La identidad sin atributos
En Chile, a diferencia de otros pa¨ªses, el papel que se le entrega a los independientes es desmedido, sobre todo cuando estos fueron electos bajo el paraguas de un partido
Chile se encuentra a escasas tres semanas de sus elecciones locales, las que definir¨¢n en gran medida la suerte de las elecciones generales de 2025. As¨ª de importantes son estos comicios¡y as¨ª de sopor¨ªficas han sido las campa?as electorales. Es tal vez el precio a pagar por el predominio de campa?as digitales y en redes sociales, dejando cada vez m¨¢s atr¨¢s las campa?as protagonizadas por militantes en contactos puerta a puerta, reduciendo a nada el papel de ¡°palomas¡± y carteles en el espacio p¨²blico, as¨ª como el mon¨®tono movimiento de banderas con el nombre de candidatos en las esquinas de las principales calles por parte de ¡°brigadistas¡± remunerados y aburridos.
Una parte del sopor proviene del estado del mundo en el que se encuentra Chile, un pa¨ªs atrapado por esc¨¢ndalos pol¨ªticos y empresariales de gran envergadura: desde la continuaci¨®n del caso audios en el que se revelan todo tipo de arreglos entre un importante abogado de la plaza (Luis Hermosilla), varios pol¨ªticos relevantes, un fiscal y no pocos jueces hasta tres acusaciones constitucionales a jueces de la Corte Suprema (dos de ellos involucrados en conversaciones con Hermosilla), pasando por un caso de colusi¨®n entre tres empresas controladoras de casinos de juego (en una oda al ¡°crony capitalism¡±, o capitalismo de amigotes). Con tama?o clima t¨®xico, es dif¨ªcil ensayar campa?as estimulantes.
Sin duda que estos bullados casos participan de la explicaci¨®n del aburrimiento que provocan las campa?as. Pero hay algo que es mucho m¨¢s relevante.
La despolitizaci¨®n de las elecciones locales ha sido sin duda el principal factor del sopor: a decir verdad, ha sido la t¨®nica. Esta despolitizaci¨®n, hasta cierto punto natural en elecciones en donde se juegan asuntos e intereses locales, ha alcanzado su cl¨ªmax en dos sentidos.
El primero de ellos es que la mayor¨ªa de los candidatos a gobernadores, alcaldes, consejeros regionales y concejales es independiente, ya sea porque aspiran a alg¨²n cargo electivo por fuera de los partidos (y generalmente en contra de ellos) o porque son los propios partidos quienes inscribieron como candidatos a personas que no militan en sus filas. De all¨ª entonces que las campa?as de los candidatos independientes expulsen a la pol¨ªtica nacional de su ret¨®rica, y a los partidos de su programa de gobierno local o regional. Este primer aspecto es preocupante, ya que los partidos pol¨ªticos chilenos contribuyeron poderosamente al fracaso de la primera Convenci¨®n Constitucional al permitir, en 2021, que personas independientes inscribieran listas de candidatos como si fuesen partidos. Si bien el proceso de selecci¨®n de candidaturas para estas elecciones locales no permiti¨® esta posibilidad aberrante, el protagonismo de los independientes en todas sus formas sigue all¨ª: desde este punto de vista, los partidos no han aprendido nada.
La segunda dimensi¨®n del cl¨ªmax es el generalizado ocultamiento de los s¨ªmbolos partidarios o los nombres (ins¨ªpidos) de las coaliciones (¡°Contigo Chile Mejor¡±, ¡°Chile Vamos¡±, etc.), tanto por candidatos independientes que compiten en listas partidarias como por aspirantes que militan en partidos. Este segundo aspecto es incomprensible: si bien la ¨²ltima encuesta CEP confirma el enorme descr¨¦dito popular de los partidos (tan solo el 4% de los entrevistados conf¨ªa en ellos), este sondeo tambi¨¦n indica que el 35% de los encuestados se identifica -pese a todo- con alg¨²n partido. En tal sentido, ocultar los s¨ªmbolos partidarios es irracional ya que esa informaci¨®n podr¨ªa ser ¨²til para electores que se identifican con alg¨²n partido y que, adem¨¢s, se posicionan mayoritariamente (aunque con menor intensidad que en el pasado) en el eje derecha izquierda.
De lo anterior se desprenden varias lecciones y preguntas para una democracia que, para algunos, est¨¢ moribunda (es la tesis del cientista pol¨ªtico Juan Pablo Luna en su ¨²ltimo libro ?Democracia muerta?), para otros en una crisis de desafecci¨®n (una tesis tan cl¨¢sica y rutinizada que no alcanza a explicar el fen¨®meno) y para otros m¨¢s es tan solo un rasgo normal de democracias de baja intensidad, en Chile y en el mundo.
Es en este contexto que cabe seriamente considerar el car¨¢cter obligatorio del voto (con sanci¨®n econ¨®mica), lo que seguir¨¢ expres¨¢ndose en tasas de participaci¨®n superiores al 80%. En primera aproximaci¨®n, esta expansi¨®n de la poblaci¨®n votante suena bien. Pero mirado m¨¢s de cerca, el aumento coercitivo de la participaci¨®n ante una oferta abundante de candidatos cuya identidad no exhibe ning¨²n atributo (salvo el de la independencia respecto de los partidos) bien podr¨ªa traducirse en votos nulos y blancos en vol¨²menes importantes. Recordemos que en la ¨²nica elecci¨®n con candidatos que Chile ha tenido con voto obligatorio (en mayo de 2023 para elegir a los miembros de un segundo ¨®rgano redactor de una nueva Constituci¨®n), dos millones de personas anularon su sufragio.
De lo anterior se desprende la pregunta acerca del rol que le cabe a los partidos pol¨ªticos en estos tiempos, as¨ª como sobre el sentido de militar en organizaciones partidarias si el opaco proceso de selecci¨®n de candidatos no considera el militantismo como algo relevante. ?Significa esto que los partidos se han transformado en simples marcas cuyo valor es cada vez m¨¢s relativo (en la medida en que sus nombres y s¨ªmbolos son ocultados)? Peor aun, ?nos encontramos en presencia de una nueva definici¨®n del partido como repositorio de candidatos, cualquiera sea su origen y trayectoria?
Se trata de preguntas relevantes ya que en Chile, a diferencia de otros pa¨ªses, el papel que se le entrega a los independientes es desmedido, sobre todo cuando estos fueron electos bajo el paraguas de un partido: cuando esto ocurre, la m¨ªnima lealtad que se le debe al partido se esfuma. De all¨ª el dicho: ¡°si te he visto, no me acuerdo¡±.
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