Huachipato y el fr¨ªo negocio de ser campe¨®n
Apenas un d¨ªa despu¨¦s de haber coronado al club, los accionistas controladores lo pusieron a la venta, ratificando que los nuevos tiempos no suponen cari?o ni lealtad
Un d¨ªa despu¨¦s de haber conseguido el t¨ªtulo de campe¨®n del f¨²tbol chileno en un electrizante final, los controladores del club Huachipato ¡ªrepresentante de la ciudad de Talcahuano, en la Regi¨®n del Biob¨ªo¡ª comunicaron que estaba a la venta. Por medio de una declaraci¨®n p¨²blica, Marcelo Ambrosio, Victoriano Cerda y Marcelo Pesce notificaban que ¡°ha llegado la hora de ceder el paso a un nuevo proceso con nuevos br¨ªos, ideas y, sobre todo, nuevas energ¨ªas. Es por ello que hoy abrimos las puertas para salir de la propiedad y gesti¨®n del club¡±.
Se?al de los nuevos tiempos en el f¨²tbol chileno, la instituci¨®n corona una era en que las sociedades an¨®nimas deportivas han sido utilizadas para crear una industria generadora de recursos en torno a la actividad. En rigor, el primer campe¨®n con esa f¨®rmula fue O¡±Higgins de Rancagua, pero su propietario es Ricardo Abumohor, un dirigente asociado a una familia de viejo cu?o en la historia del balompi¨¦ nacional, lejos del perfil del nuevo inversionista, en su gran mayor¨ªa sin ra¨ªces en la tradici¨®n del juego.
El Huachipato fue fundado en 1947 por los empleados de la Compa?¨ªa de Aceros del Pac¨ªfico, bajo el amparo de la naciente Corporaci¨®n de Fomento creada por el gobierno radical de Pedro Aguirre Cerda. La intenci¨®n era aportar al desarrollo del pa¨ªs, que requer¨ªa acero para la construcci¨®n de la infraestructura en un momento clave de la expansi¨®n industrial.
Como muchas otras empresas, sufri¨® un proceso de privatizaci¨®n durante la dictadura y en 1981 la fundici¨®n pas¨® a llevar el nombre del lugar, Huachipato, proveniente de una voz mapuche que significa trampa para cazar aves. El 2015 fue el turno del club deportivo, que dej¨® de estar bajo la tuici¨®n de la compa?¨ªa, para ser controlada por accionistas sin vinculaci¨®n afectiva ni con la zona, ni con la empresa, ni con la historia.
Este a?o ha sido particularmente complejo para los hinchas, en su mayor¨ªa a¨²n trabajadores de la sider¨²rgica, que ha enfrentado problemas financieros ante la competencia del acero chino, fuertemente subvencionado. Es por eso que acudieron al gobierno para solicitar ayudas especiales que eviten la quiebra, que afectar¨ªa de manera directa o indirecta a veinte mil personas.
En los a?os de la sociedad an¨®nima el club ha pasado m¨¢s zozobras que alegr¨ªas. Los dos t¨ªtulos conseguidos en 1974 y el 2012, bajo el alero de la compa?¨ªa, contrastaron con los ¨²ltimos dos a?os, en que debi¨® batallar, en cancha y secretar¨ªa, contra el riesgo de perder la categor¨ªa. La gesti¨®n deportiva estuvo vinculada al empresario m¨¢s influyente del medio, Fernando Felicevich, quien transfiri¨® a los mejores jugadores para reemplazarlos por promesas j¨®venes que cristalizaron esta temporada con el t¨¦cnico argentino Gustavo ?lvarez.
Ahora, disfrutando del ¨¦xito y de una tercera clasificaci¨®n a Copa Libertadores, el anuncio de la partida de los accionistas no sorprende demasiado. El club tiene su mejor valor hist¨®rico, el grupo controlador ha estado vinculado a otras instituciones m¨¢s populares ¡ªla Universidad de Chile¡ª y los clubes chilenos que ganan participaci¨®n internacional suelen desmoronarse en el plano interno por la falta de plantel suficiente para encarar dos competencias paralelas.
En el negocio que imponen las actuales reglas, lo sensato es buscar otros equipos donde desarrollar las pol¨ªticas que esta vez, en un torneo irregular y con el fracaso de los equipos m¨¢s populares, consiguieron coronar. No es falta de cari?o. Es, sencillamente, lo que impone el modelo actual.
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