Julia Toro: ¡°El tema de mis fotograf¨ªas, que era la vida misma, no le interesaba a la ¨¦lite intelectual¡±
A sus 91 a?os, la destacada fot¨®grafa chilena, reconocida por sus capturas de la vida dom¨¦stica, conversa con EL PA?S sobre el oficio que la ha acompa?ado por cinco d¨¦cadas: ¡°Cuando tomo fotos, a¨²n siento campanadas en el coraz¨®n¡±, dice
Julia Toro (91 a?os, Talca) recibe a EL PA?S una ma?ana de verano en lo que llama su ¡°confesionario¡±, la sala de estar de su casa en la comuna de Providencia, un municipio en la zona oriente de Santiago de Chile, donde la destacada fot¨®grafa, quien lleva 50 a?os en el oficio, recibe a mujeres y hombres para ser retratados por sus ojos atentos. ¡°La persona se sienta ah¨ª (apunta una silla), comenzamos a conversar y se produce un di¨¢logo muy entretenido y una intimidad nueva (¡) Es como ir a un psiquiatra o donde un cura¡±, dice sobre Culto al ego, el nombre de sus sesiones fotogr¨¢ficas que comenz¨® a realizar en julio de 2023. Ella, menuda, p¨ªcara, l¨²cida y sencilla, todo eso a la vez, dice que sigue disparando con la c¨¢mara porque as¨ª es como se siente plena: ¡°La fotograf¨ªa es una forma de vida y cuando tomo fotos a¨²n siento campanadas en el coraz¨®n¡±, se?ala Toro, quien acaba de ser distinguida con el Premio Plagio a la creatividad art¨ªstica. Tambi¨¦n recibi¨® en 2024 el premio Antonio Quintana a la trayectoria en fotograf¨ªa, otorgado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
La autora de libros de fotograf¨ªa como Amor x Chile (Ocho libros, 2011) e Hijos (La visita, 2018), que expondr¨¢ parte de su obra en PHotoEspa?a durante 2025, comenta que en sus inicios ella tomaba ¡°fotitos¡±. Eran im¨¢genes de la vida de todos los d¨ªas: las ollas de la cocina, sus cuatros hijos y el hombre al que am¨®. Esa mirada cuidada de lo dom¨¦stico y lo cotidiano es un distintivo de su trabajo, pero no se agota ah¨ª. Detr¨¢s de su lente tambi¨¦n captur¨® la escena cultural de Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), retrat¨® a Ra¨²l Zurita, Diamela Eltit, Jorge Teillier e inmortaliz¨® las performances de Pedro Lemebel, Carlos Leppe, Nelly Richard y Juan D¨¢vila. Tambi¨¦n explor¨® los desnudos femeninos y masculinos. Adem¨¢s, por sus ojos pasaron viajeros de trenes, monjas en un convento de clausura, los transe¨²ntes de las calles de Santiago, obreros y los visitantes de peluquer¨ªas y bares.
Esas capturas en blanco y negro le valieron un puesto dentro de la fotograf¨ªa chilena, pero, acota, es un reconocimiento que lleg¨® muy tarde. ¡°El tema m¨ªo, que era la vida misma, parece que no interesaba a la ¨¦lite intelectual¡±, dice. Sin embargo, aunque se tardaron, los ¨²ltimos premios que recibi¨® la dejaron contenta: ¡°El coraz¨®n, metaf¨®ricamente, se me sal¨ªa por todos lados¡±, dice. Y agrega: ¡°Lo encuentro justo, adem¨¢s. Me siento merecedora de los premios, porque mi vida no ha sido otra que estar metida en el arte¡±.
Ese arte que le ha consumido los a?os le vino de herencia. Su madre, Olga Donoso, era pianista. Adem¨¢s, Toro vivi¨® desde los tres a?os en la casa acomodada de sus abuelos en Santiago, donde estuvo expuesta constantemente al mundo de la cultura y, entre sus primos, se encuentra el escritor Jos¨¦ Donoso (1924-1996).
Tras terminar el colegio, se cas¨® a los 19 a?os con un compa?ero de clase, Patrick Garreud, y nacieron Patrick, Julia y Bernardita. En el intertanto, mientras ejerc¨ªa como profesora de ingl¨¦s, estudi¨® dibujo y pintura con Adolfo Couve, Carmen Silva y Thomas Daskam. Adem¨¢s, la escritura de diarios personales la ha acompa?ado durante largas temporadas y en 2022 public¨® Diarios (Lumen), una compilaci¨®n de sus escritos entre 1983 y 2019.
A pesar de todas esas aficiones, fue la fotograf¨ªa la que le rob¨® la vida y ese oficio lleg¨® a trav¨¦s de un coraz¨®n enamorado. Tras separarse de Patrick Garreud, conoci¨® a Jaime Goycolea, un fot¨®grafo que fue su pareja por 17 a?os y se convirti¨® en el padre de su cuarto hijo, Mateo Goycolea, quien naci¨® en 1973.
A sus 38 a?os, ya como una ¡°mujer madura¡±, tom¨® su primera fotograf¨ªa a una escena que la cautiv¨®: su hija Julia, con alrededor de siete meses de embarazo, desvisti¨¦ndose delicadamente. ¡°Cuando vi eso, corr¨ª donde Jaime (Goycolea) y le dije: ¡®Ven a tomar esta foto¡¯, pero ¨¦l me pas¨® la c¨¢mara y fue como si me hubiese ungido con ella. Yo dispar¨¦ y nunca m¨¢s solt¨¦ la c¨¢mara. Hab¨ªa descubierto que el mundo a trav¨¦s del rect¨¢ngulo era la cosa m¨¢s linda que hab¨ªa, me enamor¨¦ de todo¡±, recuerda. Qued¨® prendada del oficio, comenta: ¡°La c¨¢mara pas¨® a ser un ap¨¦ndice para m¨ª. Donde iba, sacaba fotos. Mis fotograf¨ªas son lo que es mi vida¡±, se?ala.
¡°Descubr¨ª una forma de mirar que me identificaba¡±, enfatiza. Su aprendizaje fue autodidacta y nunca quiso hacer estudios de fotograf¨ªa. ¡°Mi hermana, que me encontraba tan loca, quer¨ªa que yo tomara un curso, pero yo le dije: ¡®Por ning¨²n motivo, eso ser¨ªa lo ¨²ltimo que har¨ªa porque van a tratar de imponerme una mirada y me gusta como yo miro¡±, explica.
Al ver lo que ha sido su carrera, dice con un orgullo sutil: ¡°Me encanta, encuentro que es un estupendo recorrido¡±. Y a sus 91 a?os le quedan proyectos por hacer, tiene dos o tres exposiciones en su cabeza, pero no quiere relatar su contenido y, advierte, que los suyos son unos ojos a los que a¨²n les queda por mirar: ¡°Sigo tomando fotos porque quiero seguir viva¡±.