Carlos Gran¨¦s: ¡°En Am¨¦rica Latina nos gusta echarle la culpa al ¡®yanki¡¯ o a lo que sea de nuestras desgracias¡±
El ensayista colombiano analiza la b¨²squeda de identidad regional y los v¨ªnculos con los populismos, en una conversaci¨®n con el intelectual chileno Carlos Pe?a en Santiago
En Am¨¦rica Latina existen dos preguntas que atraviesan los dos ¨²ltimos siglos. ?Es una regi¨®n unida por un cord¨®n umbilical a Espa?a y a la cultura hisp¨¢nica? ?O debe acabar de emanciparse y encontrar un destino netamente americano, m¨¢s vinculado a lo ind¨ªgena? La interrogante sobre cu¨¢l es la identidad latinoamericana, a¨²n sin respuesta para los grandes intelectuales, es una de las preocupaciones y ocupaciones del ensayista y antrop¨®logo colombiano Carlos Gran¨¦s. El autor de Delirio americano. Una historia cultural y pol¨ªtica de Am¨¦rica Latina (Taurus), de visita en Santiago de Chile, abord¨® la cuesti¨®n este mi¨¦rcoles con el analista chileno Carlos Pe?a en un encuentro organizado por el Centro de Estudios P¨²blicos (CEP).
El origen de la duda de qu¨¦ es un latino, plantea Gran¨¦s, nace con las guerras de la independencia, cuando los pa¨ªses de la regi¨®n tienen que encontrar un referente identitario que les permita cortar con Espa?a. En la modernidad, unos buscar¨¢n las respuestas en lo ind¨ªgena y otros intentar¨¢n rescatar lo hisp¨¢nico y adecuarlo a los nuevos procesos, donde la sociedad debe organizarse en estamentos, adaptado a las llamadas democracias corporativas, que tuvieron una explosi¨®n las primeras d¨¦cadas del siglo XX. ¡°Son proyectos de modernidad en donde se reemplaza el estamento por la masa, se reemplaza al rey o al soberano por el conductor, pero que de alguna forma replican lo mismo: el individuo no cuenta. Lo que importa es entender la sociedad como un ¨®rgano que debe tener una cabeza y unas partes que deben estar sincronizadas a lo que diga el l¨ªder¡±, se?ala el colombiano que participar¨¢ este fin de semana en el Festival Puerto de Ideas en Valpara¨ªso.
Pe?a destaca el Estado nuevo en Brasil de Getulio Vargas, la Argentina de Per¨®n y el proyecto de lo nacional-popular en M¨¦xico como casos de ¨¦xito sociol¨®gico de esta senda. ¡°Es que hay algo muy curioso en Am¨¦rica Latina¡±, remarca Gran¨¦s, ¡°y es que la libertad es algo que siempre se est¨¢ conquistando, pero no una condici¨®n en la que estemos. No sabemos exactamente si somos libres o no, le tenemos miedo a la libertad, le tenemos miedo a la autonom¨ªa, a lo que viene con ella, que es la responsabilidad, que es el no poder echarle la culpa a nadie de lo que nos ocurre. Es un ant¨ªdoto al victimismo. Y en Am¨¦rica Latina hemos sido bastante victimistas. Nos gusta no tener responsabilidad y echarle la culpa al yanki, a la econom¨ªa global o a lo que sea de nuestras desgracias¡±.
Esa ansiedad que produce el acto responsable de ser libre es lo que ha llevado a estas sociedades populistas, postula el ensayista, en donde el ¨²nico que piensa es el l¨ªder y el resto se comporta como los brazos de un cuerpo que responden a los impulsos que vienen desde arriba. ¡°Es c¨®modo, es confortable y creo que elimina muchas ansiedades que son muy palpables en la sociedad latinoamericana¡±, a?ade.
Un factor que contribuye a este panorama es la idea que tiene Am¨¦rica Latina de ser un pueblo joven, nuevo. ¡°En las naciones j¨®venes todo est¨¢ por hacer. Entonces el presidente tiene que ser un creador, tiene que crear instituciones, constituciones, c¨®digos, una escala de valores, un ideal, una identidad nacional¡±, pero esa idea, dice Gran¨¦s, ¡°es absolutamente falsa¡±. ¡°Quienes m¨¢s se dejan seducir por esta idea son los presidentes poetas, los presidentes creadores que dicen ¡®antes de m¨ª no se ha hecho nada, antes de m¨ª ha habido 30 a?os de vicio neoliberal, 100 a?os de vicio conservador, de dominaci¨®n olig¨¢rquica que se pueden despachar de un plumazo para iniciar de cero, para resetear el pa¨ªs y darle, ahora s¨ª, finalmente, una direcci¨®n, unos cimientos s¨®lidos que le den ese futuro tan anhelado por todos los ciudadanos¡¯¡±.
Para el ensayista, el presidente colombiano Gustavo Petro es el ejemplo m¨¢s exacerbado de esta tendencia. ¡°?Cu¨¢l es la gran obra que pretende Petro? Y esto inmediatamente lo vincula a la tradici¨®n claramente populista. Est¨¢ convencido de que la palabra del orador, del presidente poeta, tiene la facultad de envolver casi que m¨¢gicamente a individuos para convertirlos en un ente superior que es la multitud. Es decir, crear pueblo¡±. ?Para qu¨¦? ¡°Para cambiar la historia. La que cambia la historia es la multitud, las tomas de tierras, de f¨¢bricas. Ese es verdaderamente el m¨²sculo de la historia, lo que produce cambios. Y esto es lo que nutre su pensamiento¡±.
Mientras una vanguardia latinoamericana ha internado dilucidar cu¨¢l es la identidad de la regi¨®n, tambi¨¦n ha habido un sector tecn¨®crata que ha desacreditado el valor de la cultura, plantea Pe?a, rector de la Universidad Diego Portales, y que el asunto se trata simplemente de crear funcionales para que operen los incentivos y las personas puedan interactuar entre s¨ª espont¨¢neamente en torno a la soluci¨®n m¨¢s eficiente. ¡°Este tipo de visi¨®n sobre Am¨¦rica Latina tecnocr¨¢tica tambi¨¦n sirvi¨® de coartada para muchas dictaduras, de derecha, desde luego, y algunas tambi¨¦n de izquierda¡±, responde Gran¨¦s. ¡°Yo creo que pas¨® aqu¨ª en Chile con los Chicago Boys y Pinochet. Les permiti¨® hacer una cantidad de reformas supremamente audaces sin pasar por el Parlamento, sin ning¨²n tipo de debate, sin ning¨²n obst¨¢culo para solucionar determinado problema. Y sin lugar a dudas, ese exceso de fe en la tecnocracia sin pol¨ªtica, ha sido claramente pernicioso¡±.
Esa idea se vincula a que existe una fantas¨ªa de que Am¨¦rica Latina es el lugar distinto, de la utop¨ªa y el ant¨ªdoto a todos estos males de la modernidad, sostiene el ensayista: ¡°Nosotros, de alguna forma, hemos sido la pantalla de proyecci¨®n de ciertas fantas¨ªas rom¨¢nticas del resto de Occidente¡±. ¡°La regi¨®n es una fuente de optimismo, en donde todo lo que ha fracasado en Europa y Estados Unidos, todav¨ªa es realizable ac¨¢. Por eso la fascinaci¨®n que despiertan todas las revoluciones latinoamericanas en ciertos intelectuales europeos y norteamericanos. Ellos, c¨®modamente desde sus universidades llenas de privilegios, no exponen su vida y no padecen las consecuencias, pero celebran con mucha excitaci¨®n todo estallido violento que sacude Am¨¦rica Latina. Y ojal¨¢ estallido violento, porque es m¨¢s heroico, m¨¢s ¨¦pico¡±.
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