En defensa de los gases de efecto invernadero
Una peque?a cantidad de CO2 puede esculpir el clima e influir en la habitabilidad de un planeta
Queremos romper una lanza a favor de los gases de efecto invernadero. La vida en la Tierra tal y como la conocemos es altamente dependiente de gases de la atm¨®sfera como el vapor de agua, el di¨®xido de carbono, el metano o el ¨®xido nitroso, que producen el llamado efecto invernadero. Estos gases no son, en s¨ª, perjudiciales. M¨¢s bien lo contrario.
De hecho, estos gases han esculpido la evoluci¨®n de nuestro planeta y de la vida a lo largo de miles de millones de a?os. Y es que la energ¨ªa que nos llega del Sol no es tanta como parece. Los fotones solares solo pueden calentar la superficie de la Tierra hasta unos 257 grados Kelvin, que es la unidad que usamos los f¨ªsicos para medir la temperatura (y escribimos 257 K). Parece mucho, pero es solo -16 grados cent¨ªgrados, ??la temperatura de un congelador est¨¢ndar!! Gracias a los gases de efecto invernadero, que absorben parte de la luz solar, se calientan y remiten la energ¨ªa en forma de fotones infrarrojos, gran parte de la energ¨ªa del Sol que nos llega no se refleja y se pierde en el espacio, sino que nos ayuda a que la temperatura media de la superficie del planeta sea mucho m¨¢s agradable, unos 288 K (15?C).
Pero todo es bueno en su justa medida. La cantidad necesaria para mantenernos calientes es muy peque?a, representa menos del 0.1% de mol¨¦culas que componen la atm¨®sfera. En la actualidad, hay unas 400 mol¨¦culas de CO2 (di¨®xido de carbono), el gas invernadero m¨¢s abundante despu¨¦s del vapor de agua, por cada mill¨®n de part¨ªculas en el aire. De una cantidad ¨ªnfima de mol¨¦culas de gases de efecto invernadero depende que seamos un planeta helado o uno muy caliente e inh¨®spito.
Si hubiera menos cantidad de gases de efecto invernadero, nuestro planeta ser¨ªa bastante distinto. Si no tuvi¨¦ramos casi nada de ellos, sabemos c¨®mo ser¨ªa la Tierra: nos asemejar¨ªamos a Marte
Si hubiera menos cantidad de gases de efecto invernadero, nuestro planeta ser¨ªa bastante distinto. Si no tuvi¨¦ramos casi nada de ellos, sabemos c¨®mo ser¨ªa la Tierra: nos asemejar¨ªamos a Marte, que conocemos no solo gracias a nuestros telescopios sino tambi¨¦n porque ¡°hemos estado all¨ª¡±, hemos llevado aparatos de medida. En el planeta rojo la atm¨®sfera es 100 veces menos densa que en la Tierra. Casi todo es CO2, hay muy poca agua, quiz¨¢s algo de metano, pero hay tan pocas part¨ªculas en la atm¨®sfera que no existe efecto invernadero. As¨ª que la temperatura de Marte es g¨¦lida, de media unos -50? C, un poco m¨¢s caliente que lo que el Sol puede calentarla (a -55? C). A esa temperatura, toda el agua que hay en Marte, e incluso gran parte del CO2 atmosf¨¦rico, est¨¢n congelados, formando capas de permafrost y casquetes polares.
Si crece la cantidad de gases de efecto invernadero, y eso es lo que nos lleva pasando a nivel planetario desde hace media docena de d¨¦cadas por la acci¨®n del hombre o ha ocurrido en el pasado de manera natural, nuestro planeta cambiar¨¢ irremediablemente y nuestro modelo de vida se ver¨¢ afectado. Quiz¨¢s el proceso ya es irreversible, pero seguro que podemos amortiguar sus efectos, que ser¨¢n bastante dram¨¢ticos en ciertas zonas del planeta y para ciertos grupos de poblaci¨®n.
Los efectos atmosf¨¦ricos asociados a los gases efecto invernadero pueden desbocarse. Esto no es un proceso que se produzca en ¡°escalas de tiempo humanas¡±, sino tras millones de a?os. Pero lo cierto es que los planetas pueden cambiar. No son completamente estables, m¨¢s bien viven en un fr¨¢gil equilibrio. Hace miles de millones de a?os la Tierra no era muy diferente de nuestros vecinos m¨¢s pr¨®ximos del Sistema Solar. Las atm¨®sferas de Venus, la Tierra y Marte, que llamamos secundarias, estaban compuestas por gases que emanan de los volcanes, t¨ªpicamente H2O, CO2, SO2, N2, NO2, H2S,... Pero cada planeta evolucion¨® de manera muy diferente. Mientras Marte se quedaba sin atm¨®sfera, Venus, otro planeta en el que tambi¨¦n ¡°hemos estado¡±, se sum¨ªa en un efecto invernadero desbocado. En Venus la atm¨®sfera es casi 100 veces m¨¢s densa que la nuestra, y casi toda ella es CO2. El efecto invernadero es de tal calibre que la superficie de Venus, en vez de estar a unos -40?C como deber¨ªa de acuerdo con la radiaci¨®n solar que recibe, ??est¨¢ a 470?C!! Esta temperatura es parecida a la que usan los hornos pirol¨ªticos para quemar residuos y facilitar su limpieza. En Venus no hay nada l¨ªquido en la superficie e incluso la lluvia proveniente de las nubes de ¨¢cido sulf¨²rico venusianas se evapora antes de llegar al suelo.
?Por qu¨¦ unos planetas tienen la atm¨®sfera m¨¢s tenue, otros m¨¢s densa, y otros tienen una atm¨®sfera ¡°perfecta¡± para la vida? ?Por qu¨¦ en Venus y Marte predomina el CO2 y en la Tierra no hay tanto? Para responder a estas preguntas hay que hablar, entre otras cosas, de los terremotos y los volcanes, a favor de los cuales hay que romper una nueva lanza. Pero eso ser¨¢ en otro post.
Patricia S¨¢nchez Bl¨¢zquez es profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Pablo G. P¨¦rez Gonz¨¢lez es investigador del Centro de Astrobiolog¨ªa, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas y del Instituto Nacional de T¨¦cnica Aeroespacial (CAB/CSIC-INTA).
Vac¨ªo C¨®smico es una secci¨®n en la que se presenta nuestro conocimiento sobre el universo de una forma cualitativa y cuantitativa. Se pretende explicar la importancia de entender el cosmos no solo desde el punto de vista cient¨ªfico sino tambi¨¦n filos¨®fico, social y econ¨®mico. El nombre "vac¨ªo c¨®smico" hace referencia al hecho de que el universo es y est¨¢, en su mayor parte, vac¨ªo, con menos de 1 ¨¢tomo por metro c¨²bico, a pesar de que en nuestro entorno, parad¨®jicamente, hay quintillones de ¨¢tomos por metro c¨²bico, lo que invita a una reflexi¨®n sobre nuestra existencia y la presencia de vida en el universo.
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