El h¨¢bito saludable de llevar un diario personal
Poner por escrito las incidencias cotidianas ayuda a liberar el estr¨¦s, gestionar emociones y vaciar la mente de pensamientos intrusivos.
Dec¨ªa Cervantes que la pluma es la lengua de la mente. Por ello, muchos de quienes han aspirado a enriquecer su intelecto y a encontrar sentido entre la bandada de im¨¢genes o ideas que revolotean en desorden por nuestra cabeza se han impuesto la rutina de escribir un diario ¨ªntimo. En etapas cruciales de la vida, cuando se atraviesa un duelo, se afronta una enfermedad o se encara una crisis, el diario es una casa donde acudir en busca de luz, consuelo y calor. Del valor de confiar en un cuaderno de bit¨¢cora personal como en el mejor de los amigos nadie habl¨® mejor que Henri-Fr¨¦d¨¦ric Amiel, fil¨®sofo suizo del siglo XIX, con una obra diar¨ªstica de 17.000 p¨¢ginas manuscritas: ¡°El diario ¨ªntimo es el museo de las curaciones sucesivas del alma, donde se hace la muda cotidiana, condici¨®n de la salud¡±. En cierto modo, Amiel, cuyo libro de notas inspir¨® los diarios de autores como Lev Tolst¨®i, se anticip¨® a las investigaciones que, desde la disciplina de la psiconeuroinmunolog¨ªa, se han centrado en la relaci¨®n que hay entre la escritura expresiva y el funcionamiento del sistema ?inmunol¨®gico. Volcar por escrito las incidencias y datos relevantes del d¨ªa a d¨ªa es una pr¨¢ctica que ayuda a liberar el estr¨¦s, a gestionar emociones y a vaciar la mente de pensamientos intrusivos.
Intente definirse en unas frases y descubrir¨¢ hasta qu¨¦ punto es un desconocido para usted mismo
La clave consiste en abrir las ventanas a lo que ocurre en nuestro interior y en anotarlo con honestidad, algo que no es una tarea f¨¢cil, pues tendemos a mentirnos m¨¢s a nosotros que a los dem¨¢s. El di¨¢logo que se establece con el propio yo da sus frutos cuando no es una actividad complaciente, esto es, cuando su finalidad no es justificar nuestros actos o dejar constancia de nuestros ¨¦xitos, sino que se centra en indagar nuestras experiencias ¨²nicas, sin dejar de lado las dudas y los errores que acompa?an a las decisiones que tomamos en el camino. De todos modos, si no se tienen dotes de escritor, no hay por qu¨¦ preocuparse: hacer listas, redactar frases sin ce?irse al rigor gramatical o garabatear esquemas es igual de beneficioso. Hay tantas versiones de diarios como diaristas, pues el diario es un caj¨®n de sastre en el que todo vale. Lo esencial, al fin y al cabo, es lo que afirmaba S¨®crates: una vida sin examen no merece la pena ser vivida.
Haga la prueba: tome un bol¨ªgrafo y un papel e intente definirse en un pu?ado de frases. Con este simple ejercicio m¨¢s de uno descubrir¨¢ hasta qu¨¦ punto es un perfecto desconocido para s¨ª mismo. Un diario es un instrumento ¨²til para no acabar compartiendo habitaci¨®n con ese otro yo del que no se tienen noticias desde hace mucho, aunque uno y otro sean portadores del mismo documento de identidad.
Para desenredar la madeja de pensamientos que nos inquietan ¡ªel cerebro tiende a atormentarse con temas no zanjados o cuyo significado se le escabulle¡ª, solo necesitamos un bol¨ªgrafo y un papel. Son armas eficaces para capturar las ideas fugitivas que se nos escapan, y acaban por esfumarse, si no se expresan al instante. ¡°Nos olvidamos demasiado deprisa de las cosas que cre¨ªamos imposibles de olvidar, de los amores y de las traiciones por igual¡±, escribe Joan Didion, quien considera que llevar un recuento de impresiones y vivencias ayuda a mantener una relaci¨®n cordial con quien uno era en el pasado, al margen de que le resulte, o no, una compa?¨ªa atractiva. Los diarios desvelan la naturaleza de nuestra mente, y su vida secreta, fragmentaria, fluctuante, esquiva.
El solitario arte de la escucha interior ante la p¨¢gina en blanco nos obliga a adecuarnos al ritmo lento de las palabras que brotan en el proceso de escritura, a someternos a su orden lineal en el espacio y a discernir lo importante de lo accesorio, lo recurrente de lo ef¨ªmero, lo doliente de lo gozoso. Dotamos de estructura a lo que antes solo era una mezcla desordenada de cosas sin relaci¨®n aparente entre s¨ª.
Escribir un diario nos hace tomar consciencia de que somos cambiantes, m¨²ltiples, contradictorios y de que, para vivir con plenitud, necesitamos cuidarnos, amarnos y perdonarnos.
H¨¢gase un favor y res¨¦rvese 10 minutos al d¨ªa para redescubrirse.
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