No son estrellas sino galaxias: gu¨ªa r¨¢pida de la primera foto del telescopio ¡®James Webb¡¯
La inmensa mayor¨ªa de los puntos brillantes que observamos son enjambres de millones y millones de soles
Si alguien dudaba de la calidad de las fotos que nos iba a ofrecer el telescopio espacial James Webb, basta con comparar la que present¨® el lunes el presidente de EE UU, Joe Biden, con otra de la misma zona del firmamento obtenida hace a?os por el Hubble.
Cierto es que son dos im¨¢genes muy distintas: La del Hubble fue obtenida con luz visible (y una estrecha gama de infrarrojo); la del Webb se ha realizado aprovechando esencialmente el infrarrojo cercano. El n¨²mero de galaxias, el detalle que se aprecia en ellas es sencillamente apabullante.
Para interpretar el contenido de la foto hay que considerar que la inmensa mayor¨ªa de los puntos brillantes no son estrellas, sino galaxias; enjambres de millones y millones de soles, que vemos como eran no ayer, sino hace miles de millones de a?os, cuando la Tierra a¨²n no exist¨ªa. Los telescopios son aut¨¦nticas m¨¢quinas del tiempo que nos muestran no el hoy sino el pasado. Es probable que hoy muchas de los cuerpos que vemos en esa foto ya no existan.
Tambi¨¦n resulta sorprendente el sentido de la escala. El campo que abarca la foto es diminuto, tal como le explicaron al propio Biden en el acto de presentaci¨®n, apenas el tama?o de un grano de arena sostenido entre dos dedos con el brazo extendido. Corresponde a un segmento de la constelaci¨®n de Scuptor, solo visible desde el hemisferio Sur.
En el centro de la foto se aprecian unos arcos de luz que parecen marcar el contorno de una enorme burbuja. Cada uno es una galaxia deformada porque, para llegar a la Tierra, su luz ha tenido que atravesar una lente gravitatoria, casi como si se tratase de un objetivo ¡°ojo de pez¡±. Es resultado de la gravedad de una galaxia interpuesta, m¨¢s cercana a nosotros, que desv¨ªa y distorsiona las im¨¢genes de los objetos que se encuentran mucho m¨¢s all¨¢. Einstein ya predijo ese efecto, aunque dudaba que nunca llegase a observarse debido a las dificultades t¨¦cnicas que implicaba. En 100 a?os justos, los nuevos telescopios han hecho realidad su sue?o.
Los colores de la imagen son sint¨¦ticos. Los telescopios registran sus im¨¢genes en blanco y negro, a trav¨¦s de filtros de colores. Combinando varias tomas del mismo campo, obtenidas en diferentes longitudes de onda, puede recomponerse el aspecto que tendr¨ªan si pudi¨¦ramos verlas con nuestros ojos... aunque la paleta crom¨¢tica siempre ser¨¢, de alguna manera, artificial, ya que gran parte de la luz, en el infrarrojo, es invisible. En ese caso se han utilizado seis filtros: dos en diferentes tonos de azul, dos en verde y dos en rojo.
Para recoger suficiente luz, el espejo del Webb tuvo que mantenerse apuntado hacia la misma regi¨®n del cielo durante m¨¢s de 12 horas. Como comparaci¨®n, el campo ultra profundo del Hubble le llev¨® m¨¢s de 200 horas, repartidas en numerosas sesiones a lo largo de varios meses, ya que su movimiento alrededor de la Tierra no permit¨ªa mantenerlo apuntado continuamente; el Webb, anclado en torno al punto de Lagrange 2, no sufre esa limitaci¨®n. Aparte de la enorme capacidad de captaci¨®n de fotones que le da su espejo de seis metros y medio.
En todo caso, esta ha sido una primera foto para demostrar las posibilidades del telescopio. Sin duda, en el futuro asistiremos a otros intentos de internarse a¨²n m¨¢s en lo profundo del espacio, en busca del santo grial del Webb: las primeras galaxias cuya luz ilumin¨® el Universo.
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