El coronavirus y los trastornos delirantes
Vivimos d¨ªas de vulnerabilidad psicol¨®gica: la pandemia ha hecho saltar un miedo ancestral que en ocasiones torna en paranoia
El psic¨®logo y analista jungiano James Hillman sostiene que la paranoia es el desorden mental por excelencia. Es un fen¨®meno que no puede reducirse a una explicaci¨®n cient¨ªfica; un pensamiento torcido que se manifiesta con acciones delirantes.
Desde que la OMS ha declarado el coronavirus como pandemia global, hemos reducido nuestra libertad de movimiento como primera medida de precauci¨®n. Desde ese preciso instante, nos hemos visto sumidos en una paranoia global, alimentada por los medios de comunicaci¨®n, todo sea dicho. Con ello, hemos de reconocer que estamos viviendo momentos de aut¨¦ntica vulnerabilidad psicol¨®gica.
Es curioso, pero cada vez que las autoridades aparecen en los distintos medios para hacer un comunicado, el papel higi¨¦nico se agota. Lo estamos viviendo, no como una broma, pues el asunto no tiene gracia alguna, sino como una an¨¦cdota reveladora de nuestra condici¨®n paranoica. El relato que estamos protagonizando nos acerca m¨¢s a la ciencia-ficci¨®n que a una realidad cient¨ªfica. Es una distop¨ªa que pone de manifiesto que todo lo que permanec¨ªa escondido en nuestro inconsciente, se revela en momentos cr¨ªticos. Porque hay un orden oculto, m¨¢s agresivo si cabe, que el orden superficial al que nuestra sociedad consumista nos tiene sometidos. La acumulaci¨®n de mercanc¨ªa -volvemos al papel higi¨¦nico- es tan solo un ejemplo de c¨®mo la paranoia transgrede nuestras leyes de orden social.
Aunque se asemeje a una ficci¨®n, la verdad en la vida nunca es id¨¦ntica a la verdad en la literatura. La verdad en la vida requiere rigor mientras que en la literatura requiere imaginaci¨®n. Ya puestos, imaginemos un mundo mejor y hag¨¢moslo posible
En estos d¨ªas de pensamiento torcido, tambi¨¦n hemos podido observar que la gente lee poco o nada y que, ante tal asunto, poco o nada podemos hacer. Las grandes superficies, o libr¨®dromos, no se han visto afectadas, como si los libros, es decir, la lectura, no fuesen art¨ªculos de primera necesidad para el confinamiento.
Con todo, desde aqu¨ª, no vamos a dejar de recomendar lecturas; letra impresa que, una vez le¨ªda, penetra en el cerebro para sanarlo. Es el caso de Philip K. Dick, autor estadounidense famoso por haber inspirado la pel¨ªcula Blade Runner con su relato titulado ?Sue?an los androides con ovejas el¨¦ctricas? El bueno de Philip K. Dick no lleg¨® a ver el resultado cinematogr¨¢fico. Muri¨® en 1982, poco antes del estreno, v¨ªctima de un derrame cerebral que le tuvo hospitalizado durante varios d¨ªas.
Porque hay un orden oculto, m¨¢s agresivo si cabe, que el orden superficial al que nuestra sociedad consumista nos tiene sometidos
La editorial Minotauro acaba de reeditar sus cuentos completos. Se trata de historias cortas, plenas de obsesi¨®n, donde la paranoia es la verdadera protagonista. El desorden mental que la provoca a?ade una nota con la que se abre el segundo volumen de los citados cuentos. Se trata de un par de p¨¢rrafos extra¨ªdos de una entrevista al propio Dick, en 1974, donde el autor explica que la paranoia es la evoluci¨®n de un sentido tan antiguo como el mundo; un mecanismo fisiol¨®gico de supervivencia por el cual los animales advierten que est¨¢n siendo amenazados.
Seg¨²n explica Dick, la paranoia es un sentido persistente ¡°que tuvimos hace mucho tiempo, cuando ¨¦ramos muy vulnerables a los depredadores¡±. Sin duda, sus personajes no est¨¢n exentos de dicho sentido. Por eso mismo, en cada uno de sus cuentos, ¡°tanto las maquinarias como los escenarios son futuristas, pero las situaciones provienen del pasado¡±.
Sin duda, Philip K. Dick sab¨ªa de lo que hablaba. La pandemia que estamos viviendo ha hecho saltar un miedo ancestral que nos supera y que se hace evidente ante la amenaza de acabar contagiados. Nos estamos rayando mucho, tal vez demasiado, pero esto no es un cuento de Philip K. Dick. Para nada. Aunque se asemeje a una ficci¨®n, la verdad en la vida nunca es id¨¦ntica a la verdad en la literatura. La verdad en la vida requiere rigor mientras que en la literatura requiere imaginaci¨®n. Ya puestos, imaginemos un mundo mejor y hag¨¢moslo posible.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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