Chile tiene miedo
Si una mayor¨ªa de los chilenos siente que est¨¢ en El Salvador ¨Co en Ecuador¨C, votar¨¢ por alguien que ofrezca algo parecido a lo que prometi¨® Bukele
Aunque muchos lo menosprecian, el miedo es una de las emociones m¨¢s relevantes para la pol¨ªtica. Una sociedad capturada por este se inunda de din¨¢micas perniciosas, mina la confianza (cuando no la destruye), cambia los h¨¢bitos de la cotidianeidad, desdibuja el presente y el futuro. El miedo puede proceder de una sensaci¨®n real o imaginaria de peligro, lo cual tambi¨¦n implica que puede tener o no un correlato con lo que sucede; o con la percepci¨®n de lo que sucede. Por eso, es frecuente que los instrumentos que miden el crimen distingan dos ¨ªtems diferentes: la victimizaci¨®n, esto es, el n¨²mero de delitos efectivamente perpetrados, y el temor al delito. Cada una de ellas nos da informaci¨®n importante, seg¨²n c¨®mo sea medida. En Chile, lamentablemente, han aumentado las dos.
De acuerdo con el ?ndice de Paz Ciudadana 2023, el porcentaje de individuos que experimenta un temor significativo al crimen se increment¨® en 2,5 puntos porcentuales. El dato es importante, porque eval¨²a factores que abarcan desde la percepci¨®n de la evoluci¨®n del delito en las comunidades hasta el miedo de convertirse en v¨ªctima. Esto lo situ¨® en un 30,5% a nivel nacional, la cifra m¨¢s elevada desde que se comenz¨® a llevar registro hace 23 a?os. No se trata de cherry picking ni de un uso ma?oso de los datos: las diferentes mediciones muestran que delitos muy sentidos por la poblaci¨®n aumentan ¨Ccomo robos u homicidios¨C, junto con nuevas formas de delito que tambi¨¦n hacen cundir el p¨¢nico, como los secuestros extorsivos. El verdadero rally homicida que hemos visto durante estos d¨ªas en la Regi¨®n Metropolitana solo empeora esta sensaci¨®n. De hecho, aunque esta no es la zona con peores indicadores de criminalidad, s¨ª es la que tiene m¨¢s miedo.
Por lo expuesto antes, controlar el miedo debiera ser una tarea prioritaria de la pol¨ªtica. Si las personas sienten que viven en un contexto de peligro, se conducir¨¢n de acuerdo a ¨¦ste. No es una tarea f¨¢cil para el Gobierno: muchas cosas que se encuentran fuera de su alcance pueden incidir en el temor. Pensemos, por ejemplo, en los esfuerzos que han hecho la ministra del Interior, Carolina Toh¨¢, y el subsecretario, Manuel Monsalve, para descartar que existan bandas criminales parecidas a las que pusieron en jaque al Estado ecuatoriano hace pocos d¨ªas.
Pero hay algunas medidas que s¨ª podr¨ªan ayudar a disminuir esos temores, las cuales, complementadas con planes de mediano y largo plazo para disminuir la criminalidad efectiva, podr¨ªan poner coto a la crisis de seguridad. Otra encuesta nos sirve para explicar el fen¨®meno: la reciente encuesta Plaza P¨²blica Cadem preguntaba a las personas cu¨¢n de acuerdo estaban con ciertas medidas. Entre ellas se contaba convocar al Consejo de Seguridad Nacional, hacer uso del 2% constitucional para emergencias, cerrar las fronteras o decretar estado de excepci¨®n constitucional para la Regi¨®n Metropolitana. Todas ellas son herramientas de dudosa eficacia para enfrentar al crimen actualmente. Sin embargo, cuentan con la virtud de mostrar que se est¨¢ haciendo algo.
Para el Gobierno, la situaci¨®n es grave. Un 67% de los encuestados por Cadem cree que ha hecho poco o nada por contener delincuencia. Chile tiene miedo, y el Gobierno parece no hacer nada ¨²til, no logra dar con un tono tranquilizador ni una agenda eficaz. Dec¨ªamos antes que, si la gente se siente en un escenario de crisis, actuar¨¢ como tal. Si una mayor¨ªa de los chilenos siente que est¨¢ en El Salvador ¨Co en Ecuador¨C, votar¨¢ por alguien que ofrezca algo parecido a lo que prometi¨® Nayib Bukele, catapultado entre los mandatarios m¨¢s valorados en su pa¨ªs y el nuestro.
Cuando se trata de dar certeza en temas tan b¨¢sicos como vivir sin peligro, la tentaci¨®n de doblar la apuesta es grande. Ya no ser¨¢ un estado de excepci¨®n acotado, ni regional, sino que se prometer¨¢n zanjas por aqu¨ª y por all¨¢, militares en todo el territorio nacional, una mano cada vez m¨¢s dura. Derecho penal del enemigo, linchamientos p¨²blicos, carta blanca para disparar. No es descabellado que venga alguien a ofrecer esas y otras medidas, con tal de aminorar la sensaci¨®n de descontrol, de impunidad, de desbande.
Pero no se trata de mera ret¨®rica, de publicidad, de campa?as que adormezcan una situaci¨®n cr¨ªtica, ni tampoco de elaboradas puestas en escena de miembros del Gabinete rodeados de veh¨ªculos policiales y de efectivos armados hasta los dientes. La gente no es tonta. Se trata de complementar la agenda de seguridad con gestos que contribuyan a situar bien la crisis, a bajar el miedo, y con medidas de probada eficacia. Todo sea por fortalecer a la propia pol¨ªtica. En su capacidad de mostrar resultados se juega no s¨®lo la seguridad y el bienestar de la poblaci¨®n, sino que su propia supervivencia.
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