La moderaci¨®n de las izquierdas
Si lo que el progresismo requiere es tener alguna chance de ¨¦xito, esto obliga a elegir entre los dos Gobiernos de Bachelet, los que fueron sumamente distintos
![Gabriel Boric y Michelle Bachelet](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SUOKDFN7QFEVRKNXM5DPNA5BNU.jpg?auth=59ad71028947a9d23265738bc04de90e8cf6fba7d6140259f8ea106864b832b0&width=414)
No corren buenos d¨ªas para experimentos pol¨ªticos ni para innovaciones de izquierdas. El torbellino ideol¨®gico que Trump prefigur¨® durante su campa?a presidencial es, ahora, un hurac¨¢n pol¨ªtico tras el anuncio de varias ¨®rdenes ejecutivas que sacuden lo que hasta hace poco era un orden neoliberal mundial: est¨¢ por verse si el adjetivo neoliberal seguir¨¢ siendo pertinente de ahora en adelante para caracterizar el capitalismo, dada la naturaleza proteccionista y salvaje que este sistema est¨¢ adoptando. Bravuconadas o no, los anuncios de alzas arancelarias, retiros de organismos multilaterales, retorno a la edad de pl¨¢stico (back to plastic!, poste¨® el ahora jefe de Estado) y tantas otras cosas disruptivas est¨¢n teniendo efectos globales, a lo que se suma la euforia de la internacional reaccionaria recientemente reunida en Madrid bajo la batuta de Santiago Abascal.
Chile no est¨¢ ajeno a este festival del ultraconservadurismo. En este lejano pa¨ªs del extremo occidente, se est¨¢n abriendo paso dos derechas ultra, indistinguibles una de otra: por una parte, el consolidado Partido Republicano que ya parece tradicional con su desgastado l¨ªder Jos¨¦ Antonio Kast, y por otra parte la creciente alza en adhesi¨®n del candidato libertario Johannes Kaiser (cuyo ¨¦xito en las encuestas ha llegado a atemorizarlo, buscando primarias presidenciales y condicionando su propia candidatura a que las encuestas lo coloquen en torno al 20% de las preferencias). Si bien la candidata de la centroderecha tradicional Evelyn Matthei lidera con holgura en las encuestas, la suma de las tres candidaturas se aproxima a un impresionante 50%.
No puede entonces haber peor clima de opini¨®n para las izquierdas gobernantes: hasta ahora, su te¨®rica tabla de salvaci¨®n ha sido el f¨¦rreo apoyo del que goza el presidente Gabriel Boric: 30% de confianza presidencial contra viento y marea, a pesar de todo tipo de chapucer¨ªas en la administraci¨®n cotidiana del Estado y la gesti¨®n de la realidad mediante pol¨ªticas p¨²blicas. Esta enigm¨¢tica confianza de la que goza el presidente lo acerca al piso del 38% que cualquier candidato de izquierda debiese alcanzar si se toma como par¨¢metro el 38% de los votos que obtuvo la opci¨®n apruebo en 2022 a un texto constitucional en cuya confecci¨®n no hubo ning¨²n tipo de transacci¨®n con las derechas.
Esto significa que cualquiera sea la candidatura presidencial de izquierdas en los comicios de fin de a?o, hay muy poco espacio program¨¢tico para ideas progresistas de avanzada: el ecosistema nacional, as¨ª como el des-orden mundial son demasiado hostiles. Esto prefigura, entonces, una oferta program¨¢tica moderada, de centroizquierda, un poco a la manera de lo que acaba de lograr el Frente Amplio uruguayo cuyo l¨ªder Yamand¨² Orsi celebr¨® su triunfo presidencial en nombre del crecimiento econ¨®mico y de la seguridad p¨²blica.
El gran problema de las izquierdas es su credibilidad despu¨¦s del fracaso de la primera propuesta de nueva Constituci¨®n, y con el trasfondo de incontables chapucer¨ªas que, a decir verdad, han sido irritantes. Estas izquierdas tienen pocas chances de victoria en la pr¨®xima elecci¨®n presidencial de fin de a?o, y arriesgan mucho en la elecci¨®n de diputados y senadores. De tener ¨¦xito (una hip¨®tesis en absoluto descartable), se deber¨¢ no solo a fallas de coordinaci¨®n de las derechas, sino a decisiones irracionales de los partidos del sector.
Hoy por hoy, la candidatura de Michelle Bachelet tiene chances considerables para imponerse, sin competencia, en esa sopa de letras que son las izquierdas, las que penan en redactar alguna frase. La gran virtud de la expresidenta es que ha sabido transformarse en el com¨²n denominador del progresismo, evidenciando la incapacidad de los partidos en producir un recambio generacional para fines presidenciales. Hay algo muy profundo que est¨¢ ocurriendo en los partidos progresistas y comunista para que la expresidenta Bachelet sea por tercera vez candidata (lo que aproxima a Chile del gran dilema brasile?o, cuyo recambio no se ha producido debido a la permanencia de Lula y a las inercias del PT). En cuanto a la orientaci¨®n del programa, es imposible soslayar los datos de contexto con los que inici¨¦ esta columna: si lo que se requiere es tener, pragm¨¢ticamente, alguna chance de ¨¦xito, esto obliga a elegir entre los dos Gobiernos de Bachelet, los que fueron sumamente distintos. Si de izquierda moderada se trata (en modo Frente Amplio uruguayo), entonces el futuro eventual se aproxima m¨¢s al primer Gobierno de Bachelet que al segundo: proyectado al presente, se tratar¨ªa de algo parecido a una socialdemocracia de emergencia, ante una internacional reaccionaria que act¨²a como si el presente fuese un festival, y el futuro le perteneciera.
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