Invertir en las mujeres y la igualdad de g¨¦nero para un mundo mejor
La inversi¨®n en la igualdad de g¨¦nero es esencial no solo por razones de justicia e inclusi¨®n, sino tambi¨¦n para dinamizar la econom¨ªa
Invertir en la igualdad de g¨¦nero y en la sociedad del cuidado resulta un imperativo econ¨®mico y ¨¦tico para acelerar el progreso hacia el desarrollo sostenible. En un contexto de crisis entrelazadas que amenazan con profundizar desigualdades hist¨®ricas, es crucial implementar pol¨ªticas que permitan romper el c¨ªrculo vicioso de pobreza y exclusi¨®n. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, hemos logrado avances significativos en marcos normativos para la igualdad de g¨¦nero en la ley, como la promulgaci¨®n de la normativa cont...
Invertir en la igualdad de g¨¦nero y en la sociedad del cuidado resulta un imperativo econ¨®mico y ¨¦tico para acelerar el progreso hacia el desarrollo sostenible. En un contexto de crisis entrelazadas que amenazan con profundizar desigualdades hist¨®ricas, es crucial implementar pol¨ªticas que permitan romper el c¨ªrculo vicioso de pobreza y exclusi¨®n. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, hemos logrado avances significativos en marcos normativos para la igualdad de g¨¦nero en la ley, como la promulgaci¨®n de la normativa contra la violencia de g¨¦nero, la prohibici¨®n del matrimonio infantil, la discriminaci¨®n salarial, entre otros. Se avanza en la institucionalidad de g¨¦nero en los diferentes poderes del Estado, sin embargo, enfrentamos desaf¨ªos en la implementaci¨®n y financiamiento de las pol¨ªticas de igualdad. En la CEPAL hemos planteado que es el tiempo de las inversiones estrat¨¦gicas y de las pol¨ªticas p¨²blicas para avanzar hacia la igualdad sustantiva y la sociedad del cuidado.
En Am¨¦rica Latina y el Caribe, una de cada cuatro mujeres (25,3%) no cuenta con ingresos propios, casi tres veces m¨¢s que los hombres (9,7%). Entre las mujeres del primer quintil, casi el 40% no percibe ning¨²n tipo de ingreso monetario propio. La regi¨®n avanz¨® en paridad en la educaci¨®n. Las mujeres, de hecho, tienen m¨¢s a?os de estudio en promedio, pero esto no se refleja a¨²n en su plena participaci¨®n en la econom¨ªa, la pol¨ªtica, la ciencia, la tecnolog¨ªa, entre otros campos. Por ejemplo, la mitad de las mujeres se encuentra fuera del mercado laboral, en contraste con la tasa de participaci¨®n de los hombres que se acerca al 75%. Estas brechas se deben en gran medida a la divisi¨®n sexual del trabajo y la carga desproporcionada del trabajo de cuidados que recae sobre las mujeres.
Las mujeres dedican casi el triple de tiempo que los hombres al trabajo dom¨¦stico y de cuidados no remunerado. Las mujeres j¨®venes enfrentan mayores tasas de desempleo y precariedad laboral que los hombres j¨®venes, y estas diferencias son a¨²n mayores cuando hay ni?os en el hogar, mostrando que la tendencia no se est¨¢ revirtiendo. La precariedad afecta desproporcionadamente a las mujeres, con tres de cada 10 en situaci¨®n de pobreza y una de cada 10 en pobreza extrema. Hay 118 mujeres en situaci¨®n de pobreza y 120 mujeres en pobreza extrema por cada 100 hombres en similar situaci¨®n. La feminizaci¨®n de la pobreza se ampl¨ªa a¨²n m¨¢s en poblaciones ind¨ªgenas, afrodescendientes y habitantes de ¨¢reas rurales.
A pesar de estos desaf¨ªos, hay motivos para la acci¨®n y la esperanza. La regi¨®n es la ¨²nica que lleva m¨¢s de 45 a?os acordando una Agenda Regional de G¨¦nero en la Conferencia Regional sobre la Mujer de Am¨¦rica Latina y el Caribe. Se trata de una hoja de ruta ambiciosa, profunda e integral, que gu¨ªa las pol¨ªticas p¨²blicas de los pa¨ªses. La regi¨®n ha avanzado en institucionalidad, y ha acordado impulsar y adoptar pol¨ªticas fiscales progresivas, presupuestos con enfoque de g¨¦nero e implementar mecanismos de financiamiento para garantizar recursos suficientes, intransferibles y sostenibles para revertir las desigualdades de g¨¦nero.
La inversi¨®n en la igualdad de g¨¦nero es esencial no solo por razones de justicia e inclusi¨®n, sino tambi¨¦n para dinamizar la econom¨ªa. Por ejemplo, la implementaci¨®n de sistemas integrales de cuidado ¨Cque articulen servicios de salud, educaci¨®n y cuidado¨C, y las pol¨ªticas que permitan reducir y redistribuir el trabajo de cuidados, facilitar¨ªa la incorporaci¨®n de las mujeres al mercado laboral. En los pa¨ªses en los que se ha medido el aporte del trabajo dom¨¦stico y de cuidados no remunerado a la econom¨ªa, este var¨ªa entre un 15,9% y un 27,6% del PIB, donde el 74,5% de ese aporte lo realizan las mujeres.
Hoy, 8 de marzo, reconocemos que la regi¨®n avanza en el sentido correcto, pero muy lentamente para alcanzar las metas de igualdad real en 2030. Sin duda, podemos hacer m¨¢s. Con el liderazgo de las mujeres, el compromiso de los hombres y la voluntad pol¨ªtica, podemos construir una sociedad mejor que priorice el cuidado de las personas y del planeta. El mundo actual requiere cambios audaces y transformaciones urgentes, comenzando por poner fin a la exclusi¨®n hist¨®rica de las mujeres en todos los ¨¢mbitos de la sociedad.
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