Calentamiento y coronavirus
El carb¨®n y el petr¨®leo se han hundido mientras las energ¨ªas solar y e¨®lica han crecido
Se viene apreciando en estas semanas un virtuoso y denodado intento de adjudicar la pandemia a la crisis clim¨¢tica. No hay evidencias a prueba de agua que lo apoyen. Si el coronavirus proviene de los pangolines, como indica la gen¨¦tica, la raz¨®n ¨²ltima no habr¨¢ que buscarla en el calentamiento global, sino en el tr¨¢fico de esos animales hacia China, donde sus escamas son muy apreciadas por sus supuestas propiedades cardiosaludables. Ni la gripe aviar ni la gripe A ni el SARS de 2002 tuvieron mucho que ver con el cambio clim¨¢tico, sino m¨¢s bien con las granjas de pollos, los mercados de animales vivos y el comercio internacional de ganado porcino.
Las grandes pandemias del pasado ¡ªcomo la viruela, el sarampi¨®n, la polio y la malaria¡ª se originaron siglos antes de que las emisiones industriales existieran, y de que la deforestaci¨®n para extender los cultivos fuera un problema. Culpar al cambio clim¨¢tico de la pandemia es tambi¨¦n un error pol¨ªtico, porque las petroleras tendr¨¢n f¨¢cil demostrar que no es as¨ª, y tirar¨¢n al ni?o con el agua sucia del ba?o, como dicen los ingleses.
Cuando pase la pandemia, por supuesto, podremos volver a los viejos h¨¢bitos, pero ?querremos?
Pero s¨ª hay una relaci¨®n leg¨ªtima entre la crisis clim¨¢tica y el coronavirus, aunque de una naturaleza bien distinta. La Agencia Internacional de la Energ¨ªa (IEA, siglas inglesas), una organizaci¨®n internacional con sede en Par¨ªs y fundada bajo los auspicios de la OCDE durante la crisis del petr¨®leo de los a?os setenta, public¨® este jueves un informe interesante sobre el uso de energ¨ªa durante la pandemia. La ca¨ªda del consumo energ¨¦tico durante el confinamiento no tiene precedentes desde el crash burs¨¢til de 1929, pero no todas las fuentes de energ¨ªa han sufrido igual el batacazo.
El carb¨®n y el petr¨®leo se han hundido mientras las energ¨ªas solar y e¨®lica han crecido. La pandemia ha revelado que las petroleras carecen de la capacidad de almacenamiento y flexibilidad en la distribuci¨®n necesaria para adaptarse a la crisis. Las renovables, en cambio, se est¨¢n beneficiando de sus bajos costes de operaci¨®n. La racionalidad econ¨®mica se ha impuesto all¨ª donde la sensatez ambiental ha fracasado: en convencer a los directivos de las grandes energ¨¦ticas de que se vayan olvidando de quemar cosas da?inas, un negocio sin futuro seg¨²n todo el mundo menos ellos.
La demanda global de energ¨ªa caer¨¢ un 6% este a?o en el mundo, un 9% en Estados Unidos y un 11% en Europa, seg¨²n el estudio de la IEA. Es la mayor ca¨ªda registrada en la historia. Pero la demanda de energ¨ªa renovable no solo no bajar¨¢, sino que crecer¨¢ un 1% en el mismo periodo. Las petroleras son un dinosaurio y no pueden asumir esa ca¨ªda brutal de la demanda con sus jur¨¢sicas estructuras de almacenaje y distribuci¨®n. Las placas fotovoltaicas y los molinos de viento son gacelas, que descansan o se despiertan seg¨²n las circunstancias lo exijan. Cuando pase la pandemia, por supuesto, podremos volver a los viejos h¨¢bitos, pero ?querremos?
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