Gabriela Huidobro, historiadora: ¡°Las mujeres chilenas fueron desde el siglo XIX m¨¢s avanzadas y vanguardistas que en otros pa¨ªses¡±
La autora chilena publica una exhaustiva investigaci¨®n del papel de las mujeres ignoradas en la historia de su pa¨ªs. ¡°A Javiera Carrera la conocemos porque dicen que bord¨® la primera bandera chilena -el estereotipo de g¨¦nero- , cuando tiene una historia impresionante¡±, asegura
La historiadora chilena Mar¨ªa Gabriela Huidobro, autora de Mujeres en la historia de Chile (Taurus), est¨¢ convencida de que las mujeres en su pa¨ªs no participan del relato principal como personajes agentes de la historia, sino que como sujetos que la complementan. Pero que si se las quita, lamentablemente la historia se cuenta igual. ¡°No vamos a inventar que hubo presidentas mujeres antes de Michelle Bachelet, pero reconozcamos que la pol¨ªtica no se acaba en la presidencia y podr¨ªamos narrar otros ¨¢mbitos de la historia que no sean necesariamente el pol¨ªtico y el militar desde los liderazgos, desde las posiciones de poder¡±, plantea este mi¨¦rcoles Huidobro en una cafeter¨ªa del residencial barrio de Providencia, en la semana del estreno de su libro donde recopila el rol de mujeres a lo largo de la historia de Chile tras casi dos d¨¦cadas dedicada al tema.
Pregunta. Usted dice que las mujeres son agentes activas de la historia, pero no est¨¢n presentes en la historiograf¨ªa. ?Cu¨¢les fueron sus fuentes para escribir este libro?
Respuesta. A veces no hay material o fuentes alternativas y lo que queda es hacer una nueva lectura de las mismas fuentes. Sobre todo para el caso de las mujeres de la conquista o el per¨ªodo colonial, donde hay muy pocas que ofrecen sus testimonios. El desaf¨ªo es tratar de ponerse en su lugar, entender el comportamiento o el retrato que te ofrece un autor hombre, que tiene su propia perspectiva, marcada por ciertos enfoques de definiciones de g¨¦nero de su ¨¦poca, y hacer una segunda lectura. En el caso de las mapuches, por ejemplo, llama mucho la atenci¨®n el retrato que nos ofrecen los poetas sobre ellas, s¨²per estereotipado. Alonso de Ercilla describe a Guacolda como una doncella de piel blanca como la leche. Nos ha llegado muy poco registro respecto de ellas y eso invita a tratar de buscar otras fuentes que ofrezcan una perspectiva o informaci¨®n complementaria. Ah¨ª tienes una doble alteridad, porque la historia te la cuenta un hombre y que es un otro, en este caso, espa?ol.
P. ?Y qu¨¦ descubri¨® ah¨ª?
R. En las pocas l¨ªneas que las mencionan aparecen ciertas reiteraciones. Siempre se refieren a que las mujeres acompa?an a sus compa?eros y a sus padres a la guerra, que muchas veces son capaces de tomar instrumentos dom¨¦sticos para usarlos como armas. Eso revela que tienen un arrojo para participar del combate, pese a que no necesariamente les corresponde. Y as¨ª uno puede ir viendo ciertas continuidades que a la larga te ofrecen cierta certeza como para poder contar su historia. A medida que va pasando el tiempo, uno se puede ir encontrando m¨¢s fuentes donde hay testimonios de estas mujeres. En general, los hombres cuentan la historia en el g¨¦nero historiogr¨¢fico. En cambio, las mujeres te ofrecen una carta, participan de denuncias o de demandas judiciales y ah¨ª aparece su voz.
P. En una columna en Ex Ante usted dijo que era un mito pensar que la mujer hab¨ªa sido replegada en la casa y no hab¨ªa sido part¨ªcipe activa de la historia.
R. Me mantengo en esa idea. Al final depende lo que entiendas por historia. Si no vamos a entender por historia solamente el conjunto de acontecimientos p¨²blicos de eventos extraordinarios que suceden a nivel de la pol¨ªtica y la guerra, sino que como todos los micro acontecimientos que constituyen las din¨¢micas de la sociedad, uno tiene que suponer que ah¨ª siempre hubo mujeres. Incluso en los grandes acontecimientos tambi¨¦n. Existe este prejuicio general popularizado de que las mujeres irrumpieron en la historia y toman participaci¨®n en todos los ¨¢mbitos de la vida desde el principio del siglo XX y que del XIX para atr¨¢s ellas habr¨ªan estado como relegadas, silenciadas, marginadas de la historia.
P. ?C¨®mo plantea que fue realmente?
R. En la medida en que se perpet¨²a esa idea de que las mujeres estuvieron acalladas y marginadas en sus hogares antes del siglo XX nos impide reconocer el aporte que han hecho a lo largo de la historia. No se pueden entender las guerras, por ejemplo, sin las mujeres. Las que iban a las batallas y no solamente como cantineras, incluso pod¨ªan tomar las armas o ejercer roles de enfermera, de cuidado, de acompa?amiento psicol¨®gico, de entretenci¨®n en las campa?as militares. Aquellas que no iban y se quedaban en la casa, ten¨ªan que mantener la econom¨ªa del hogar, las din¨¢micas de la ciudad, trabajar para la causa. Muchas se quedaban hilando vendas, s¨¢banas, confeccionando los uniformes, trabajaban informalmente en redes de espionaje, formalmente enviando informaci¨®n. Nuestro problema es que cuando nos imaginamos la guerra, nos imaginamos solo a hombres y reconocemos solo los nombres masculinos.
P. Despu¨¦s de su investigaci¨®n, ?cu¨¢l dir¨ªa que es el car¨¢cter de la mujer chilena?
R. Las mujeres son todas distintas en el fondo. Por lo mismo, en esas diferencias, las mujeres chilenas han estado presentes en todos los procesos. Sobre todo a partir del siglo XIX, en algunos aspectos fueron m¨¢s avanzadas y vanguardistas que en otros pa¨ªses. Estaban siempre conectadas y mirando lo que estaba pasando en Europa, en Estados Unidos y se motivaban por generar cambios para las mujeres. Las primeras mujeres que ingresan a la universidad son chilenas y algunos de los primeros peri¨®dicos que se publican de mujeres para mujeres tambi¨¦n est¨¢n en Chile.
P. ?Qui¨¦n es la mujer que m¨¢s rabia le dio por lo injusta que ha sido la historia con ella?
R. Javiera Carrera tiene m¨¦rito de que se la reconozcan en general como la madre de la patria, tiene m¨¢s espacio de visibilidad que otras mujeres en la historia, pero creo que no se corresponde con todo lo que hizo. Por eso su cap¨ªtulo arranca diciendo que la conocemos porque dicen que bord¨® la primera bandera chilena -el estereotipo de g¨¦nero- , y por la canci¨®n de do?a Javiera Carrera baila a la refalosa. Y en realidad tiene una historia impresionante por todo el sacrificio que asumi¨® en la articulaci¨®n de la causa independentista. Siempre respald¨® y creo que aconsej¨® a Jos¨¦ Miguel Carrera. Luego recolect¨® fondos, confeccion¨® uniformes. Adem¨¢s, era un poco la madre sustituta de los tres hermanos Carrera porque su madre muri¨® tempranamente. Cuando el bando patriota pierde frente a los realistas ella se autoexilia en Argentina con sus hermanos. No alcanza ni siquiera a decirle a su marido. Est¨¢ 10 a?os fuera y al leer sus cartas, uno ve el dolor que siente de no poder ver crecer a sus hijos. Y todo eso para que te conozcan por el baile de la resbalosa.
P. ?Cu¨¢nto marca la cuna entre las mujeres chilenas?
R. Much¨ªsimo, para bien y para mal en los dos casos. L¨®gicamente, las mujeres de ¨¦lite ten¨ªan mayor acceso a oportunidades educativas desde la ¨¦poca colonial, siempre y cuando estuvieran en un contexto familiar que se los permitiera. Ah¨ª est¨¢ en el fondo la desventaja es que pueden tener grandes oportunidades, pero al mismo tiempo exigencias que pesan sobre ellas sobre el deber ser femenino: dedicarse a la casa, al cuidado de los hijos, ser una buena se?ora o entrar al convento. Para la mujer popular, que adem¨¢s es sumamente vulnerable, se da al rev¨¦s. Si bien tienen de facto m¨¢s libertades, tienen por supuesto muchas m¨¢s dificultades para poder libremente escoger qu¨¦ quieren hacer con su vida porque se dedican a sobrevivir. Por lo mismo, todos los primeros grandes avances que se consiguen en materia feminista -el concepto se empieza a usar en realidad en el siglo XX-, fueron por las mujeres de ¨¦lite.
P. ?Cu¨¢ndo se mete en el feminismo la mujer popular?
R. Gracias a la industrializaci¨®n tambi¨¦n empiezan a surgir nuevas necesidades. Empiezan a formalizarse como mujeres trabajadoras en la industria y a vivir injusticias dobles. Primero por ser obreras, pero segundo por ser mujeres obreras. Un obrero ganaba tres veces m¨¢s de lo que una mujer a principios del siglo XX, no ten¨ªan ninguna garant¨ªa laboral, enfrentaban muchas veces problemas con abuso sexual de los patrones, empresarios y due?os de industria. Entonces comienzan a tomar conciencia de que hay una cierta agenda por la que ellas tienen que pelear. Ah¨ª surgen voces como Teresa Flores, Carmela Jeria, Eloisa Zurita.
P. La ¨²ltima mujer que eligi¨® en la recopilaci¨®n fue Gabriela Mistral. ?Por qu¨¦?
R. Ella justamente da cuenta de ese problema. Lo que trat¨¦ de hacer en el libro era mostrar a estas mujeres interconectadas. A las mujeres en la historia de Chile se les suele presentar en su individualidad o en una compilaci¨®n de biograf¨ªas o como mujeres extraordinarias justamente por ser excepcionales y no representar a otras que no conocemos, que son la norma. Y en el caso de Gabriela Mistral yo siento que faltaba mostrarla como representaci¨®n de estas conexiones e inserta en estas redes de intercambios de ideas y de las preocupaciones que representaban estas mujeres del siglo XX.
P. Hay un debate sobre su feminismo. ?Usted qu¨¦ piensa?
R. A m¨ª me llama la atenci¨®n c¨®mo en el ¨²ltimo tiempo se ha popularizado nuevamente su imagen, se la ha resignificado, se la ha vestido incluso de otras maneras y si bien eso es s¨²per valioso porque mantiene vigencia y se la valora, se la va distanciando de su voz original. Ella siempre mantuvo un discurso respecto del rol de la maternidad, que define la esencia de ser mujer y por lo mismo su oposici¨®n absoluta a la legalizaci¨®n del aborto. Por otra parte, nunca quiso adscribirse al feminismo y lo dice literalmente, yo no soy feminista y si lo fuera, ser¨ªa feminista de derecha. Lo escribi¨® en una carta que redact¨® en Montpellier, Francia.
P. ?Y c¨®mo han avanzado las luchas de las mujeres en la historia?
R. Se mantienen ciertos debates como los temas de desigualdad salarial, de violencia de g¨¦nero y dom¨¦stica y ciertos prejuicios arraigados en la cultura popular como que las mujeres no participan en pol¨ªtica porque son demasiado sensibles y emocionales o que no son buenas en matem¨¢ticas o ciencias. Esos prejuicios evidentemente no impactan igual ahora en nuestras libertades, pero s¨ª terminan muchas veces estableciendo ciertas diferencias en el d¨ªa a d¨ªa. Uno en el libro puede ver que hay ciertos problemas e inquietudes de estas mujeres de hace d¨¦cadas o siglos que todav¨ªa no logramos resolver, y lo interesante es que las reflexiones todav¨ªa pueden hacer sentido.
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