Diagn¨®stico en lienzo
Los casos de enfermedades pintadas son numerosos. Gracias a ellos se han podido estudiar dolencias de diversa condici¨®n
El diagn¨®stico sobre lienzo es un curioso an¨¢lisis m¨¦dico por el cual se identifican las dolencias que antiguamente sufr¨ªan los personajes representados en los cuadros. Sin ir m¨¢s lejos, gracias al citado diagn¨®stico, la antrop¨®loga Raffaella Bianucci de la Universidad de Warwick dio a conocer el c¨¢ncer de mama en la escultura de Miguel ?ngel titulada La Notte as¨ª como en pinturas de Michele Ridolfo del Ghirlandaio y de Maso da San Friano. De esto ya hablamos en una pieza anterior.
Siguiendo con el an¨¢lisis de las enfermedades pintadas, nos encontramos con el grotesco retrato de una mujer anciana cuyo cr¨¢neo deforme en su parte frontal, sumado a sus salientes orejas y a la expresi¨®n de su rostro, le dan aspecto simiesco. El cuadro es conocido como La duquesa fea y fue pintado por el pintor flamenco Quentin Massys alrededor del a?o 1513.
Hasta que a principios de este siglo, un profesor de medicina de la University College London -el doctor Michael Baum- hizo la diagnosis sobre el lienzo, el citado retrato era tomado como una s¨¢tira a los ancianos que intentan aparentar juventud. Cuando Baum se?al¨® que la forma del cr¨¢neo reflejaba lo que se conoce como enfermedad ¨®sea de Paget, el retrato de la duquesa se empez¨® a mirar con otros ojos.
La oste¨ªtis deformante o enfermedad ¨®sea de Paget, es una inflamaci¨®n del tejido ¨®seo que lleva a la destrucci¨®n del hueso, provocando en su proceso la deformaci¨®n del mismo. En algunos casos, la perdida de la masa ¨®sea viene acompa?ada de artritis y de problemas de audici¨®n. Debe su nombre al cirujano brit¨¢nico James Paget (1814-1899) qui¨¦n en 1877 describi¨® la enfermedad por primera vez cuando encontr¨® deformidades ¨®seas progresivas en el cr¨¢neo de un paciente. Eran tan acentuadas que el casco de la guardia de caballer¨ªa, regimiento del que formaba parte, ya no le entraba.
Los casos de enfermedades pintadas son numerosos, desde Goya con sus viejas en el cuadro que titul¨® ¡®El tiempo¡¯, y donde se manifiesta la s¨ªfilis en una esquel¨¦tica anciana, hasta el cretinismo o hipotiroidismo cong¨¦nito que presenta la pintura de Vel¨¢zquez titulada ¡®El ni?o de Vallecas¡¯
Tambi¨¦n Paget apunt¨® que este mismo paciente sufr¨ªa de curvatura anterior de la columna y deformidad arqueada de las piernas. Cuando el paciente muri¨®, a la hora de hacerle la autopsia, Paget pudo comprobar que sus huesos eran tan blandos como la manteca. Se pod¨ªan cortar con una navaja barbera.
Los casos de enfermedades pintadas son numerosos, desde Goya con sus viejas en el cuadro que titul¨® El tiempo, y donde se manifiesta la s¨ªfilis en una esquel¨¦tica anciana, hasta el cretinismo o hipotiroidismo cong¨¦nito que presenta la pintura de Vel¨¢zquez titulada El ni?o de Vallecas y que seg¨²n la nota del Museo del Prado donde la obra est¨¢ expuesta, ¡°el retratado formaba parte del nutrido grupo de monstruos, enanos y bufones que poblaban la corte espa?ola desde el siglo XVI¡±.
El cretinismo que sufr¨ªa el citado personaje velazque?o es una enfermedad de las hormonas tiroideas cuyos efectos saltan a la vista en las personas que la sufren. Tal y como puede apreciarse en la pintura de Vel¨¢zquez, el cr¨¢neo es desproporcionado con respecto al rostro.
Llegados aqu¨ª, hay que se?alar que ni Quentin Massys, ni Goya, ni Vel¨¢zquez, ni tampoco los pintores del Renacimiento que revelaron con sus obras el c¨¢ncer de mama, sab¨ªan que los modelos utilizados en sus pinturas sufr¨ªan dolencias que, con el tiempo, iban a tener nombre y apellidos. Tampoco se atrev¨ªan a pensar que gracias al testimonio pict¨®rico iban a ser estudiadas por el diagn¨®stico sobre el lienzo; un an¨¢lisis hipocr¨¢tico en su justa medida, y que consiste en hacer preguntas a la impresi¨®n provocada por la figura enferma. Con el paso del tiempo, la mayor¨ªa de las respuestas han dejado de tener esencia burlesca, para convertirse en respuestas cient¨ªficas.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento
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