El vuelo hist¨®rico que acab¨® en un campo de patatas
Se cumplen 59 a?os del vuelo de Yuri Gagarin, la primera incursi¨®n del ser humano fuera de la Tierra
Acaba de cumplirse un aniversario m¨¢s ¨Cy van 59- del vuelo espacial de Yuri Gagarin, la primera incursi¨®n del ser humano fuera de la Tierra. Muchas agencias espaciales, tanto oficiales como oficiosas, centros de ciencia y agrupaciones de aficionados siguen conmemorando ese d¨ªa, aunque este a?o, por razones obvias, las celebraciones no se han realizado en Rusia, como suelen, y no han pasado de una menci¨®n en algunos peri¨®dicos. Como si el destino quisiera contentar a las dos superpotencias que se embarcaron en la carrera espacial, el 12 de abril marca tambi¨¦n otro aniversario: el del lanzamiento del Columbia, el primer transbordador espacial, justo veinte a?os despu¨¦s del vuelo de Gagarin.
En contra de la leyenda, no hubo astronautas rusos perdidos en el espacio antes de Gagarin. Por el contrario, Sergei Korolev, el Von Braun ruso, tuvo un especial cuidado en garantizar que su c¨¢psula Vostok era segura. Se lanzaron al menos media docena de prototipos, algunas, con perros a bordo. Unas tuvieron ¨¦xito y otras no. La famosa secuencia cinematogr¨¢fica del despegue, generalmente atribuida al vuelo de Gagarin en el que se ve la sombra del cohete ascendiendo sobre el reverberar de sus escapes corresponde, en realidad, a un vuelo de prueba realizado en julio del a?o anterior: pocos segundos despu¨¦s de ese plano, el cohete estall¨®.
Hay opiniones contradictorias sobre si el transbordador espacial fue un triunfo o una r¨¦mora que durante muchos a?os engull¨® fondos que pod¨ªan haberse dedicado a otros programas. Nadie discute que se trat¨® de un extraordinario triunfo de la ingenier¨ªa aeroespacial, y que tuvo un papel determinante en la construcci¨®n de la Estaci¨®n Espacial Internacional o en el lanzamiento de sat¨¦lites tan ic¨®nicos como el telescopio Hubble. Pero lo cierto es que el transbordador nunca lleg¨® a cumplir las expectativas. Los dos accidentes mortales del Challenger y el Columbia ¨C y tambi¨¦n factores econ¨®micos- precipitaron su retiro en 2011.
Desde entonces, el acceso al espacio ha estado virtualmente monopolizado por las c¨¢psulas Soyuz (o sus derivados chinos, Shenzou). Los astronautas rusos, americanos o europeos vuelan ahora a caballo de unos cohetes descendientes directos del que en su d¨ªa impuls¨® a Gagarin.
Plan de vuelo
El plan de vuelo preve¨ªa realizar solo una vuelta a la Tierra. Noventa minutos. Gagarin ser¨ªa un mero pasajero, sin capacidad para maniobrar su c¨¢psula. En el momento del despegue se pondr¨ªa en marcha un temporizador para encender el motor de frenado justo al completar la primera ¨®rbita. Gagarin no tendr¨ªa que hacer nada salvo mirar por la ventanilla e informar de sus impresiones.
La altura de vuelo estaba calculada para asegurar que, en caso de fallo del motor de frenado, el rozamiento del aire provocar¨ªa la reentrada entre cinco y siete d¨ªas despu¨¦s. A bordo hab¨ªa aire y alimentos (pasta nutritiva en tubos como dent¨ªfrico) suficientes. Por desgracia, el cohete funcion¨® durante m¨¢s tiempo del previsto y el Vostok entr¨® en una ¨®rbita demasiado alta. El frenado aerodin¨¢mico no hubiese tenido efecto hasta cerca de un mes m¨¢s tarde, con consecuencias fatales para su ocupante. Pero no hizo falta recurrir a esa medida de emergencia. El retrocohete funcion¨® como estaba previsto.
Lo que no funcion¨® tan bien fue la separaci¨®n de la c¨¢psula del resto de la nave. El mecanismo que deb¨ªa liberarla se trab¨®; cabina y m¨®dulo de servicio entraron en la atm¨®sfera unidos por una mara?a de cables, dando tumbos incontroladamente. Al final, el calor la rompi¨® y la cabina esf¨¦rica con Gagarin dentro pudo estabilizarse y abrir el paraca¨ªdas de frenado.
Gagarin utiliz¨® el asiento expulsor de la c¨¢psula y bajo al suelo con su propio paraca¨ªdas, un detalle que la Uni¨®n Sovi¨¦tica mantuvo oculto durante a?os, a fin de poder reclamar las marcas mundiales de altura y velocidad. Las normas de la Federaci¨®n Aeron¨¢utica Internacional exig¨ªan que el piloto estuviese a bordo desde el despegue a la toma de tierra.
La alteraci¨®n de la ¨®rbita hizo que Gagarin cayese fuera de la zona de recogida. Fue a parar a un campo de patatas, pr¨®ximo a un pueblecito llamado Smelovka, muy cerca de la orilla izquierda del Volga. De hecho, mientras descend¨ªa colgado de su paraca¨ªdas lleg¨® a temer que su viaje acabase en el agua. Su comit¨¦ de bienvenida se limit¨® a una asombrada granjera y su hija. Para tranquilizarlas, Gagarin se?al¨® a las siglas CCCP pintadas en su casco identific¨¢ndose como ¡°ciudadano sovi¨¦tico¡±.
Gagarin se convirti¨® al instante en un icono mundial. Joven, de una simpat¨ªa arrolladora, era el ejemplo perfecto del nuevo conquistador del cosmos. Siempre hab¨ªa sido el candidato favorito del propio Korolev. Otros compa?eros suyos ¨Cde uno y otro lado- no dar¨ªan una imagen tan atractiva.
Convertido en un s¨ªmbolo, Gagarin nunca volvi¨® a volar, aunque siempre form¨® parte del equipo de cosmonautas. Se dice que ¨¦l y Alexei Leonov ¨Cotra leyenda, el primero en realizar un paseo espacial- eran los principales candidatos para pilotar la primera expedici¨®n sovi¨¦tica a la Luna. ?l como piloto de la nave principal, Leonov para bajar a la superficie.
No ser¨ªa as¨ª. Gagarin falleci¨® en 1968 a ra¨ªz de un absurdo accidente de aviaci¨®n. Aunque las circunstancias fueron un tanto confusas parece que el avi¨®n que pilotaba, un MiG-15, se desestabiliz¨® por la onda de choque de un caza supers¨®nico que pas¨® junto a ¨¦l. Ten¨ªa 34 a?os. De no haber sufrido esa fatalidad, hoy Gagarin ser¨ªa un respetable abuelito de 86, aproximadamente, la misma edad que tienen hoy los supervivientes de la promoci¨®n de astronautas que a?os m¨¢s tarde pisar¨ªa la Luna.
Rafael Clemente es ingeniero industrial y fue el fundador y primer director del Museu de la Ci¨¨ncia de Barcelona (actual CosmoCaixa). Es autor de ¡®Un peque?o paso para [un] hombre¡¯ (Libros C¨²pula).
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