La ra¨ªz chilena de la primera medallista de los juegos
Charlotte Cooper abri¨® la historia para las damas en Par¨ªs 1900. A partir de su triunfo, el machismo deportivo comenz¨® a ceder. Una leyenda que comienza a forjarse en el puerto de Valpara¨ªso
Charlotte Cooper gan¨® la primera medalla de oro femenina en los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs, en 1900. Ratificando su amplio dominio en el tenis de Wimbledon, gan¨® no s¨®lo en los individuales, sino tambi¨¦n en el doble mixto, representando a Gran Breta?a.
Nacida en Inglaterra en 1870, Charlotte se impuso en el tradicional torneo ingl¨¦s en cinco oportunidades a partir de 1895, por lo que lleg¨® a la cita parisina como amplia favorita. Era apenas una de las veintid¨®s mujeres que participaban en los Juegos, ya que el 1896, en Atenas, se repiti¨® la tradici¨®n de la antigua Grecia, que prohib¨ªa la participaci¨®n femenina en la cita deportiva.
Cuatro a?os despu¨¦s, y varias disputas mediante, las damas entraron a las canchas en competencias como el croquet, la equitaci¨®n, el tenis y la vela. Reci¨¦n en ?msterdam 1928 la participaci¨®n lleg¨® al diez por ciento, y en Los ?ngeles 1984 finalmente las mujeres pudieron correr el marat¨®n. Fue Helene de Pourtal¨¦s, una deportista suiza estadounidense, la primera en competir en la cita ol¨ªmpica en la vela, aunque junto a su marido.
Pero fue Charlotte quien se colg¨® la primera medalla de oro tras vencer a la francesa Helene Prevost por 6-1 y 6-4 en la final. Su triunfo fue casual, sin embargo. Particip¨® en la competencia porque estaba de vacaciones en Par¨ªs junto a su marido, y sin saber siquiera que esta competencia existiera. Lo de la medalla tampoco es cierto. En los segundos juegos de la era moderna a los ganadores se les otorgaba una corona de laureles y peines o pipas de regalo.
Charlotte se convirti¨® en un ¨ªcono de inmediato, y empuj¨® cambios significativos en los Juegos. Y hab¨ªa que luchar mucho. El Bar¨®n Pierre de Coubertin abri¨® la puerta para las mujeres en Par¨ªs, pese a que anteriormente hab¨ªa considerado que ¡°sus¡± juegos eran una exaltaci¨®n del ¡°cuerpo y el esp¨ªritu masculino¡±. Alguna vez dijo que ¡°las mujeres s¨®lo tienen una labor en el deporte: coronar a los campeones. El deporte femenino no es pr¨¢ctico, ni interesante, ni est¨¦tico, adem¨¢s de incorrecto¡±.
La historia de Charlotte tiene una ra¨ªz chilena. Se madre, Teresa Georgina Miller, naci¨® en Valpara¨ªso en 1840. Se cas¨® con un marino mercante ingl¨¦s, Henry Cooper. Tuvieron cinco hijos, tres de los cuales nacieron en el puerto. Se mudaron a Londres en 1868, donde naci¨® Charlotte. Su herencia deportiva en el pa¨ªs es elocuente: Leslie Cooper y Fernanda Mackenna, dos destacadas velocistas nacionales, pertenecen a la rama familiar. Conocida como ¡°Chattie¡± mantuvo contacto hasta su fallecimiento, en 1966, en Escocia.
Hoy, el legado de la deportista inglesa se refleja en los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs de 2024, que contar¨¢ con igualdad num¨¦rica entre hombres y mujeres por primera vez.
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