La ciencia espa?ola no ha funcionado bien
Lo estamos haciendo fatal, y es probable que esa sea la causa de que Espa?a exhiba la mayor tasa de mortalidad del mundo
Agatha Christie se quejaba de que sus lectores la envidiaban por la naturaleza de su trabajo. Pensaban que ella se sentaba a escribir un par de horas al d¨ªa, sacaba un superventas y volv¨ªa a cuidar el jard¨ªn de su casa. ¡°?Eso no es as¨ª en absoluto!¡±, recuerdo que protestaba la autora. Dise?ar todas aquellas tramas enrevesadas, donde el asesino pod¨ªa acabar siendo el mism¨ªsimo narrador, era una obsesi¨®n que no le abandonaba ni al fregar los platos. Una tortura perpetua. Como dijo o debi¨® decir Samuel Johnson, lo que se escribe sin dolor se lee sin placer. Tampoco los juntaletras obtenemos el menor placer por publicar columnas. De lo que yo quisiera escribir hoy es de la estupidez infinita de esas comunidades de vecinos que se sienten acreditados para expulsar al del 2? B por ser un enfermero o una cajera. Ah¨ª es donde brilla un columnista. Pero la abyecci¨®n es un blanco f¨¢cil, y yo puedo hacer un mejor servicio apuntando contra dianas mucho m¨¢s sofisticadas y menos evidentes. La ciencia espa?ola, por ejemplo.
¡°La informaci¨®n no ha fluido bien entre los cient¨ªficos y las autoridades. No ha fluido, para ser m¨¢s exactos¡±
El martes nos ocupamos del papel deficiente que hab¨ªan representado los asesores cient¨ªficos del primer ministro brit¨¢nico, Boris Johnson, y hoy nos toca extender esa cr¨ªtica a sus hom¨®logos espa?oles. La comunidad cient¨ªfica est¨¢ cada vez m¨¢s cabreada, y ha percibido ¡°cierta tensi¨®n entre la informaci¨®n aportada e interpretada por los cient¨ªficos expertos y las decisiones pol¨ªticas tomadas a continuaci¨®n por las autoridades¡±. Esa falta de sinton¨ªa ha perjudicado ¡°la idoneidad de las medidas adoptadas, al no estar suficientemente sustentadas en las evidencias disponibles¡±. Est¨¢ expresado con mucha elegancia, pero lleva una bomba at¨®mica escondida bajo el chaleco antibalas.
Hablo de la ¡°comunidad cient¨ªfica¡±, as¨ª a lo grande, porque ese dictamen viene suscrito por toda la plana mayor de la investigaci¨®n en este pa¨ªs: la Confederaci¨®n de Sociedades Cient¨ªficas de Espa?a (Cosce), la Federaci¨®n de Asociaciones Cient¨ªfico M¨¦dicas Espa?olas (Facme), la conferencia de rectores universitarios (CRUE) y la Alianza de Centros Severo Ochoa y Unidades Mar¨ªa de Maeztu (SOMMa). Salvo los asesores del Gobierno, ah¨ª est¨¢ representada toda la ciencia en este humilde rinc¨®n del cosmos.
La informaci¨®n no ha fluido bien entre los cient¨ªficos y las autoridades. No ha fluido, para ser m¨¢s exactos. El desarrollo de sistemas diagn¨®sticos, f¨¢rmacos y vacunas contra el coronavirus requiere, como parece obvio, una acci¨®n coordinada de todos nuestros recursos cient¨ªficos y tecnol¨®gicos. Tampoco la ha habido. Las instituciones cient¨ªficas del pa¨ªs podr¨ªan estar aportando una maquinaria poderosa para contener la pandemia, pero no tienen los recursos para hacerlo. Por m¨¢s empat¨ªa que nos suscite Fernando Sim¨®n, el sistema de comunicaci¨®n cient¨ªfica del Gobierno es deficiente, inadecuado y falto de transparencia. Lo estamos haciendo fatal, y es probable que esa sea la causa de que Espa?a exhiba la mayor tasa de mortalidad por 100.000 habitantes del mundo. ?Queremos una mejor ciencia? Paguemos m¨¢s impuestos.
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