Experiencias cercanas a la muerte
El cardi¨®logo holand¨¦s Pim Van Lommel aplica la f¨ªsica cu¨¢ntica a las experiencias cercanas a la muerte. El resultado es tan arriesgado como asombroso
Plat¨®n, en su Rep¨²blica, nos presenta una experiencia cercana a la muerte. Se trata de El mito de Er por ser Er el nombre del soldado armenio de la tribu Panfilia que, habiendo muerto en la guerra, resucit¨® a los diez d¨ªas en la pira funeraria, cuando iba a ser enterrado. Una vez que volvi¨® a la vida, ¡°cont¨® lo que hab¨ªa visto all¨¢¡±.
El mito de Er se ha ido transmitiendo a trav¨¦s de los siglos en cada experiencia cercana a la muerte. Lo que cuentan las personas que han vuelto a la vida es el viaje a trav¨¦s de un lugar com¨²n donde no faltan las luces, ni el t¨²nel, ni los colores, as¨ª como tampoco falta la m¨²sica. Con todo y hasta ahora, la ciencia m¨¦dica ha tratado dichas experiencias como casos de anomal¨ªa cient¨ªfica, refiri¨¦ndose a ellas como alucinaciones provocadas por la anoxia cerebral o falta de ox¨ªgeno en el cerebro.
Pero hay cient¨ªficos que rechazan tales argumentos. Es el caso de Pim Van Lommel, cardi¨®logo holand¨¦s que lleva a?os estudiando testimonios de personas que han sobrevivido a la muerte cl¨ªnica. En sus estudios intenta dar respuesta a una cuesti¨®n tan vital como qu¨¦ es lo que nos pasa tras morirnos. ?Atravesamos un t¨²nel o bajamos al abismo? ?Qui¨¦n toca la m¨²sica que vamos a escuchar? ?Los colores son b¨¢sicos o adicionales? Tal vez lleguemos a la altura del Leteo, uno de los r¨ªos del Hades donde solo has de beber si vuelves a la vida. Seg¨²n Plat¨®n, sus aguas provocan el olvido completo de todo lo vivido en el trance.
Si continuamos con el mito, podemos asegurar que a todas las personas que han vuelto a la vida les ha ocurrido lo mismo que al soldado protagonista del relato, es decir, que ninguna bebi¨® de las aguas del r¨ªo definitivo. Por eso todas recuerdan la experiencia. Con respecto a esto, y tras estudiar un buen n¨²mero de testimonios, Pim Van Lommel expone que las personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte no estaban inconscientes, sino todo lo contrario. Cuando uno muere no pierde la consciencia, en todo caso la cambia. As¨ª lo cuenta en su libro Consciencia m¨¢s all¨¢ de la vida (Atalanta).
Cuando uno muere no pierde la consciencia, en todo caso la cambia
Pero lo m¨¢s curioso del trabajo de Pim Van Lommel es que en momento alguno abandona el m¨¦todo cient¨ªfico a la hora de formular hip¨®tesis. Porque aplicar la f¨ªsica cu¨¢ntica -como ¨¦l hace- para comprender las experiencias cercanas a la muerte, resulta arriesgado. Tanto como asombroso.
Prediciendo posibilidades, Pim Van Lommel nos sumerge en la esencia de la f¨ªsica cu¨¢ntica para ir enumerando casos ver¨ªdicos, hombres y mujeres que han vuelto a la vida despu¨¦s de un coma. Sin ir m¨¢s lejos, uno de sus pacientes volvi¨® de una experiencia cercana a la muerte contando que se le hab¨ªa aparecido un hombre a quien no conoc¨ªa, un tipo simp¨¢tico que le sonre¨ªa de manera familiar.
Tiempo despu¨¦s, una vez recuperado, su madre le confes¨® que su padre, en realidad, no era su padre biol¨®gico. Que ¨¦l era hijo de un hombre que muri¨® asesinado en un campo de concentraci¨®n. La madre le mostr¨® la foto de su verdadero padre y fue cuando ¨¦ste reconoci¨® al hombre sonriente de su experiencia.
La madre le mostr¨® la foto de su verdadero padre y fue cuando ¨¦ste reconoci¨® al hombre sonriente de su experiencia
Tras leer el trabajo de Van Lommel, podemos asegurar que el estudio de la naturaleza a escalas espaciales peque?as es asunto de la imaginaci¨®n. Sin ella, sin imaginaci¨®n, nunca podr¨ªamos anticipar la incertidumbre del entorno. Por lo mismo, sin imaginaci¨®n, tampoco podremos alcanzar la esencia de la f¨ªsica cu¨¢ntica. Aunque los cient¨ªficos m¨¢s ortodoxos se empe?en en excluirla del m¨¦todo, ahog¨¢ndola en el r¨ªo plat¨®nico del olvido, la imaginaci¨®n subyace bajo toda actividad cient¨ªfica que se precie. Sin ella, el rigor cient¨ªfico se convertir¨ªa en rigor mortis.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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