Letalmente parecidos
Todo indica que hay mucho menos distancia ideol¨®gica entre todas las derechas en comparaci¨®n con sus pares de izquierda
Tras el fracaso del proceso constituyente que se inici¨®, con el acuerdo del 12 de noviembre de 2022 para canalizar el estallido social, lleg¨® la hora de los balances pol¨ªticos. Uno de ellos se refiere a las relaciones entre los partidos que se encuentran en ambos lados del espectro pol¨ªtico: cuatro partidos por el lado de la derecha y 10 partidos por el lado de la izquierda. Es tal la cantidad de fuerzas involucradas (muchas de ellas en forma de mini-partidos), que no resulta f¨¢cil parametrizar equilibrios que optimicen la eficiencia electoral y program¨¢tica de coaliciones complejas.
Lo singular de la pol¨ªtica chilena es que, de modo desfasado en el tiempo, irrumpieron por los dos lados extremos del eje derecha/izquierda fuerzas nuevas que desbordaron a los partidos tradicionales. Es as¨ª como, desde el a?o 2017, emerge como fuerza impugnadora del modo de hacer pol¨ªtica en los ¨²ltimos treinta a?os una federaci¨®n de partidos conocida como el Frente Amplio, cuyo ¨¦xito fue tan explosivo que en tal solo cuatro a?os lograron alcanzar la presidencia de Chile a trav¨¦s de Gabriel Boric. Pues bien, el mismo fen¨®meno se produjo cuatro a?os despu¨¦s en la derecha del espectro: es as¨ª como el candidato presidencial del novel Partido Republicano, Jos¨¦ Antonio Kast, gan¨® la primera vuelta presidencial, lo que se tradujo en mayo de 2023 en un inmenso ¨¦xito para ese partido al obtener el 35% de los votos en la elecci¨®n de consejeros constitucionales.
Pero la singularidad de la pol¨ªtica chilena no se detiene all¨ª. De modo completamente inesperado para los partidos que llegaron al acuerdo del 12 de noviembre de 2019, el proceso constituyente colaps¨® en dos oportunidades, golpeando rudamente a las izquierdas en el primer proceso (2021-2022), y a las derechas en el segundo proceso (2023). Si en el primer proceso fueron las izquierdas las que fueron derrotadas en un primer plebiscito de salida para aprobar una nueva Constituci¨®n (en una Convenci¨®n Constitucional que fue hegemonizada por elementos ultra, a la que se sum¨® con entusiasmo el Frente Amplio y a rega?adientes el socialismo democr¨¢tico), en el segundo fueron derrotadas las derechas (en un Consejo Constitucional dominado por la extrema-derecha encarnada por el Partido Republicano, la que arrastr¨® al resto de la derecha).
El paralelismo es sorprendente desde todo punto de vista, lo que nos habla de un fen¨®meno muy profundo, tect¨®nico, que est¨¢ afectando al sistema de partidos. No puede entonces sorprender que izquierdas y derechas se encuentren enfrentadas a un mismo dilema y al mismo tiempo, esto es dirimir sus propias hegemon¨ªas.
Este dilema comenz¨® a ser enfrentado por todas las izquierdas una vez consumada la derrota, aplastante, en el plebiscito de salida del 2022, lo que se tradujo en el liderazgo del Gobierno del presidente Boric por parte del socialismo democr¨¢tico, al ocupar las principales carteras ministeriales: Interior, Secretar¨ªa General de la Presidencia, Hacienda y Relaciones Exteriores (entre varias otras). ?Significa esto que la hegemon¨ªa se resolvi¨® por la v¨ªa de los hechos? La respuesta es no, ya que aun falta el momento electoral para consagrar, o modificar, una forma de hegemon¨ªa en el Gobierno que se instal¨®, de modo pragm¨¢tico y realista, por voluntad presidencial. Esto no es todo. Nada de estas decisiones presidenciales nos habla de convergencias program¨¢ticas y pol¨ªticas duraderas, dadas las recurrentes divergencias en diversas materias (como en la reforma previsional, la condonaci¨®n millonaria del cr¨¦dito con aval del Estado, la reforma de las Isapres, ¨¢reas de pol¨ªtica p¨²blica esenciales para plasmar algo del programa de gobierno con el cual Gabriel Boric lleg¨® a La Moneda).
Este mismo dilema se ha instalado por estos d¨ªas en las derechas, con dos importantes diferencias: la primera, evidente, es su com¨²n condici¨®n opositora, y la segunda el favoritismo del que estas derechas gozan de cara a la elecci¨®n presidencial de 2025. Es una figura de la centroderecha liberal del partido Evopoli, Hern¨¢n Larra¨ªn, quien abri¨® los fuegos, criticando la conducci¨®n del segundo proceso constituyente por el Partido Republicano, apelando a la necesidad de la derecha tradicional de diferenciarse de la extrema derecha (la ¡°mimetizaci¨®n¡± es una mala idea, ya que siempre es mejor el original que la copia), y la constataci¨®n del fracaso del ¡°proyecto de reemplazo¡± de las derechas cl¨¢sicas por una nueva derecha radical. Nos encontramos tan solo en el inicio de luchas hegem¨®nicas al interior de las derechas, que solo una elecci¨®n dirimir¨¢ quien es quien y cuantos pares son tres moscas.
Una vez m¨¢s, los paralelismos son sorprendentes, en este caso respecto del lenguaje utilizado para definir lo que se encuentra en juego. En efecto, la centroizquierda tambi¨¦n denunci¨®, cuando irrumpi¨® el Frente Amplio y derrot¨® al socialismo democr¨¢tico a trav¨¦s de una alianza con el Partido Comunista (¡°Apruebo Dignidad¡±) en la elecci¨®n parlamentaria de 2021, un proyecto de reemplazo del viejo Partido Socialista y sus aliados de centroizquierda por una joven nueva izquierda. Asimismo, se ha hecho evidente que el socialismo democr¨¢tico tambi¨¦n busca diferenciarse de la nueva izquierda frenteamplista, apelando a su experiencia en gesti¨®n gubernamental y capacidad pol¨ªtica, lo que constituye en s¨ª mismo una cr¨ªtica al car¨¢cter experimental del primer y fallido gabinete del presidente Boric (totalmente hegemonizado por la coalici¨®n ¡°Apruebo Dignidad¡±).
Es este paralelismo el que marcar¨¢ el tono de las disputas entre partidos del mismo lado del espectro, y en seguida entre coaliciones de izquierdas y derechas. El problema radica en que buena parte de estas disputas no solo se juegan en el plano electoral, sino tambi¨¦n en la dimensi¨®n program¨¢tica y de proyecto pol¨ªtico. En tal sentido, todo indica que hay mucho menos distancia ideol¨®gica entre todas las derechas en comparaci¨®n con sus pares de izquierda. Pero, sobre todo, no deja de ser llamativo que lo esencial de la pol¨ªtica chilena gira en torno a un eje derecha/izquierda en v¨ªas de mutaci¨®n interna¡como si este eje que es tan significativo para los partidos, tambi¨¦n lo fuese para los chilenos comunes y corrientes.
El desaf¨ªo no es nuevo y lo est¨¢n enfrentando derechas e izquierdas de todo el mundo. ?C¨®mo conectar, pol¨ªticamente hablando, con los intereses pr¨¢cticos y urgentes de los ciudadanos, quienes no leen la realidad desde las categor¨ªas del eje, sino m¨¢s bien desde sus experiencias vitales? ?De qu¨¦ modo pol¨ªtico organizar las enormes mutaciones de la tecnolog¨ªa y del capitalismo como, por ejemplo, la automatizaci¨®n del trabajo y la irrupci¨®n de la inteligencia artificial en zonas insospechadas de la vida cotidiana?
No me parece evidente que los partidos sean capaces de plantearse preguntas de esta magnitud, en la medida en que sus problemas hegem¨®nicos se juegan en el corto plazo, mientras que las transformaciones del capitalismo y sus diversas crisis ya tienen expresi¨®n en presente, aunque sus efectos se juegan en el largo plazo.
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