La historia se repite dos veces
Lo que probablemente ser¨¢n dos plebiscitos fallidos en Chile sobre un asunto en el que el contenido y la informaci¨®n sobre lo que se encuentra en juego es esencial, podremos recoger lecciones. Pero soluciones a la vista no hay
A medida que se acerca inexorablemente la fecha del segundo plebiscito de salida para aprobar o rechazar una nueva Constituci¨®n en Chile, el 17 de diciembre de este a?o, las chilenas y los chilenos estamos viviendo una suerte de d¨¦j¨¤ vu, esa sensaci¨®n inefable de estar viviendo aparentemente por primera vez una situaci¨®n que, en realidad, ya hab¨ªa ocurrido anteriormente. Lo sorprendente es que nos encontramos en presencia de un d¨¦j¨¤ vu de una inmensa escala, ya que no es un chileno, ni tampoco un pu?ado de chilenas quienes est¨¢n experimentado esta sensaci¨®n: es todo un pueblo, cuyos integrantes se encuentran desigualmente expuestos a los pros y los contras de aprobar una nueva Carta Magna (no todo el mundo est¨¢ id¨¦nticamente interesado ni sigue con similar frecuencia los debates para capturar las preferencias constitucionales, sean estas positivas o negativas), encontr¨¢ndose enfrentados por igual a una historia que se repite dos veces, en dos dimensiones.
La primera dimensi¨®n es la repetici¨®n de acusaciones hacia las fuerzas que est¨¢n por votar en contra (todas las izquierdas y, en menor medida, nueve parlamentarios de derecha, arrastrando, seg¨²n las encuestas, entre un 20% y un 30% del electorado que se posiciona en ese lado del eje), bajo el cargo de mentir, distorsionar o caricaturizar el contenido del texto que ser¨¢ plebiscitado
?C¨®mo no verlo? Se trata de las mismas acusaciones proferidas durante la campa?a que condujo al primer plebiscito de salida (4 de septiembre de 2022), en ese caso por la derecha que llamaba a rechazar. Si en ambos casos hubo una sim¨¦trica actitud acusatoria por el enga?o proferido, resulta evidente que el denominador com¨²n, adem¨¢s del supuesto ¨¢nimo de distorsionar el contenido de la nueva Constituci¨®n, es la dificultad para comunicar lo que contiene realmente la nueva Constituci¨®n. As¨ª las cosas, la experiencia chilena arrojar¨¢ muchas ense?anzas sobre la viabilidad de las asambleas constituyentes que concluyen con alg¨²n tipo de refer¨¦ndum o plebiscito ratificatorio.
No es una casualidad si, por el lado del Apruebo en ambos plebiscitos, lo que se dibujaba era un Chile m¨¢gicamente distinto, en un caso conformado por un centenar de derechos sociales que prefiguraban la liberaci¨®n de ataduras muy antiguas, y en el otro por una forma de ilusionismo constitucional en el que la nueva Constituci¨®n garantizaba seguridad, combate a la inmigraci¨®n y la delincuencia, y tantas otras cosas de la misma raigambre. Los especialistas en comunicaci¨®n pol¨ªtica dispondr¨¢n de un material rico en im¨¢genes y representaciones para analizar ambas campa?as plebiscitarias, parecidas ¨Caunque m¨¢s potentes por tratarse de una Constituci¨®n¨C a las promesas de un programa de Gobierno difundidas durante una campa?a electoral en tiempos de pol¨ªtica normal. Cuando conozcamos los resultados de este segundo plebiscito y necesitemos explicarlos, lo que dominar¨¢ es la explicaci¨®n por el enga?o.
La segunda dimensi¨®n en la que el Apruebo de septiembre de 2022 y de diciembre de 2023 se parecen es en la ideologizaci¨®n y politizaci¨®n de la campa?a que fueron inducidas por sus partidarios, en la m¨¢s completa indiferencia por lo que est¨¢ realmente proponiendo el nuevo texto constitucional. Si en 2022 el Gobierno at¨®, fatalmente, su destino a la aprobaci¨®n de una nueva Constituci¨®n (derrumbando el dise?o ingenuo del Gabinete con el que el presidente Gabriel Boric inici¨® su mandato), la oposici¨®n de hoy amarra de modo desenfadado el destino del Apruebo una vez m¨¢s al Gobierno, apostando a que su mediocre popularidad debilite el voto rechazo, as¨ª como su flojera en informar lo que se encuentra en juego.
La senadora Ximena Rinc¨®n lo dijo sin ambages: ¡°M¨¢s que estancamiento [del voto Apruebo], tenemos que preocuparnos de que la ciudadan¨ªa reconozca que el En contra es la postura del Gobierno. Cuando eso pase, la gente entender¨¢ que tiene que hacer un giro¡±. A trav¨¦s de esta b¨²squeda de un v¨ªnculo entre el Gobierno y el voto rechazo, lo que se pretende es resaltar la lentitud del Poder Ejecutivo en informar y distribuir el texto (como si el electorado tomara su decisi¨®n de votar una vez le¨ªda y, aun m¨¢s, analizada la propuesta constitucional, lo que significar¨ªa que en periodos de pol¨ªtica normal el pueblo vota habiendo le¨ªdo y consumido todos los programas de Gobierno en competencia): cuando conozcamos los resultados del plebiscito, imperar¨¢ una segunda explicaci¨®n, la de los brazos ca¨ªdos.
Es en estos dos sentidos que la historia se est¨¢ repitiendo dos veces, en donde la racionalidad de la repetici¨®n fue muy bien expuesta y explicada por Ezequiel Gonz¨¢lez-Ocantos y Carlos Mel¨¦ndez mediante un sofisticado an¨¢lisis que fuese publicado hace poco en la revista Comparative Politics. En este art¨ªculo, los autores explican que los que aprobaron en septiembre de 2022 lo hicieron por razones de primer orden (esto es por motivos derivados de la propuesta de nueva Constituci¨®n), mientras que los que lo rechazaron lo hicieron por razones de segundo orden (aversi¨®n al Gobierno de Boric, descontento con el manejo de la inflaci¨®n, etc¨¦tera), es decir, por razones completamente ajenas a lo que conten¨ªa la nueva Carta Magna.
Pues bien, todo indica que algo muy parecido ocurrir¨¢ en el inminente plebiscito de salida, en el que tambi¨¦n predominar¨¢n razones de segundo orden (en este caso, aversi¨®n al liderazgo del l¨ªder de la extrema derecha de Republicanos Jos¨¦ Antonio Kast, adem¨¢s por temor de las mujeres a las normas del texto a plebiscitar que las afectan, en este caso una raz¨®n de primer orden).
Pero hay algo m¨¢s profundo que se encuentra en juego en este plebiscito. Hace pocas semanas atr¨¢s, tuvo lugar en Bruselas la Conferencia Global Select sobre Elecciones Pac¨ªficas e Inclusivas en la Era Digital, organizada por el PNUD. En esta conferencia, en la que tuve la oportunidad de participar, se reunieron un centenar de miembros de organismos regulatorios de las elecciones en distintos pa¨ªses del mundo, acad¨¦micos y representantes de las principales plataformas mundiales (por ejemplo, Meta). Las presentaciones fueron sumamente interesantes, y los debates fascinantes. En el futuro que se nos viene encima, y que en alguna medida ya se encuentra presente entre nosotros, el establecimiento de la verdad de lo que se encuentra en juego en la competencia democr¨¢tica es el verdadero tema del futuro.
Estrictamente hablando, no es un tema completamente nuevo, como bien lo recuerda Sophia Rosenfeld en su libro Democracy and Truth: A Short History, ya que con la irrupci¨®n de la imprenta y la prensa escrita se plante¨® el mismo problema. La diferencia, hoy, es un asunto de escala debido al poder de las tecnolog¨ªas de comunicaci¨®n digital, pero tambi¨¦n de temporalidad, ya que si el establecimiento de la verdad (o la demostraci¨®n de su ant¨®nimo) pod¨ªa tomar semanas y meses, en el presente esto puede jugarse en d¨ªas y hasta en horas (y eventualmente, no resolverse nunca).
La profundidad del problema es alucinante, especialmente cuando lo que se encuentra en juego no es solo la elecci¨®n de un Presidente o de un Primer Ministro, sino las propias reglas del juego y los contenidos doctrinarios de una Constituci¨®n. Pero se encuentra tambi¨¦n involucrada una gran complejidad, que la observaci¨®n no adiestrada no logra discernir completamente. No es lo mismo una noticia falsa (enteramente inventada, de punta a cabo, aunque en formas veros¨ªmiles) que la informaci¨®n err¨®nea (eso que en ingl¨¦s se le conoce como misinformation), la que a su vez se distingue de la desinformaci¨®n (disinformation): en espa?ol no disponemos de la claridad de lo que separa, en ingl¨¦s, lo que es propio de la misinformation de lo que es inherente de la disinformation), lo cual ya nos habla de la complejidad del problema involucrado.
Pues bien, los ¨®rganos regulatorios de las elecciones se encuentran en medio de una gran neblina para establecer la verdad electoral: todo conspira para que esa verdad no emerja f¨¢cilmente de las urnas, desde la creciente hostilidad pol¨ªtica hacia los ¨®rganos regulatorios (es cosa de consultar la situaci¨®n en la que se encuentran el ONPE peruano y el INE mexicano, y no pocos organismo equivalentes en los pa¨ªses del norte desarrollado), hasta la conclusi¨®n de que no estamos solo en presencia de una dificultad para consagrar la mayor¨ªa electoral tan evidente para la teor¨ªa democr¨¢tica. Entre una y otra cosa se ha introducido la interrogante sobre la calidad de la informaci¨®n que conduce a la verdad electoral. ?Qu¨¦ hacer cuando esa informaci¨®n no solo es imperfecta, sino que es deliberadamente deformada y hasta anulada por quienes compiten en elecciones? No tenemos respuestas: en ese sentido, lo que probablemente ser¨¢n dos plebiscitos fallidos en Chile sobre un asunto en el que el contenido y la informaci¨®n sobre lo que se encuentra en juego es esencial, podremos recoger lecciones. Pero soluciones a la vista no hay.
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