Las almas y los ¨¢tomos
Para el f¨ªsico estadounidense Robert Oppenheimer, poes¨ªa y ciencia eran la misma cosa puesta del rev¨¦s
La ciencia tiende a ser coherente, es decir, a despojarse de contradicciones. Pero resulta parad¨®jico que el ser humano, sujeto activo y creador del m¨¦todo cient¨ªfico, est¨¦ lleno de incoherencias. Un claro ejemplo es el que hoy nos ocupa. Pero vayamos por partes, o mejor, por instantes.
En un primer instante est¨¢n las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki. Hay que recordar que la poes¨ªa de la destrucci¨®n se hab¨ªa puesto en marcha un 16 julio de 1945, para ser exactos, cuando se inaugur¨® la Era Nuclear con la primera prueba at¨®mica en el desierto Jornada del Muerto en Nuevo M¨¦xico. En esta primera prueba, el artefacto conten¨ªa plutonio como su material de fisi¨®n. Dicho material no fue nombrado as¨ª por casualidad, sino por seguir la serie de los planetas que hab¨ªa servido para nombrar el primer elemento transur¨¢nico. De esta manera, despu¨¦s de Neptuno ir¨ªa Plut¨®n que, a su vez, se corresponder¨ªa con el elemento 94 de la serie.
La macabra prueba nuclear fue bautizada como Trinity, y esto tampoco fue por casualidad, sino por la afici¨®n que el f¨ªsico Robert Oppenheimer ten¨ªa por la poes¨ªa, en especial por la del poeta metaf¨ªsico ingl¨¦s John Donne (1572-1631), cuyo poema Holy Poem XIV hace alusi¨®n en sus dos primeras estrofas al dogma religioso que presenta a Dios como la uni¨®n de tres personas:
Batter my heart, three-personed God; for you
As yet but knock, breathe, shine, and seek to mend
En cierta ocasi¨®n, el que fuera su profesor, Paul Dirac, asombrado por la afici¨®n po¨¦tica de Oppenheimer, le pregunt¨® a este que c¨®mo le pod¨ªa gustar a un cient¨ªfico la poes¨ªa; a lo que Oppenheimer respondi¨® que poes¨ªa y ciencia son la misma cosa puesta del rev¨¦s, pues, mientras que el cient¨ªfico ha de manejar con palabras conceptos enigm¨¢ticos, ideas que nadie entiende para conseguir que todo el mundo las comprenda, el poeta ha de manejar conceptos que todo el mundo entiende con palabras enigm¨¢ticas.
El horror y la destrucci¨®n violenta son conceptos que cualquier ser humano entiende, lo dif¨ªcil es encontrar las palabras que resuelvan su enigma. Por eso, los mejores poetas son los que consiguen descifrar lo m¨¢s profundo del misterio que se esconde en el alma humana cuando esta sufre.
Para hablar del alma en un sentido cient¨ªfico, bien podemos definirla como la informaci¨®n inmaterial que tenemos los seres humanos, es decir, lo ¨²nico que no cambia de nuestro cuerpo cuando sus mol¨¦culas ya no son las de nuestra infancia.
Oppenheimer dec¨ªa que poes¨ªa y ciencia son la misma cosa puesta del rev¨¦s, pues, mientras que el cient¨ªfico ha de manejar con palabras conceptos enigm¨¢ticos, ideas que nadie entiende para conseguir que todo el mundo las comprenda, el poeta ha de manejar conceptos que todo el mundo entiende con palabras enigm¨¢ticas
Un ejemplo de buen poeta fue, sin duda, T?ge Sankichi, superviviente a la explosi¨®n de Hiroshima, un joven que, con toda su carga l¨ªrica, ofreci¨® al mundo sus poemas de la bomba at¨®mica conocidos como Genbaku shishu. En el Parque Memorial de la Paz de Hiroshima hay un monumento dedicado a su figura, donde los versos estallan de denuncia: ¡°Devu¨¦lveme a mi padre, devuelve a mi madre; Devu¨¦lveme al abuelo, devu¨¦lveme la abuela; Devu¨¦lveme a mis hijos e hijas...¡±
Por lo que se sabe, Robert Oppenheimer se arrepinti¨® de su trabajo durante el resto de su vida. ¡°Los f¨ªsicos hemos conocido el pecado¡±, dijo, tras darse cuenta de que la destrucci¨®n causada por las bombas at¨®micas fue un acto poco po¨¦tico. El remordimiento le acompa?ar¨ªa hasta la tumba. Vivi¨® con el drama que sonaba en su cabeza para los restos, y que ¨¦l identificaba con un fragmento del libro sagrado de los hind¨²es, el Bhagavad-Gita, que dice as¨ª: ¡°El Todopoderoso abri¨® las puertas del cielo y la luz de mil soles cant¨® a coro: Yo soy la Muerte, el fin de todos los tiempos¡±.
A partir de entonces, Robert Oppenheimer se despoj¨® de contradicciones y se hizo activista del desarme nuclear, levantando sospechas en la ¨¦poca, lo que le llev¨® a testificar en 1954 ante el Comit¨¦ de Actividades Antiamericanas dentro de la llamada caza de brujas puesta en marcha por el senador Joseph McCarthy.
Su caso es un claro ejemplo de contradicci¨®n desde el momento en que form¨® parte de un entramado que defendi¨® la paz aplicando violencia contra la poblaci¨®n civil. Puede decirse que Robert Oppenheimer recuper¨® su alma cuando se despoj¨® de contradicciones, cuando se convirti¨® en un hombre coherente, en un verdadero cient¨ªfico. Fue entonces cuando empez¨® a manejar palabras enigm¨¢ticas para mostrar conceptos que todo el mundo entiende.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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