Coronavirus: la met¨¢fora virulenta
En la novela 'La peste escarlata', el escritor Jack London nos presenta una historia apocal¨ªptica donde la cat¨¢strofe se va haciendo evidente a medida que avanza el relato
Aunque de momento solo existan hip¨®tesis acerca de su origen, lo cierto es que se trata de un virus diferente de los dem¨¢s. Sin embargo, no por ello va a quedar reducido a mera an¨¦cdota, sino todo lo contrario. Porque el coronavirus, en su implacable expansi¨®n, ya lleva achicados un buen n¨²mero de pulmones. Hasta la fecha, el n¨²mero de cad¨¢veres ya ha superado los 1.300.
Seg¨²n un estudio gen¨®mico, todo apunta a que se origin¨® en el murci¨¦lago, que del murci¨¦lago pas¨® al pangol¨ªn y que del escamoso pangol¨ªn pas¨® al hombre. Pero el circuito viral todav¨ªa es hip¨®tesis y ya sabemos: las hip¨®tesis ni son verdaderas ni falsas. Por algo son hip¨®tesis; suposiciones creadas a partir de argumentos tangibles, es decir, material pensable.
Hemos visto las im¨¢genes; gentes de Wuhan cubiertas con mascarillas y la alarma que se contagia hasta alcanzar la paranoia colectiva. El dios Pan toca la flauta y se levanta un hospital en tiempo r¨¦cord; un edificio para albergar a personas parasitadas con el nuevo microorganismo. La propaganda de alarma se extiende con la misma rapidez que la propaganda tranquilizadora.
Tal vez sea esto una muestra del contraste que envuelve nuestra ¨¦poca y tambi¨¦n una manera de representar la realidad de manera dial¨¦ctica, es decir, arriesg¨¢ndose a entrar en contradicci¨®n con la misma realidad. Resulta chocante comprobar que, en un mundo condicionado por los avances cient¨ªficos y tecnol¨®gicos, donde todo tiende a ser predecible, nuestra felicidad dependa de un requisito tan borroso como que el futuro sea incierto, pongamos que amenazante.
Resulta chocante comprobar que, en un mundo condicionado por los avances cient¨ªficos y tecnol¨®gicos, donde todo tiende a ser predecible, nuestra felicidad dependa de un requisito tan borroso como que el futuro sea incierto, pongamos que amenazante
Pero todas estas cosas ya las cont¨® el escritor norteamericano Jack London en su novela?La peste escarlata, donde supo anticiparse a la incertidumbre del entorno. Con su publicaci¨®n, en 1912, Jack London no solo se adelant¨® a contarnos lo que estamos viviendo desde que las noticias del coronavirus se hicieron virales, sino que tambi¨¦n se adelant¨® a su ¨¦poca.
Pocos a?os despu¨¦s de la publicaci¨®n de la novela, arranc¨® el brote de la pandemia m¨¢s devastadora de la historia humana. Entre 1918 y 1922 tendr¨ªa su apogeo la llamada gripe espa?ola, una enfermedad epid¨¦mica que acabar¨ªa con la vida de millones de personas. La gripe espa?ola es otro ejemplo de hip¨®tesis sobre la cual, hasta el d¨ªa de hoy, no hay consenso.
En su novela La peste escarlata, London nos presenta una historia apocal¨ªptica donde la cat¨¢strofe se va haciendo evidente a medida que avanza el relato que un abuelo cuenta a sus nietos. Se trata del superviviente de una pandemia, una peste que recibi¨® el nombre de escarlata por ser este el color que tomaba la piel de las personas contagiadas. Tal y como explica el anciano, la citada pandemia tuvo su origen en el hacinamiento de individuos en las grandes ciudades. La falta de higiene hizo que nuevos g¨¦rmenes importunaran sus cuerpos. Sin duda alguna, la cr¨ªtica social siempre estuvo presente en las novelas de London.
La pandemia descrita por London tuvo su origen en el hacinamiento de individuos en las grandes ciudades
Por ello, de haber vivido nuestra ¨¦poca de contrastes, London habr¨ªa desarrollado su relato m¨¢s all¨¢ de la c¨¢scara de las noticias. Siempre comprometido con la realidad, es posible que llegase a ver m¨¢s all¨¢ de lo visible y que, tras las mascarillas que protegen el contagio de los chinos, hubiese percibido el aislamiento no solo como medida para prevenir la transmisi¨®n v¨ªrica, sino tambi¨¦n como medida pol¨ªtica para prevenir la transmisi¨®n de ideolog¨ªa entre la gente de a pie.
Entre otras cosas, la alarma sanitaria impide que se ejerza el derecho de reuni¨®n en un pa¨ªs descontento. Luego llegar¨¢n las vacunas y su expansi¨®n mercantil. La literatura es lo que tiene, que no todo lo pensable llega a ser real aunque, alg¨²n d¨ªa, lo llegue a ser. Un ejemplo evidente de esto ¨²ltimo es este p¨¢rrafo sacado de La peste escarlata:
¡°La pr¨®xima generaci¨®n se perforar¨¢ la nariz y las orejas y se adornar¨¢ con huesos de animales y con conchas (¡) La raza humana est¨¢ condenada a hundirse cada vez m¨¢s en la noche primitiva antes de recomenzar alg¨²n d¨ªa un nuevo ascenso sangriento hacia la civilizaci¨®n¡±.
Sin duda, la novela de Jack London es met¨¢fora virulenta del futuro y una novela sin fecha de caducidad, al igual que pasa con algunos virus.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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