa. Fue el viernes 17. Tres d¨ªas despu¨¦s, el lunes 20, Valentina recibi¨® un llamado en el que se enter¨® que a su padre le dispararon. R¨¢pidamente relacion¨® los hechos, junt¨® papeles y fue a la polic¨ªa la ma?ana siguiente al homicidio. Renato L¨®pez, el hombre con el que Correa tom¨® un caf¨¦, result¨® ser el autor intelectual del crimen y, en 2022, su condena a 20 a?os de c¨¢rcel fue ratificada por los tribunales superiores. El sicario que contrat¨®, V¨ªctor Guti¨¦rrez, recibi¨® 28 a?os de prisi¨®n. Tambi¨¦n fue sentenciado el conductor del auto y la pareja de Guti¨¦rrez, pues vigil¨® la casa un d¨ªa antes del asesinato. ¡°Un cerco, un l¨ªmite de separaci¨®n entre lo propio y lo ajeno. Ese fue el trazado que anunci¨® la muerte de mi pap¨¢¡±, dice Valentina en su diario.
Pese a su historia, y que Alarc¨®n fue condenado a una pena baja por el loteo irregular, por la que firma semanalmente, en medio del debate que hay en Chile por la ley de usurpaciones, ante el alza de la toma de terrenos, Valentina Correa se ha mostrado en contra de una parte de la legislaci¨®n, que ha sido aprobada, en la que se incorpor¨® la leg¨ªtima defensa privilegiada. ¡°En mi caso no quiero facilidad ni autorizaci¨®n de usar armas, necesito que el proceso legal y administrativo sea ¨¢gil y eficiente¡±, escribi¨® a comienzos de septiembre, cuando la legislaci¨®n a¨²n no era visada, en su cuenta de X (exTwitter). ¡°As¨ª como no quiero que esta experiencia me vuelva una persona amarga, tampoco quiero que me haga anular el juicio. No creo que la violencia se solucione con m¨¢s violencia. Y no creo tampoco que, porque exista la tutela, todo el mundo va a salir con armas a disparar. La tutela es competencia del Estado y es el Estado el que deber¨ªa dar la protecci¨®n y, en ese sentido, comparto que el Gobierno haya puesto un veto [a la leg¨ªtima defensa privilegiada]¡±, dice a EL PA?S.
A m¨¢s de tres a?os del crimen, Valentina Correa, a pesar de que el terreno sigue tomado, ha impulsado que all¨ª se construya un barrio de viviendas de integraci¨®n social. ¡°Me gustar¨ªa que la historia tuviera ese desenlace. No es solo recuperar el terreno, porque esta causa ya no es solo de la familia Correa, sino la causa es un tema pa¨ªs. Y la se?al es que no se puede usurpar y, adem¨¢s, matar a alguien y, adem¨¢s, qued¨¢rtelo. Es decir, que el Estado, que ya viene tarde, adem¨¢s viene con regal¨ªas. Entonces, hagamos que este lugar sea ic¨®nico y que detr¨¢s de este hecho tr¨¢gico se pueda transformar una promesa de futuro. Ojal¨¢ se olvide esa historia fundacional y vamos para adelante¡±.
Hacer un proyecto en el terreno es otra de las determinaciones que Valentina ha tomado en estos m¨¢s tres a?os de duelo. Tambi¨¦n ha asumido, dice, enfrentar la situaci¨®n tal cual ocurri¨®, tanto p¨²blica como privadamente. Por ejemplo, decidi¨® que nunca hablar¨ªa de la muerte de su padre, sino que ocupar¨ªa la palabra asesinato. ¡°Ten¨ªa la convicci¨®n de que deb¨ªa anclar la experiencia en el lenguaje, porque a mi pap¨¢ lo mataron y yo nunca deb¨ªa sentir verg¨¹enza por eso. Tampoco quer¨ªa que fuera un secreto familiar, porque esas son cosas muy da?inas, ni que esto quedara como un tema que no se habla, sino todo lo contrario. Yo no tengo hijos, pero para m¨ª es muy importante que cuando mis sobrinos busquen a su abuelo, vean que hubo una familia que busc¨® justicia, que dio la cara y que mi pap¨¢ era un buen hombre¡±.
Pregunta. ?Sentir verg¨¹enza por qu¨¦?
Respuesta. De estar en la cr¨®nica roja, porque a nadie le gustar¨ªa estarlo. Entonces, para mi es decir ¡°s¨ª, esto nos ocurri¨® y no tengo nada que esconder¡±. Es enfrentar que esta es mi historia y que yo, Valentina, no soy solo esta historia. Porque tambi¨¦n en esta decisi¨®n de que yo no quer¨ªa que esto me amargara la vida, no quer¨ªa tampoco que esto colonizara mi vida. Para m¨ª es importante saber que tengo una historia y tambi¨¦n una historia profesional; que tengo intereses; que hab¨ªa cosas en las que yo disent¨ªa pol¨ªticamente de mi pap¨¢ y, adem¨¢s, que soy la hija de mi pap¨¢ que vivi¨® esta experiencia. Pero yo no he querido vivir la vida desde la posici¨®n de v¨ªctima, porque la v¨ªctima directa es mi pap¨¢, y nosotras, mi mam¨¢ y mis dos hermanas, tambi¨¦n somos v¨ªctimas, pero indirectas.
P. ?Qu¨¦ le ayud¨® a vivir as¨ª?
R. Me ayud¨® mucho leer la sentencia y ver que no en un 100%, solo para dejar un margen, pero que en un 99% tiene que ver en c¨®mo yo creo que sucedieron las cosas. Y tener esa sinton¨ªa, concordar entre lo que t¨² crees que pas¨® y lo que la justicia cree que pas¨®, es cuando se vuelve a unir el pacto social. Este pacto impl¨ªcito sobre que t¨², Estado, me provees la seguridad, que esto te pas¨®, que esto no te deber¨ªa haber pasado y que este es el castigo por lo ocurrido. Y eso constituye unas confianzas impl¨ªcitas que yo no sab¨ªa que eran tan necesarias. Yo hago el s¨ªmil con los detenidos desaparecidos, y no s¨¦ c¨®mo estar¨ªa hoy si los asesinos de mi pap¨¢ estuviesen libres y que si yo no tuviera bien claro qu¨¦ es lo que pas¨®, no sabr¨ªa c¨®mo reinsertarme en esta vor¨¢gine social. Probablemente, mi historia ser¨ªa muy distinta.
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