Lecciones de una mala cifra
Ni el mill¨®n de contagiados oficiales ni los cinco millones oficiosos nos protegen contra el virus. Las medidas de confinamiento son inevitables
La cifra de un mill¨®n de contagiados es con toda probabilidad una subestimaci¨®n garrafal. El n¨²mero oficial de positivos de coronavirus depende de tal abanico de factores de confusi¨®n ¨Ccu¨¢ntas pruebas se hacen, a qui¨¦n se las hacen y d¨®nde, de qu¨¦ tipo se eligen y c¨®mo se comunican¨C que hasta los mejores matem¨¢ticos est¨¢n sudando l¨¢grimas para tratar de interpretarlo. Algunos no ver¨ªan raro que las cifras reales quintuplicaran a las oficiales, lo que nos revelar¨ªa un margen de error casi inmanejable para un an¨¢lisis competente. Con todos sus defectos, sin embargo, los n¨²meros redondos nos ofrecen una oportunidad de dar un paso atr¨¢s respecto al cuadro, bajar el pincel por un minuto y pensar en lo que estamos haciendo. Sobre todo en lo que estamos haciendo mal, un censo nutrido y persistente. ?Qu¨¦ lecciones podemos extraer de ese mill¨®n que no lo es?
En primer lugar, y por si nos hiciera falta alguna evidencia m¨¢s, que la inmunidad natural, o de reba?o, no nos va a sacar de la crisis. Un mill¨®n de contagiados suena muy fuerte, pero no es m¨¢s que el 2% de la poblaci¨®n espa?ola. Si estas personas tienen anticuerpos eficaces contra el virus, cosa que est¨¢ por ver, una inmunidad poblacional del 2% sigue sin servir para nada. Incluso si multiplicamos la cifra oficial de contagiados por cinco, como algunos expertos sugieren que debemos hacer, no llegamos m¨¢s que a un magro 10% que sigue sin sernos muy ¨²til, porque nueve de cada diez personas expuestas a un portador del virus carecen de defensas contra ¨¦l. Los inmun¨®logos sue?an con niveles de inmunidad poblacional del 80%, y hasta est¨¢n dispuestos a admitir que un 60% ser¨ªa ¨²til, pero con un 10% no vamos a ning¨²n lado. Por ah¨ª no se sale.
Los investigadores que mejor conocen el tema se han desga?itado durante gran parte del a?o recomendando las medidas necesarias, con el modesto ¨¦xito que cab¨ªa predecir en un pa¨ªs que lleva no ya d¨¦cadas, sino siglos relegando la ciencia al caj¨®n de las cuestiones pendientes
Con todo, un mill¨®n de contagiados oficiales, o cinco oficiosos, son un mont¨®n de gente y un indicador deslumbrante de los fallos en la gesti¨®n de la pandemia de las Administraciones p¨²blicas espa?olas, incluido el Gobierno del pa¨ªs. La primera ola pill¨® a casi todo el mundo a contrapi¨¦, vale, pero esta segunda en la que ya estamos hundi¨¦ndonos hasta el cuello, esta en que Espa?a ha vuelto a ser pionera en el continente, es sobre todo responsabilidad de nuestros gobernantes. Los investigadores que mejor conocen el tema se han desga?itado durante gran parte del a?o recomendando las medidas necesarias, con el modesto ¨¦xito que cab¨ªa predecir en un pa¨ªs que lleva no ya d¨¦cadas, sino siglos relegando la ciencia al caj¨®n de las cuestiones pendientes.
La receta aburre de puro repetida. Contratar rastreadores, reforzar la atenci¨®n primaria, aumentar las pruebas diagn¨®sticas, aislar a los contactos de los infectados, cuarentenar lo necesario, restringir las reuniones en espacios cerrados y mal ventilados. Hemos hecho mal todo eso y cuanto antes lo corrijamos ser¨¢ mejor para la salud y la econom¨ªa. La ¨²nica buena noticia que ha salido de esta pandemia es que incluso los cient¨ªficos m¨¢s sobrios piensan que habr¨¢ vacunas eficaces. La mala es que falta un a?o para eso. Hay mucho que hacer hasta entonces.
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